Dar un abrazo sin sentirlo es engañar sin abrir la boca. Si la otra persona detecta eso, la destrozará. Le puede provocar un dolor más intenso que cualquier otro dolor físico y hacerle llegar hasta su parte más vacía, oscura y visceral.
Probablemente haga sentirse la persona más miserable del mundo aunque directamente, sentirá que no es una persona, que no es un ser humano.
Los seres humanos tienen la increíble capacidad de transmitir sentimientos sólo a través de gestos similares a un abrazo, también pasa con las miradas, con las sonrisas, y todo ello es un juego en el que el instrumento principal tiene una peligrosa hoja de doble filo.
Por el contrario y a pesar de todo, si das un abrazo sincero, reitero que puedes llevar al abrazado o abrazada directamente al cielo, a un lugar en el que se sentirá arropado, confiado. El abrazo es una inyección suficiente para llevarle a una zona de confianza en sí mismo, de tranquilidad y de relajación, que hará que esa persona se muestre tal y como es, el abrazo proporcionado abrirá su pecho de par en par para sacar cómo es de verdad, cómo es el o ella de forma transparente, sincera, real.
Por razones como ésta última, yo comenzaría las entrevistas de trabajo con un abrazo.