Revista Coaching

La historia de Francisco, el hombre que no supo evolucionar

Por Utopiacf

Francisco, cavador de zanjas

Francisco es un hombre trabajador. Extremadamente trabajador. Francisco es cavador de zanjas. Desde hace 10 años, se levanta todas las mañanas con la salida del sol, coje su pala, pregunta a su patrón donde tiene que cavar y pasa el resto del día cavando en línea recta en la dirección que le ha indicado el patrón, sin parar siquiera para beber agua. Cuando cae el sol, regresa a su casa exhausto y con la satisfacción del deber cumplido.

A Francisco le gusta su vida. Puede parecer monótona, pero disfruta mucho con su trabajo. Francisco nunca ha dado ningún problema a su patrón. Es una buena persona y siempre ha hecho lo que se le ha pedido sin rechistar y de buena gana.

A lo largo de los años, Francisco ha tenido muchos compañeros de trabajo. Nunca tan trabajadores como él, desde luego. Ninguno con tanta experiencia en el manejo de la pala. Algunos venían con ideas nuevas y “revolucionarias”. Que si es mejor excavar en varias zanjas a la vez, que si es mejor coger la pala de otra forma, que si es mejor que algunos caven mientras otros retiran la arena con carretillas, que si los martillos hidráulicos hacen más sencillo el trabajo…

Siempre que escucha una idea de alguien con menos experiencia que él, Francisco se sonríe y calla. Él lleva 10 años desempeñando su puesto con dedicación y eficiencia. Las cosas funcionan tal y como se han hecho siempre y en su empresa todos cobran a fin de mes su jornal puntualmente. No hay motivos para molestarse en cambiar algo que funciona.

Muchos de estos novatos no duran en la empresa más de unos pocos años. «Es un trabajo demasiado duro para los jóvenes», piensa Francisco mientras cava su zanja diaria. «No hay mucha gente que esté hecha de la pasta de la que yo estoy hecho», reflexiona orgulloso mientras retira palada tras palada de arena.

Es cierto que algunos de estos novatos continúan en la empresa. La mayoría están desempeñando labores muy diferentes a la suya: algunos manejan maquinaria, otros trabajan en cuadrillas en las que se reparten las tareas. Por alguna razón, en su momento el patrón decidió probar alguna de las ideas que proponían los novatos. «Bien por ellos», piensa Francisco, «son ganas de complicarse la vida». Puede que haya más formas de cavar zanjas que como lo hace Francisco después de todo, pero la suya funciona. Experimentos, con Cocacola.

Algunos de estos novatos han cambiado de puesto dentro de la empresa. Entraron como peones y ahora son responsables de una cuadrilla, manejan una excavadora o han sido destinados a otros lugares donde su trabajo ya no es cavar zanjas. Pero eso a Francisco no le importa. Le gusta su forma de vivir y se siente realizado con su trabajo. Gana lo suficiente para llevar una vida sin sobresaltos y no necesita mucho más.

Pero un buen día, el capataz se acercó a Francisco cariacontecido y le comunicó que estaba despedido. Francisco no salía de su asombro. Alegó que era uno de los empleados de más antiguedad de la empresa y que nadie trabajaba más horas que el. Nunca había dado ningún problema después de todo y siempre había desempeñado su labor con una eficiencia exquisita. ¿Por qué le despedían entonces?

La respuesta del patrón fue la siguiente:

«Trabajas mucho Francisco, y eres un buen tipo, pero necesitamos más de alguien en tu puesto. Mejor dicho, necesitamos un perfil diferente. Has tenido años para aprender a trabajar en equipo. Durante todos estos años, apenas has evolucionado como profesional. A lo largo de una década, no has aportado ninguna idea valiosa a la empresa que hiciera mejorar nuestra forma de hacer las cosas, no eres nada proactivo. Cuando el negocio de la empresa se diversificó, tú decidiste seguir cavando zanjas a tu manera porque tienes miedo al cambio. Incluso en tu puesto, estás compitiendo con compañeros que, aunque trabajan menos horas, nos hacen ganar más dinero que tú porque saben manejar maquinaria o han desarrollado mejores técnicas para cavar que los hacen más productivos.

Te apreciamos y nos ha costado mucho tomar esta decisión Francisco, pero necesitamos a alguien que nos aporte otras cosas»

¿Proactividad? ¿Evolucionar como profesional? ¿Productividad? ¿De qué demonios estaba hablando el patrón? Francisco había trabajado muy muy duro durante 10 años sin dar un solo problema y siempre había hecho lo que le pedían. Eso es lo importante, no las chorradas de los palabros de moda.

Cabizbajo, Francisco emprendió el camino del trabajo a su casa por última vez sin terminar de entender todavía por qué le habían despedido. Pensó que seguramente el patrón se daría cuenta de su error en unos pocos días, cuando comprobara que su sustituto no era capaz de trabajar tantas horas ni tan duro como él, y le llamaría para ofrecerle su antiguo puesto.

Pero el patrón nunca volvió a llamar.

Escrito por .

Acerca de mí

Soy especialista en SEO y Desarrollo Web y un completo apasionado de la Productividad Personal, aunque lo que más me gusta de mi trabajo es poder aplicar mis conocimientos a la dirección de equipos y la gestión de proyectos. Puedes seguirme en mi blog danielgrifol.es


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