Revista Psicología

La generación de los aburridos

Por Paulo Mesa @paucemeher
La generación de los aburridos

¡Aburridos! pasaremos a la historia como la generación de los aburridos. No hablo de aburridos porque no nos gusten las fiestas y la diversión. Hablo de los aburridos porque cada vez estamos más descontentos con todo, incluso con aquello con lo que no habría razones para estarlo.

También se puede decir que si en algo nos hemos vuelto expertos es en escapar de sí mismos a través del entretenimiento, de la anestesia de las redes sociales, del ejercicio físico artificial, de la televisión, de las fotos sonrientes (aunque la vida se nos derrumbe) y de las compras y los alardes desgastantes.

El trabajo como vomitivo

Me ocurre con frecuencia que la gente con la que hablo está crónicamente aburrida por algo. En primer lugar, a casi todos les aburre algo de su trabajo. Empiezo a ver que el trabajo, no sé si el hecho per sé de trabajar, se ha convertido en un in-satisfactor. La mayoría de la gente que conozco está harta con lo que hace.

Por otra parte, casi que una vez al mes me llega alguna oferta comercial relacionada con el "desarrollo" de la tal "felicidad en el trabajo", sea lo que sea que signifique felicidad. Efectivamente, tan infeliz y miserable se ha vuelto la vida laboral, que ha podido florecer toda una oportunidad de negocio relacionada con el hecho de tratar de hacer que la gente sea "feliz" trabajando.

También me encuentro con que la gente quiere que su cargo se llame "Vicepresidente" así sea que solo ingresen datos en un sistema o tengan un año de experiencia, quizás para tener un bonito rótulo y poder alardear en LinkedIn con ese trabajo que detestan.

Otros, aunque estén razonablemente bien remunerados o incluso ganen un poco por encima que la media del mercado, sienten que se deberían ganar más. No pretendo hacer una discusión sobre justicia salarial ni nada por el estilo, pero veo que con especial énfasis que nuestros míticos millenials, educados en el mundo sin consecuencias, sin esfuerzo y con gratificación sin causa, ahora resulta que hay que dárselos todo simplemente porque lo piden o sienten que lo merecen.

Somos adictos

El Smartphone se nos ha convertido en una adicción. A toda hora estamos viendo qué pasa ahí. Es la ruta de escape de una vida que ya no aguantamos, la barrera para escondernos y distanciarnos de esos otros que nos estorban, que nos hacen ruido, que no queremos cerca. ¿Cuántas veces miras Facebook o contestas el Whatsapp para ver si ha llegado algo nuevo? Incluso el mismo Facebook empieza a cansarnos como lo sugieren algunos análisis y tendencias.

La generación de los aburridos
¿Qué me importa si estás comiendo en un restaurante? Tu vida "feliz" me tiene sin cuidado, así como te tiene sin cuidado la mía. Una foto de vez en cuando, vaya y venga, incluso a veces tiene su gusto, pero cuando ya se vuelve que publicas hasta las idas al baño, que vas del punto A al punto B y hasta el color de la orina que te acaba de salir...

Parece que el no publicar cosas personales en Facebook se convierte en el nuevo estándar de madurez. Tal vez estemos cayendo en cuenta de la banalidad programada que terminan volviéndose estas redes sociales.

Esa sensación de abrir Facebook y ver lo mismo de los mismo siempre... también empieza a volverse una fuente de aburrimiento. Parece que ahora también queremos escapar del lugar de escape. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste una pausa de varios días sin ver Facebook? ¿Te pasó algo por hacerlo?

El fitness artificial

Ahora la nueva ruta de escape es el ejercicio artificial. Ir en automóvil al gimnasio, pero al mismo tiempo esa persona te pone cara de asco cuando le cuentas que caminas del metro hasta la oficina y viceversa. Luego te regalan la exclamación de: ¡En serio te haces esa caminada!

No lo entiendo, es incomprensible. Parece que es de "mejor familia" pagar el "gym", socializar allá y todo eso. ¡Ah, y lo olvidaba! Esta es la misma gente que se queja porque el salario no le alcanza para nada ¡Y cómo quieren que les alcance si pagan la mensualidad del gimnasio, la gasolina para ir al gimnasio, el estacionamiento mientras están en el gimnasio, la ropa para sudar (y lucir) en el gimnasio, la bebida del gimnasio, etcétera...! Indiscutiblemente ¡El gimnasio es otro teatro donde van a actuar!

Podría ser más económico para todos nosotros caminar unos 30 o 40 minutos diarios para ir y volver del trabajo. Menos polución, menos congestión y más ejercicio para por lo menos llegar activados. De verdad que funcionamos en una lógica extraña; algo bastante parecido a la de talar árboles para hacer casitas de madera para los pájaros...

No sabemos qué nos aburre

Estamos como locos, inquietos permanentemente, no sabemos para qué estamos aquí, qué hacemos, cómo encajamos en esta historia. Es una inquietud y un afán permanente. Yo mismo me veo a veces corriendo no sé hacia dónde, buscando llegar pronto no sé para qué, queriendo tiempo libre no sé para usarlo en qué. La fortuna es que ya reacciono y piso el freno, pero tanto afán me estaba consumiendo, como veo que consume a mucha gente a mi alrededor.

Nos matamos por nada, por cosas, por dinero, por casi nada acabamos con cualquier cosa. Es la inquietud de que siempre nos falta algo y necesitamos algo. A toda hora buscando cómo escapar del vacío, llenándolo con cualquier cosa que encontremos, somos como unas canecas de basura que caminan, pero que al mismo tiempo necesitan estar llenas de algo para poder seguir moviéndonos. ¿Cuánto de lo que tenemos de verdad lo necesitamos? ¿Cuánta vida nos da y cuánta vida nos quita lo que tenemos?

Se pueden hacer muchas cosas. En la próxima entrada veremos cómo salir de la espiral del aburrimiento.

Crédito de las imágenes: Credit: Diego Vito Cervo | Dreamstime.com / http://www.thedigitaldivepodcast.com/wp-content/uploads/2013/10/Technology-smartphone-addiction.jpg

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