Revista Cultura y Ocio

La Historia Compartida – Vlad El empalador

Publicado el 01 noviembre 2016 por César César Del Campo De Acuña @Cincodayscom

La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña

Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. En esta ocasión vamos a conocer mejor a uno de los grandes villanos de la historia.

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¿De quién hablamos?: de Vlad Drăculea, Vlad Tepes, Vlad III o Vlad el Empalador (como prefieran) Principe de Valaquia (sur de Rumania) nacido a finales de 1928 (entre Noviembre y Diciembre) en Sighișoara, Transilvania. Falleció en 1476 en una emboscada en la que, probablemente, fue traicionado por sus propios soldados. Su cabeza termino clavada en una pica en Estambul.

¿Por qué paso a la historia?: Su figura ha pasado a la historia por inspirar al mundialmente famoso Conde Drácula, personaje de ficción credo por Bram Stoker en 1897. Por otro lado Vlad Drăculea es recordado como como paladín de la cristiandad contra la invasión musulmana y como uno de los personajes más sádicos y malvados de todos los tiempos.

¿Sabías que…?: Fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad Dracul y la princesa Cneajna de Moldavia. Su padre fue uno de los dirigentes más despiadados y crueles de su tiempo. Formaba parte de la Orden del Dragón, hecho que supuestamente le valió el sobrenombre de Dracul (Dragón) pero lo cierto es que Dracul en rumano antiguo también significa diablo. Su primogénito también fue nombrado miembro de la Orden del Dragón por concesión de Segismundo de Luxemburgo en el año 1431. El joven Vlad se convirtió entonces en Vlad Drăculea (hijo del Dragón o hijo del Diablo). Su infancia fue traumática ya que a los 13 años de edad fue entregado por su propio padre a los Turcos como rehén. Fue criado por criado por el sultán Murat II, el cual no dudo en ordenar que adiestraran al joven príncipe en el arte de la guerra. Cuando el padre de Vlad Drăculea fue asesinado en 1447 se convirtió en Principe de Valaquia (según las fuentes consultadas o huyo de los turcos reunió un ejército y se hizo con el poder o fue apoyado por los otomanos en su ascenso).

Reino en tres ocasiones. La primera vez que reino fue en 1448. Luego de 1456 a 1462 y finalmente en 1476, el año de su muerte. Entre 1448 y 1456 estuvo buscando apoyos y llego a la corte de Juan Hunyadi del que se convirtió en consejero por sus vastos conocimientos sobre los turcos y por su odio a Mehmed II, hijo de Murat II.  Llego al poder una vez más tras derrocar a Vladislav II (un títere en manos de los húngaros y los Turcos) dirigiendo un contingente transilvano apoyado por un noble de la Casa Bathory (la misma casa a la que pertenecía Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta). Fue reconocido como Príncipe de Valaquia por los Reinos Cristianos tras derrotar a Vladislav II (en combate singular o ejecutándole, según la fuente) en 1456. Su reinado del terror duro solo seis años ya que huyo a Hungría cuando no pudo contener más la invasión turca de Valaquia. El Rey de Hungría lo encarcelo durante 12 años y su medio hermano Radu el Hermoso, apoyado por los turcos, se convirtió en el dirigente títere de Valaquia. Tras ser liberado volvió a Valaquia liderando junto al príncipe Esteban Bathory de Transilvania un contingente de transilvanos, boyardos valacos y un pequeño número de moldavos enviados por su primo, el príncipe Esteban el Grande de Moldavia. Tras la batalla de Vaslui volvió a ser nombrado príncipe, pero cuando Esteban Bathory regreso a Transilvania le dejo en una posición muy débil frente a sus numerosísimos enemigos. En 1476 pudo morir de tres formas; Se dice que pudo ser confundido con un soldado turco al ponerse sus ropajes para huir. Pudo ser traicionado por sus guardaespaldas o pudo morir en combate.


Arriba han podido leer la historia extremadamente resumida de la vida de Vlad Drăculea, pero lo que más interés suscita en el lector son los cientos de atrocidades que cometió durante sus reinados como Príncipe de Valaquia. Aquí les dejo algunas historias reales sobre la crueldad del hombre que inspiraría al personaje del Conde Drácula.

Mojaba el pan en sangre. Vlad III a diferencia del personaje de ficción no bebía la sangre de sus víctimas mordiéndoles en el cuello pero si mojaba pan en la sangre de sus enemigos caídos a los que no dudaba torturar con gran crueldad. El manuscrito del siglo XV sobre su figura escrito por Michel Beheim detalla como Vlad III en una ocasión invito a algunos aliados a su castillo.  Tras una opípara cena hizo que a esos aliados a los que consideraba unos traidores fueran empalados allí mismo. Las estacas de punta roma penetraron lentamente en los cuerpos de aquellos desdichados (alguno de ellos tardo en morir tres días) mientras que Vlad terminaba su cena extasiado por la visión que tenía en frente. Como último guiño de crueldad ordeno que se recogiera la sangre de sus enemigos los cuales vieron como en sus últimos y agónicos momentos de vida aquel monstruo mojaba el pan en ella.

Los banquetes sangrientos. Cuando Vlad III se convirtió por primera vez en Príncipe de Valaquia organizo un festín para todos los nobles. Lo que estos no sabían es que el joven príncipe sabía que algunos de ellos habían traicionado a su padre. Lo cierto es que Vlad III no sabía concretamente quienes habían perpetrado el complot que termino con la vida de su padre, por lo que decidió asesinar a todos los nobles. En total 500 personas fueron empaladas en uno de sus banquetes sangrientos, tradición que siguió repitiendo en innumerables ocasiones con sus rivales. Curiosamente y a pesar de que rápidamente se supo que ocurría con los comensales sentados a la mesa de Vlad III, los nobles no rechazaban la invitación ya que si desairaban al príncipe no solamente ellos serían torturados hasta la muerte, sino que toda su casa correría la misma suerte.

No solo disfrutaba empalando a sus enemigos. Parece que Vlad III solo empalaba a sus rivales pero lo cierto es que el príncipe disfrutaba enormemente de otros tipos de tortura. Si bien es cierto que su manera preferida de terminar con las personas que supusieran un posible escollo para su poder era por medio del empalamiento, no dudaba en mandar a que algunos de ellos fueran despellejados vivos o cocinados vivos para luego ser servido a sus familiares.

Macabro sentido del humor. Vlad III tenía un peculiar sentido del humor que le llevaba a hacer chistes terribles sobre sus víctimas. En el libro In Search of Dracula: The History of Dracula and Vampires de Radu Florescu, cuenta como Vlad III disfrutaba de como los cuerpos de sus víctimas por empalamiento se contraían como ranas cuando poco a poco la estaca iba atravesándoles. Vlad III acompañaba aquella grotesca imagen como comentarios como: “¡Oh, qué gracia tan grande exhiben!”. En otra ocasión, un visitante en su castillo le encontró en una sala rodeado de cadáveres en descomposición. Vlad III le pregunto a su invitado ¿le importa el mal olor? Este, que no debía saber con quién se estaba jugando el pan, contesto afirmativamente. Acto seguido Vlad III ordeno que lo empalaran y que lo colgaran del techo donde la peste no era tan penetrante.

Una mala bestia. Hay quien piensa que Vlad III era el típico noble europeo endeble que se escondía tras su guardia y hacia lo que se le antojaba por el mero hecho de formar parte de la nobleza. Aunque esa última afirmación puede ser correcta, lo cierto es que El Príncipe de Valaquia era un hombre fornido que jamás rehuía el combate en el que, además, se desenvolvía con especial ferocidad. El delegado Papal en la corte húngara Nikolaus Modrussa lo describió así: “No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra”

Solo un castigo. Vlad III no diferenciaba entre el asesino, adultero o ladrón. A todos les esperaba el mismo destino en caso de que quebrantaran la ley de algún modo: La muerte. Disfrutaba especialmente torturando a los nobles, ya que según el mismo obtenía mayor satisfacción a mayor rango tenía el pecador.

Quemo vivos a todos los pobres y enfermos de la capital de Valaquia. Vlad III invito a todos los desfavorecidos a un copioso banquete en una de sus residencias. Una vez estuvieron todos allí, El Príncipe se sentó con ellos y disfruto de la comida. Una vez termino el primer plato fingió ausentarse. Aquellas pobres almas no sabían que su Príncipe había abandonado el edificio. En cuanto salió ordenó que quemaran hasta los cimientos aquel lugar. No hace falta decir que no hubo un solo superviviente. Por otro lado, los castigos brutales contra sus propios súbditos no se limitaron a aquel acto de infinita crueldad (o compasión a sus ojos), ya que de cuando en cuando no dudaba en asaltar pueblos y aldeas bajo su protección. Hay que añadir que cuando los turcos invadieron Valaquia, Vlad III se dedicó a envenenar pozos y a arrasar poblaciones enteras para que sus enemigos no encontraran en sus tierras ningún tipo de satisfacción.

Precursor de la guerra psicológica. Cuando Mehmed II entro en Valaquia cuenta que se encontró con un bosque de 20.000 personas empaladas en los alrededores de Targoviste, la capital del principado. Aquello era una advertencia para los turcos, ya que aquellos 20.000 desdichados eran prisioneros de guerra de esa nacionalidad. Por otro lado, durante la campaña de invasión de Mehmed II, Vlad III urdió un burdo aunque efectivo intento de asesinato del sultán otomano. El Príncipe de Valaquia mando a un grupo de sus soldados vestidos de soldados otomanos al campamento en el que estaba Mehmed II para que lo asesinaran mientras dormía en su tienda. El plan no tuvo el éxito esperado, pero logro que los turcos se pasaran la noche entera acuchillándose los unos a los otros buscando a los soldados del El Empalador.

Genocida. Durante su segundo reinado se estima que Vlad III asesino entre 40.000 y 100.000 personas (aproximadamente el 20% de la población de Valaquia).

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