Revista Humor

La fórmula de la cangreburger

Por Informatria
Durante una temporada estuve viendo bastantes episodios de Bob Esponja. Estaba de moda y en los canales infantiles lo repetían sin parar... Si a eso le sumas tener niños pues acabas 'disfrutando' de las andanzas de los habitantes de Fondo de Bikini.
Ahora mismo le he cogido un odio intenso a la musiquilla del banjo del final...
Dentro de las tramas habituales de Bob Esponja, tal vez la más habitual suele ser el intento de Plankton de robarle al señor Cangrejo la fórmula de la burger cangreburger, que viene a ser algo así como el epítome en lo que a comida basura submarina se refiere.
Plankton, que tiene momentos de gran lucidez y otros de no tanta, suele intentar robar la receta para hacer él las cangreburgers y forrarse... Excepto en un episodio que se limita a pedirle un rescate económico nada económico al señor Cangrejo.
Si salimos del mar y volvemos al mundo informático, este hecho también aparece. El secuestro de ficheros es algo más habitual de lo que pueda uno pensar y en algún caso tiene incluso un elevado coste empresarial.
Lo que os voy a contar a continuación está basado en hechos reales que, como en las películas, se han cambiado un poco y añadido mi particular gracejo.
Voy a sintetizar mucho la conversación:
- (Suena el teléfono)
- ¿Dígame?
- Tu proyecto no va
- Pues iba
- Ven, te lo miras y lo arreglas
- Ahora no puedo
- Me corre mucha prisa
- Bueeeeeeno
Es de lo más habitual que los proyectos tengan errores de cuando en cuando... Como siempre, la definición a veces cojea, aparecen circunstancias no contempladas, problemas de seguridad, cambios de formatos... Mil y una cosas para que lo que no debe fallar, falle.
- He estado mirando el proyecto y efectivamente no va
- Es que eres un consultor muy malo
- No va porque no puede leer los ficheros
- Porque los dejaste codificados
- No, se te ha metido un virus
- Ah...
Y también es verdad que siempre que falla algo la culpa es del que lo ha diseñado/programado/implantado de buenas a primeras... Aunque después se descubra la verdad.
En el caso que nos ocupa, un virus de esos muy malos se adueñó de unos ficheros de carga de datos.
- ¡Hola! ¡He protegido sus ficheros para que nadie pueda leerlos!
- Nadie te lo pidió, virus estúpido
- ¡Le va a costar sólo 100€ por fichero!
- Ya, ya, ya...
- ¡Introduzca su número de tarjeta y asegúrese que tiene saldo!
- Maldito...
Esto, que es más habitual que te pase si navegas por sitios poco recomendables (todos ya sabéis cuales, pillines), también pasa en entornos poco protegidos y con puertos abiertos, donde los malvados virus se cuelan en los ordenadores y hacen de las suyas como, por ejemplo, encriptar los ficheros y pedir una clave por un precio.
-¿Cuántos ficheros son?
- Como 50
- 5000€ de nada para quedarte igual
- ¿Cuánto tardas en hacerlo de nuevo?
- Por 2000€ te lo dejo listo
- Ajajejijoju
- Te frotas tan fuerte las manos que haces chispas...
- Las estoy calentando para cuando pille al de sistemas...
Total, que en un entorno mucho menos tenso porque ya no es culpa tuya, le estás ayudando al cliente a recuperar la normalidad por mucho menos que los del secuestro ruso de ficheros de rigor te pide... Aunque alguno de los que trabajen en el cliente vea caer un marrón de considerable densidad y peso en su área de responsabilidad.
Y de nuevo, el Sheldon J. Plankton de rigor se encuentra en manos de alguien que lo mira con desprecio y lo acaba tirando bien lejos de, en este caso, esos bienamados y ahora bien protegidos ficheros.
Por lo menos hasta la próxima...
Mucho cuidado ahí fuera. La fórmula de la cangreburger

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