Revista Política

La finalidad

Publicado el 15 octubre 2016 por Alejandropumarino

Hace años, los muchachos, y a veces también las chicas, salíamos a tomar algo, generalmente con graduación; compartíamos charla -con mas de quinientas palabras diferentes en el vocabulario- íbamos al cine, al baile o simplemente a pasear, y no faltó la ocasión en que los efluvios etílicos impregnaron nuestros cerebros juveniles, conllevando la lógica depresión del sistema, con hablar balbuceante inmediatamente posterior a esa fase tan conocida de exaltación de la amistad. A quien suscribe le sucedió en más de una ocasión, también a mis amigos que, por decoro y discreción, jamás nombraría en este espacio. en todas estas ocasiones, la intoxiación etílica fue accidental, respondió, como es lógico, a una ingesta elevada de alcohol, sucedida en un contexto de relaciones sociales que la hicieron imperceptible hasta que ya era demasiado tarde. Recuerdo con alegría aquellos errores de juventud, también con la nostalgia de un tiempo feliz que no volverá, desgraciadamente.

Actualmente muchos jóvenes conciertan una cita para hablar poco -y con un vocabulario que apenas alcanza el número anterior- y beber mucho, no importando el qué, sino el cuanto. terminan borrachos muchos de ellos, incluso precisando asistencia médica; la finalidad de la salida no es el divertimento o el diálogo; no es el baile o la película, no; la finalidad de la reunión es beber, emborracharse y hacerlo a bajo precio.

Es sutancial la diferencia entre antes y ahora; entre terminar ebrio como consecuencia de una situación accidental, en la que una estupenda sidra se subió a la cabeza por tener exceso de sed, a un plan premeditado para consumir alcohol a dosis elevadas, sin importar el sabor o la calidad.

Podemos rompe sus relaciones en diferentes comunidades autónomas y municipios en los que gobierna con el PSOE, justamente después del descalabro que representaron para el partido de la rosa, las elecciones vascas y gallegas. Este divorcio político no responde a diferencias ideológicas, ni a desencuentros circunstanciales en determinadas administraciones, sino a un plan premeditado de acoso y derribo, con destrucción masiva del rival, que lleva a cabo la formación morada con el socialismo militante, en horas bajas por la absoluta ausencia de previsión del Sr. Sánchez. El acuerdo no fue roto hace meses, no; se llevó a cabo en el momento en el que más daño podía hacer al rival político y persiguiendo, no el bien de los ciudadanos, que poco importaron en todo este asunto, sino los intereses propios del partido. Podemos no hace política para defender los intereses de nadie, ni de la gente ni del publo; hace política buscando con ahínco y a cualquier precio, la mayor cuta de poder posible. Sale a emborracharse, no bebe por accidente.

Una formación política que dice conservar el espíritu asambleario, que está tan cerca de la plataforma de afectados por la hipoteca, no perseguiría alcanzar el poder cortando cabezas a conveniencia de intereses partidistas; al contrario, alcanzaría los puestos preeminentes de la administración, casi de forma accidental, empujados por las legítimas reivindicaciones de sus representados, que los conducirían a alcanzar el suficiente número de votos como para no depender de los demás, mucho menos de su aniquilación política. La búsqueda incesante de control y poder que demuestra el Sr.Iglesias, me ocasiona una profunda desconfianza, incrementada, si cabe, por sus propias declaraciones, en las que afirma que debe alcanzar el voto a través del miedo. Se me antoja, tal vez equivocadamente, que cualquier apoyo político otorgado a la formación violeta, representa un apoyo directo a una dictadura izquierdista decimonónica, cuyo fracaso histórico es sobradamente conocido, y que su líder meisánico, envuelto en piel de cordero, nos vende como la alternativa el desarrollo y progreso que representa el mundo occidental, con una Europa Unida y unos Estados Unidos que siguen representando la esencia del progreso, la libertad y la democracia.

La imagen que ilistra la entrada de hoy, recoge la discoteca “El Jardín”, en Somió, que frecuentábamos a los dieciséis años (hace ya cuarenta) y que nos vio salir, en alguna ocasión, sin sentir el frío del invierno en los coloretes.


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