Revista Coaching

La felicidad

Por Mbbp

 

¿se puede compartir la felicidad?

La máxima aspiración de cualquier persona es poder compartir la felicidad con álguien más. A eso muchos le llaman amor. Y sin ser falso, eso es algo no siempre fácil. Porque nadie, por más que te quiera, puede compartir algo que a priori no tenga él mismo. Si no se ama a sí mism@, no podrá amar a alguien más. Si no es capaz de ser feliz, difícilmente podrá compartir su felicidad, contigo. ¿Fácil de entender, no?

Pero no siempre es tan fácil de aplicar, como suele pasar. Porque amarse a uno mismo significa tener libertad para amar. Y la libertad exije no tener condicionamientos externos que nos afecten (o que permitamos que lo hagan, que es distinto) o que vivamos anclados en otro tiempo diferente al hoy, ya sea el pasado o el futuro. La felicidad está necesariamente en el hoy! Y en el hoy, aunque a veces nos cueste, hay siempre “razones suficientes” para ser feliz, sean cuales sean las circunstancias. Estar vivo y agradecido por ello es la primera. La segunda, que por adversas que sean tus circunstancias en tu vida, todo pasa y cambia continuamente, para bien y para mal. Nada dura eternamente. La tercera es que nunca estás sól@, aunque a veces así lo creas. Todos andamos el mismo camino hacia nosotros mismos y la felicidad.

Llegados a este punto, vemos que sí es posible compartir la felicidad, por amor. O mejor dicho, podemos compartir nuestra capacidad innata (aunque la perdamos con la edad) de vivir situaciones que nos hacen sentir felices y así ir haciendo el camino juntos, hoy por tí y mañana por mí! Eso es el amor “a secas”, compartir ese camino juntos, pero sacando lo mejor de uno mismo y compartiéndolo con el otro, aunque a veces nos cueste o nos dé miedo. Pero el amor “de verdad” va algo más allá, comparte la vida entera, es decir la felicidad y también la infelicidad, sin miedo, según los momentos vitales de cada uno. Y la culminación de esto es, no solo compartir una vida en común con amor, sino incorporar al otro a lo más sagrado que tenemos todos, que es la soledad! Porque cuando hay amor de verdad estás incluso compartiendo el silencio y tu soledad!

Lo único que hay que admitir es que no somos perfectos y que nuestra vida y nosotros mismos estamos hechos de luces y sombras y que eso es algo que también se puede -y se debe- compartir, por amor. Simplemente porque el amor no es más que tener el valor de compartir todo aquello esencial que cada uno de nosotros somos, precisamente para poder entregar al ser amado todo ello y ser capaces el uno con el otro de superar las sombras cuando lleguen y convertirlas poco a poco en luz compartida, convirtiendo cada nuevo día en un día de Navidad. Así es como se comparte la vida, la felicidad, el amor e incluso la soledad, en el hoy, que es todo lo que somos y tenemos, no hay más!


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