La FIA achaca a Bianchi un exceso de velocidad

No me deja de resultar curiosa la noticia. Un exceso de velocidad. En un fórmula uno. Tiene bemoles, con perdón, el asunto de culpar, aunque sea en parte, al piloto accidentado, del siniestro procudico mientras se retiraba un bólido accidentado o averiado de la pista; maniobra que debería haberse hecho con el coche de seguridad circulando, por más que se trate de echar una cortina de humo con la posible responsabilidad del piloto herido.

En las corridas de toros no cabe duda de que parte del espectáculo está en el riesgo, inherente a la fiesta nacional, de que el toro embista al torero; muchos diestros han perdido la vida en la arena de las plazas, y ese sacrificio determina el morbo que no falta en la desigual batalla entre el astado y el hombre solo en el ruedo. Otro tnato sucede en las carreras de fórmula uno: El riesgo de que un piloto se accidente y resulta mal parado también forma parte del “show” en el que compiten mecánicas, estrategias de equipo y hombres superdotados capaces de soportar aceleraciones y frenadas muy superiores a la gravedad. Decir después que existió un exceso de velocidad es tan pueril como absurdo, cuando lo que se trata es de ir lo más rápido posible, y no creo que ni al Sr. Bianchi ni al Sr. Alonso, por poner dos casos, se les sancione por exceder las máximas permitidas en el circuito de competición. Uno, desde su ignorancia en estos temas, que lo más correcto sería intentar explicar al público qué criterios se siguen para sacar el “safety car” y cual fue el motivo de que no estuviese rodando cuando una grúa retiraba de la pista un vehículo accidentado, en vez de descargar responsabilidades sobre un deportista que actualmente sufre un deterioro neurológico que le impide defenderse de tales acusaciones.