Revista Sociedad

"La extraña que hay en ti", de Neil Jordan

Publicado el 23 mayo 2014 por Sorijonatan @sorianojonatan
En muchas ocasiones se ha podido ver un largometraje que trate el tema de la venganza desde alguno de los innumerables puntos de vista desde los que ésta puede enfocarse. La muerte, el olvido, el sufrimiento, etc...Hollywood ha impregnado la cultura popular con muchos ejemplos de venganza y de cómo ejecutarla. Pero son pocas las veces que se ha incluido el trato de la justicia, desde el punto de vista ético y moral y no institucional, en esa venganza.

Cartel de la película (fotogramas.es)

En "La extraña que hay en ti", Jordan presenta la que considero que siempre debería ser una apetecible reflexión. La aparición de ese momento crucial en el que la justicia individual deja de ser, y se convierte en una insaciable sed de venganza que jamás se detiene. Desaparece la ética y la moral del individuo, las únicas que podían mantener a la 'bestia' dormida, y se ejecutan aquellas grandes e incomprensibles lagunas que la justicia institucional deja. 
Un tema que requiere una complicación especial, puesto que es muy difícil determinar la actitud correcta en una comparación entre diversas percepciones individuales de la justicia. Es el clásico caso en el que podríamos decir que nos hacemos una idea de cómo actuaríamos en una determinada situación aunque preferimos ser precavidos advirtiendo que nunca llegaremos a comprender el grado de afectación que nos supondría dicha situación y, por ende, las consecuencias que nos llevaría a cometer o sentir.
La transformación de un ser que creía poder esperar en la justicia, a un desconocido cuya existencia jamás se llegó a sospechar. O cómo el mal externo, es decir de otras personas, puede afectarnos y cambiarnos mediante el dolor, hasta el punto de convertirnos en sujetos de una maldad igual o superior a los que en un principio nos dañaron. Es el sentimiento de la venganza el que nos convierte en todo aquello que llegamos a detestar, odiar y repudiar en el pasado. A partir de ahí, las justificaciones siempre serán justificaciones. Independientemente de si son verdaderas o no. 

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