Revista Viajes

La gran muralla china

Por Orlando Tunnermann
LA GRAN MURALLA CHINA
He escuchado miles de veces que su estructura derrotada, que arrastra su fatigada, abrupta y sinuosa figura hasta el desierto del Goby en Mongolia, puede atisbarse desde el mismísimo cosmos.
El archifamoso aserto es, por cierto, tan falaz como un billete de dos euros. Sonríen los chinos cuando sale a colación la apócrifa leyenda. Estoy plantado ante las faldas de un “dinosaurio” arquitectónico que pervive ya desde el año 200, y ha sufrido toda suerte de reconstrucciones desde el año 1368 con el reinado de la dinastía Ming.LA GRAN MURALLA CHINA

Estos muros ancianos fueron baluarte inexpugnable de contención contra las atroces tropas que arribaban desde Mongolia.
La gran muralla china se me antoja empinadísima y angosta por momentos…
Está toda maltrecha y raquítica cuando cruzo dirección norte por la Puerta de la victoria, con su primigenio torreón descoyuntado, que fuera entrada principal de este enclave mítico y eterno.
Sufren los visitantes y resoplan como marsoplas cuando ascienden por las rampas infernales y atestadas. El paisaje es maravilloso, una acuarela esplendorosa y longeva de color verde y marrón. En el ambiente flota un olor a incienso dulzón ya conocido. Emerge de los preciosos inciensos ricamente ornamentados.LA GRAN MURALLA CHINA

En ocasiones el camino se torna tan atorado y miserable por las estrecheces que teme uno resbalar y caer, desplomado entre una amalgama de almas de “polifónicas”.
En ocasiones, los escalones parecen roídos, reculantes, altísimos o desgastados hasta su total extinción. Admiro en la lejanía las portentosas atalayas de hasta 150 metrosoriginalmente, desde las cuales, los vigías advertían mediante señales de humo de la proximidad del enemigo o un inminente asedio.
LA GRAN MURALLA CHINA
LA GRAN MURALLA CHINA


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