Revista Cultura y Ocio

La heladería de Vivien y sus recetas para corazones solitarios, de Abby Clements

Publicado el 25 agosto 2014 por Rustisymustis @rustismustis
La heladería de Vivien y sus recetas para corazones solitarios

Autora: Abby Clements
Editorial: Círculo de lectores
Páginas: 360

Sinopsis

Imogen ha hecho realidad sus sueños de adolescente: tras abandonar la lluviosa Gran Bretaña, se ha instalado en Tailandia, donde pasa sus días entre amigos, playas y la fauna marina tropical que tanto le apasiona fotografiar. Su objetivo no es otro que, algún día, lograr reunir todas esas instantáneas en una exposición que estalle en colores sobre las blancas paredes de una galería. Además, comparte con Luca pasión, noches e ilusión. La vida también le sonríe a su hermana Anna en Inglaterra, feliz con el ascenso en la empresa donde trabaja e ilusionada con mudarse junto a su novio Jon a su nuevo piso.
Imogen y Anna parecen encaminarse feliz y tenazmente hacia el futuro que ambas siempre habían deseado, pero la inesperada muerte de la abuela Vivien trastocará todos sus planes y pondrá sus vidas y proyectos en cuarentena. Porque, en la lectura del testamento, descubrirán que ambas son las flamantes propietarias de la heladería familiar. Con el verano llamando a la puerta, y enfrentadas a la necesidad de elegir entre vender el local o hacerse cargo del mismo, ambas decidirán tomar las riendas del legado de Vivien y recorrer juntas la senda de la renuncia y la satisfacción, del desengaño y las alegrías que conllevan los giros que el destino, siempre sorprendente, les tiene reservados y que esconde en sus recovecos sombras de amor y amistad. (Sinopsis de la editorial)

Reseña de Custis
La heladería de Vivien y sus recetas para corazones solitarios, de Abby ClementsNovela soporífera hasta el infinito, lo único que despierta en el lector son unas mínimas ganas de comprarse un helado.
Abby Clements se presenta como una escritora de éxito, amante de lo vintage y de los domingos sin tener nada que hacer. Con esta obra, se me antoja una persona aburrida que vive en una ensoñación constante y que rezuma azúcar por todos los costados, al igual que sus personajes.
Vivien es una entrañable abuela, defensora de las causas perdidas, cuyo fallecimiento trae consigo la herencia a sus dos nietas, Imogen y Anna, de una heladería venida a menos. Éstas deciden dejar a un lado sus sueños y trabajos para adentrarse en la aventura de convertir un local decadente en un negocio fructífero.
Podría haber sido una novela original, refrescante y con chispa como algunos de los helados que en ella se exponen, pero lo que me he encontrado en ella ha sido un quiero y no puedo, un intento a parecerse al humor ácido de Marian Keyes, una trama más que previsible en la que los personajes parecen sacados de la película Pleasantville. Y es que, tanto Anna como Imogen, se presentan como dos jóvenes muy diferentes entre sí, pero adorables y cursis hasta la médula, al igual que sus familiares, sus parejas y en definitiva, cualquier personaje secundario que tiene sus momentos de gloria entre las líneas del libro. No en vano, los malos se convierten en malos edulcorados, con unas ansias de venganza insignificantes y cuyos enfados equivalen a los de cualquier crío en el patio del colegio.
Para  todavía darle un toque más “cool” a la novela (o quizás para ganarse un dinero extra) Clements utiliza nombres de marcas para referirse a productos. Así, Imogen no usa zapatillas convencionales, utiliza “converse”; el té que beben sus personajes es “PG Tips” y nunca nunca “Tetleys” y  les encanta Karen Miller. Publicidad encubierta en la literatura… ¡Adónde vamos a parar!

La heladería de Vivien y sus recetas para corazones solitarios, de Abby Clements

Abby Clements


Antes de que me tachéis de dura, cruel e intransigente, os confesaré que no todo en el libro me ha dado un ataque de hiperglucemia. Las últimas páginas han desfruncido el ceño que tantas horas llevaba formando arruga en mi frente. No se trata de los agradecimientos, que ni siquiera he leído por temor a volverme diabética, sino a unas recetas de helados que podrían ser útiles en esos domingos sin nada que hacer que tanto le gustan a la escritora.  ¿Os gustan los helados? Igual os pasáis a los batidos tras leer a Clements…

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