Revista Cultura y Ocio

La guerra de los mundos ficticia

Publicado el 29 octubre 2013 por Manuelsegura @manuelsegura

OrsonWellesxx

El 30 de octubre de 1938, la cadena radiofónica NBC emitía en horario nocturno uno de sus programas de mayor audiencia: el Show de Charlie McCarthy. Su protagonista era el ventrílocuo Edgar Bergen, padre de una de las actrices más deliciosas que haya dado el celuloide: Candice Bergen. Ese mismo día, Orson Welles, que tenía apenas 23 años, se puso al frente de la dirección del Teatro Mercurio del Aire para adaptar en la cadena rival, la CBS, el clásico de H. G. Wells, La Guerra de los Mundos. Welles introdujo un leve matiz en su dramatización: la obra se basaría en un boletín informativo sobre la supuesta invasión marciana de los Estados Unidos de América, y no de Londres como figuraba en el original.

Según consta en el guión, el director de la emisión advirtió a la audiencia, al comienzo de la misma, que todo respondía a un hecho ficticio. Pero eso sólo lo supieron aquellos que la siguieron pasadas las 8 y media de la tarde, ya que cuantos se incorporaban a ella a partir de ese instante desconocían esta fundamental circunstancia. Welles eligió la localidad de Grovers Mill, en el estado de New Jersey, como lugar donde se produciría el sorprendente hecho. Y lo hizo junto al también guionista del programa, Howard Koch, a través de un método harto curioso: cogiendo una pluma y, sin mirar, apuntando con ella en un mapa del país. En los casi 60 minutos de duración, la gente tomó las calles despavorida, huyendo del gas venenoso que desde la radio se aseguraba que esparcían los temibles invasores. Transcurridos casi tres cuartos de hora de la emisión, el director de la misma volvió a advertir que todo respondía a un montaje de ficción, pero para entonces ya era demasiado tarde: muchas personas eran presas del pánico y no atendían a sus receptores.

Aquella noche, Welles consiguió arrebatar la audiencia a la NBC, ya que fueron muchos los oyentes del Show de Charlie McCarthy que cambiaron el dial en uno de los cortes publicitarios, quedando enganchados a la extraña emisión de la CBS, y ya no regresaron. Acabado el programa, Welles se situó ante el micrófono con la arrogancia y exultación propias de quien se sabe triunfador: “Hemos aniquilado al mundo ante sus propios oídos y destruido totalmente la CBS. Espero que se sientan aliviados al saber que, realmente, no iba en serio y que ambas instituciones siguen abiertas para sus negocios”, dijo a la audiencia. Al día siguiente, el New York Times recogió en portada la hazaña de aquel joven radiofonista, mientras sus sesudos comentaristas se preguntaban cómo tanta gente había podido caer en el engaño de tan impresionante montaje. Un acontecimiento radiofónico que, aun hoy, 75 años después, escucharlo, te pone la piel de gallina.


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