Revista Cultura y Ocio

La habilidad y la experiencia a la hora de escribir

Publicado el 19 junio 2015 por Escrilia @escrilia

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Muchos de los escritores que voy conociendo son nuevos en esto y una preocupación constante en ellos es discernir si realmente tienen talento para la escritura, como lo comentaba en un artículo anterior: Talento y motivación para escribir.

Alguno de ellos hasta me ha pedido que lea alguno de sus trabajos con la esperanza de que al acabar lo proclame “talentoso”. Nunca lo he hecho… no tengo claro que sea muy inteligente hacer eso. Y no es que no haga críticas, es que simplemente no tengo forma de saber si la gente tiene talento o no.

Sí que puedo analizar un escrito y decir si me parece buen texto como está o le falta trabajo. Puedo ver si el autor de ese texto me convence, si tiene la habilidad para hilvanar una historia que me atrape. Y si no ha llegado a ese nivel de calidad (precisamente porque es nuevo o porque escribe poco) su tarea será aprender y adquirir ciertas herramientas que le permitan mejorar sus escritos, no solicitar la opinión de un extraño sobre el tamaño de su talento innato.

Yendo un poco más allá, a veces pienso que no es ningún halago que digan que un autor “es muy talentoso” (aunque debo admitir que alguna vez yo también lo he dicho) en detrimento de su esfuerzo personal por aprender el oficio, en pulir sus habilidades y en adquirir la destreza necesaria para escribir como desea.

El verdadero talento innato es esa tendencia a salirnos más fácil hacer ciertas tareas y que nos encausa a hacer una cosa y no otra, por gusto. Esta habilidad con la que nacemos rara vez destaca de la media y en las escasas personas que sí resulta realmente buena brilla como un faro. Pero no todo está perdido: el talento está sobrevalorado.

Es común utilizar la palabra “talentoso” cuando en realidad queremos decir “habilidoso”.

Muchas personas nacen con marcados impulsos creativos, pero son menos las que tienen la ambición y la determinación para utilizar esas herramientas para crear algo significativo. Hay muchas personas talentosas que se pasan las tardes sentadas en cafés hablando de lo grandioso que podría ser si escribieran un libro… algún día.

Pero la gente habilidosa, esa que se preocupa en aprender el oficio y desarrollar su destreza en las letras tiende disfrutar trabajando en ello y en lugar de hablar está creando: escribiendo.

Todos sin excepción (y esto lo creo sinceramente) venimos al mundo con talento para algo y nadie puede decirnos cuál es. Es nuestra tendencia a hacer algunas cosas de manera natural lo que nos guía por nuestro camino en la vida, suponiendo que podemos elegir a dónde vamos.

Pero el talento creativo (aunque sea mucho) no tiene valor por sí solo, debe estar acompañado con habilidad (destreza, técnica) para lograr resultados. Y llegar a ser diestro en algo requiere tiempo y esfuerzo.

Se de muchos escritores en ciernes que cometen autosabotaje, deslumbrados con algún pensamiento sobre la magia de su propio talento. Usualmente esto ocurre cuando un maestro o mentor les dijo en sus comienzos que tenían un don para la escritura y eso los hizo sentir especiales. Quizás demasiado.

Sentirse especiales es fantástico si eso sirve para motivarse a trabajar duro y adquirir habilidad y conocimientos.

Pero desgraciadamente para muchos este “sentirse especial” se traduce en creerse destinados a lograr el éxito por la vía rápida y se paralizan cuando ven que eso no sucede. Esto es porque hay mucha gente que cree que sólo el talento basta para ser realmente bueno en algo.

Como me gusta el fútbol, aquí viene el ejemplo deportivo: Es evidente que Messi (o Cristiano Ronaldo) nació con un talento deslumbrante, pero no es menos cierto que la determinación y las incontables sesiones de entrenamiento fueron determinantes para su éxito. En otros jugadores de su mismo equipo se hace evidente; quizás Mascherano (o Pepe) no logre regatear a cinco, meterse hasta el área y con un golpe magistral colocar la pelota en el ángulo, pero al menor talento natural con el que nació lo suple con la infatigable resolución de aumentar sus destrezas y conocimientos. Y los dos juegan en el mismo equipo.

Es cierto que parece que los escritores, más que los músicos, artistas plásticos o deportistas necesitan talento innato para destacar. Quizás esto viene del sentimiento de que actualmente cualquiera puede escribir. Según Umberto EcoLas redes sociales dan voz a legiones de idiotas” y ante tanta competencia sólo el talento prevalece. Pero eso es una percepción errónea: nadie nace sabiendo escribir un texto fuerte, bien estructurado, emotivo e inteligente. Para eso se necesita estudio y práctica.

Los violinistas practican la misma pieza hasta que les sangran los dedos. Los pintores aprenden a preparar lienzos, mezclar y aplicar colores. Los golfistas repiten el golpe con una frecuencia cercana a la obsesión para lograr el swing perfecto. Pero los escritores novatos piensan que pueden lograr un hoyo-en-uno en su primer día, sólo dejando fluir su talento sobre la página en blanco.

Aún peor… hay quienes sienten que tienen un enorme talento natural y que lo traicionarán, arruinarán o contaminarán si adquieren el conocimiento propio del arte y oficio de escribir.

Personalmente creo que hay al menos siete atributos más importantes que el talento en el camino hacia el reconocimiento en la literatura:

1. Determinación
Se necesita vencer el terror a la página en blanco. Poner palabra tras palabra para formar oraciones, párrafos, escenas y capítulos. Releer, corregir, editar. Volver a corregir hasta encontrar esa palabra que es perfecta para esa oración, para describir ese lugar, para evocar esa sensación. Dar vida en esas palabras a personajes creíbles que hacen cosas e impulsan al lector a seguir leyendo.

Bueno, eso es escribir, pero no es nada sencillo y mucha gente con talento se queda en el camino porque es más fácil abandonar.

2. Pasión
Hay que enamorarse de la escritura. No sólo de la historia y los personajes, del proceso mismo de escribir. Disfrutar del día a día, del trabajo constante y artesanal de crear algo palabra tras palabra. Si no hay pasión en la escritura el lector no la encontrará leyendo.

3. Percepción
Las historias son sobre personas y para retratar personas. Una de las habilidades más importantes es escuchar, observar, recabar datos y notas mentales sobre la gente. Cualquier persona, todas las personas, la gente en general.

Si usted sólo escribe sobre sus sentimientos, sus pensamientos y experiencias es muy probable que acabe aburriendo a sus lectores. El material propio es limitado. La variación viene de escribir otras experiencias además de la propia: eso surge de la percepción y la empatía.

Ayuda mucho cerrar la boca, simplemente escuchar e interesarse por lo que escucha.

También se aplica a escuchar a otros escritores. En algún caso nos podrán dar consejos realmente estúpidos, pero en general podremos obtener buenos datos.

4. Deseo de aprender
Es triste, pero la mitad de los aspirantes a escritor no quieren aprender a escribir. Sueñan con simplemente SER escritores, sin aplicarse a adquirir las habilidades y conocimientos para hacerlo de forma efectiva.

Hay algunos que creen que ni siquiera necesitan leer libros sobre cómo escribir, porque ya se sienten particularmente dotados con sus textos y piensan que todo se reduce al uso del lenguaje.

Hay una palabra para la gente que cree saberlo todo: ignorante.

Escribir es como cualquier otra artesanía: hay que aprender las reglas y gajes del oficio. De allí en adelante es práctica, práctica, práctica hasta que se vuelva algo natural.

Existen reglas firmes sobre punto de vista, arcos argumentales y desarrollo de personajes. Sin mencionar la necesidad del conflicto, el diálogo creíble, los puntos de giro y el correcto uso del tiempo literario. Esas cosas hay que aprenderlas.

Hay también reglas sobre el uso del lenguaje, sobre cómo hacer que las palabras fluyan en las páginas sin parecer robots, brutos o pretenciosos.

Todo eso no nos vendrá codificado en el talento innato. Son habilidades que se deben aprender.

5. Aislamiento productivo
Sospecho que la mayoría de las personas que continuamente buscan reunirse en grupos, en cafés o tertulias literarias lo pasan mal estando a solas.

No digo que para ser buen escritor haya que ser introvertido o antisocial. Hay muchos ejemplos de lo contrario. Pero esas personas que son extrovertidas y tienen éxito escriben de forma efectiva, no solamente “hablan de escribir”. Y cuando escriben lo hacen solos, en su propio “espacio aislado”. No se puede escribir sin él.

No importa dónde escribamos, debemos ser capaces de tolerar nuestra propia compañía. La escritura es algo que hacemos solos. No hay forma de decirlo más claro y es algo que se debe aprender a hacer de esa manera si queremos ser escritores.

6. Gratitud
Si usted rechaza la información que le ofrecen y de forma testaruda adquiere malos hábitos de escritura, o se toma los consejos, críticas constructivas y lecciones como ataques personales entonces va a pasarla mal.

Es bueno recordar que todo fallo (como todo acierto) puede ser una oportunidad de crecer y adquirir habilidades.

Cuando algunos lectores beta devuelven sus manuscritos, repletos de comentarios sobre el incorrecto uso de las comas, no es momento de un desplante de diva. Es tiempo de comprar un libro de gramática y sintaxis. Y aprender algunas cosas sobre puntuación.

Además usted debería estar satisfecho ahora que sabe el porqué de todos esos rechazos anteriores. Quizás su historia era buena, pero vieron diez comas mal puestas en la primera página y pasaron al siguiente manuscrito.

No digo que deba agradecer infinitamente cada corrección menor, observación sin sentido y crítica malintencionada. Y tampoco que no sea terapéutico despotricar contra esos comentarios necios y valoraciones de una estrella (sí, todos tenemos de esas).

Pero al final hay que aceptar que no sabemos todo y que gracias a esas observaciones y correcciones aprendemos cosas todos los días. Entonces hay que dar las gracias, aceptar la lección y pasar al siguiente nivel.

7. Perseverancia
Usted sabía que lo iba a poner, ¿no? Hay infinidad de memes en internet con frases como: “La diferencia entre el éxito y el fracaso es la perseverancia”.

Pero estas frases no llegan a convertirse en clichés sin alguna razón. La gente cree que vale la pena repetir ciertas cosas.

Aquí hay otras frases bastante populares:

Mucho fallos los cometen personas que no sabían qué tan cerca del éxito estaban cuando se dieron por vencidos. Thomas Edison

La gloria no está en ser infalibles, sino en levantarnos cada vez que caemos. Confucio

Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor. Samuel Beckett

El único fracaso definitivo es dejar de intentarlo. Anónimo

Entonces… ¿el talento innato es tan importante?

Tener talento ayuda, seguro. Pero tiene más posibilidades de éxito una persona quizás menos talentosa, con verdadera capacidad de trabajo y ganas de aprender.

La sabiduría popular nos dice que no es suficiente sólo soñar algo: se necesita talento para lograrlo. Y la definición del diccionario dice que el talento es “una capacidad natural para el desempeño de una ocupación” En otras palabras parece ser algo que se tiene o no se tiene.

Es un concepto errado.

El verdadero talento en la escritura es la aplicación de un conjunto de habilidades que se adquieren y desarrollan con el tiempo y la experiencia, impulsados por el deseo de superarnos.


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