Revista Psicología

La Historia de Paul

Por Jorge Villanueva @elcaminomediojv
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Mi Historia

Hoy quiero contarte una historia.

La historia de una persona a la que llamaremos… Paul.

Paul era un chico hambriento de crecer, pero muy confundido.

Recién estaba por terminar la secundaria, faltaban pocos días.

A pesar de que no tuvo viaje de promoción, de que la fiesta de fin de año fuera un desastre, de que terminara con su primera enamorada después de dos años, él seguía hambriento.

Quería ser una persona exitosa, tener un gran negocio y mucho dinero. Aunque no sabía cómo lo haría.

Él lo tenía todo.

Su familia lo adoraba, tenía su confianza, era hijo único.

Ya terminando el colegio manejaba el bmw de su abuelo, le daban dinero para salir cada semana, el cual usaba más que nada para comprar videojuegos y viciarse encerrado en su cuarto semanas enteras jugándolos (cosa que le encantaba) con sus cajas de cigarros y botellas de gaseosas.

Hacía fiestas cada semana en su casa, se emborrachaba, se divertía, se destruía, sin querer queriendo, poco a poco.

De vez en cuando al aburrirse de tanta vagancia le gustaba leer. Pero no literatura en sí, le gustaba todo lo referente al Desarrollo Personal, aunque de que tenía sobrepeso, fumaba como chino en quiebra, tomaba botellas y botellas de gaseosa de 3 litros al día, y su vida, a pesar de las ganas que tenía de crecer, parecía tener un rumbo muy negativo.

De alguna forma sabía que estaba haciendo mal. Habían momentos en los que buscaba dejar el cigarro, remplazar las gaseosas, mejorar su vida, proyectarse mejor. Pero duraban muy poco. Tenía un buen lunes y un buen martes, pero el miércoles, un cigarrito… para la noche del mismo día ya estaba con 3 cajas grandes de marlboro, 3 gaseosas de 3 litros y el juego perfecto para el resto de la semana. Así… hasta el próximo lunes, el día en que estaba “decidido” a cambiar.

Así pasaron AÑOS.

Pero no nos adelantemos, hay más dentro de todo esto.


¿En qué me quedé?

Ah sí, estaba acabando el colegio.


La universidad era el próximo paso.

Un día, el mismo mes que terminó el cole, mientras regresaba del establo de su tío, este le dijo, “Tú vas a entrar a la universidad acabando el verano, sí o sí, sin peros.

Ese mismo tío al cual adoraba, le dijo poco antes que si decidía estudiar economía, le pagaba la mejor universidad del país en ello. Le había aconsejado estudiar esa carrera porque decía que era bien pagada, y lo convenció.

Pero Paul no quería entrar todavía, “necesitaba” descansar.

Convenció a su abuelo para postular recién finalizando el próximo año, no se sentía “preparado”.

Estudió en una academia por unos meses. Luego entró a la pre de la universidad y finalmente logró ingresar a la mejor universidad del país, y con buenas notas.

Era inteligente el fumón después de todo.

No dejó el cigarro, no dejó la gaseosa, no dejó los juegos. Pero gracias a los libros que leía supo organizarse mejor.

Los primero dos ciclos le fue muy bien. Sin embargo, poco a poco todo se le hacía más y más difícil. Fue en el tercero en el que recién se dio cuenta, que la estaba jodiendo toda.

No le gustaba la carrera, las matemáticas eran intensas y no estudiaba lo suficiente.

Le fue tan mal que se tuvo que retirar del ciclo.

Se sintió pésimo, estaba muy confundido, tanto que terminó dejando la carrera y para colmo, la universidad.

No sabía qué hacer. “¿Qué mierda pasó?” Se preguntaba.

Tuvo que mentirle a su familia diciendo que le iba bien pero que eso no era lo suyo, quería encontrar algo de acuerdo a lo que le guste de verdad, lo cual realmente no estaba mal salvo la mentira de que le iba bien.

Luego de unos meses intentando crecer rápidamente en un negocio de mercadeo en red donde le fue pésimo por su falta de constancia y disciplina, entró a otra universidad, a la carrera de Administración y Finanzas. Estuvo un par de semanas y todo le era fácil, salvo que sentía nauseas cada vez que se sentaba en un salón de clase.

No había llegado la quincena todavía, cuando se retiró nuevamente de la universidad.

Estaba desesperado.

Lo que él quería era encontrar su pasión.

Algo que no le dé flojera de hacer. Algo que sin importar cómo se sienta lo hiciera.

Pero no tenía idea de qué podía ser.

Mientras tanto, pasaba el tiempo, y seguía, suavemente, destruyéndose.

Pero intensificó su búsqueda.

En ella, se dio cuenta que una de sus virtudes era que sabía dar muy buenos consejos ante cualquier problema que alguien tuviera. Le gustaba ayudar, le gustaba ver felices a los demás, ver cómo superaban sus dificultades y salían adelante, lástima que no lo hacía muy seguido porque paraba encerrado en su habitación.

Poco a poco su gusto por el Desarrollo Personal se fue intensificando. Le fascinaba todo respecto a ese tema. A pesar de que no era un ejemplo para nada a seguir, él sabía diferenciar lo que estaba bien de lo que estaba mal, él sabía qué hacer para resolver la situación de muchas personas incluyendo la suya, solo que igual se iba por el mal camino por preferir un tanto inconscientemente su satisfacción inmediata en vez de su futuro… ignorando su conocimiento.

Comenzó a indagar más, aparte de sus libros de autoayuda, empezó a leer y seguir sitios web de Desarrollo Personal tanto en inglés como en español.

A él le encantaba, sentía que se nutría de información tan útil. Sentía que todo el mundo debía saber de esto, aprender de esto.

Y una vez mientras leía y continuaba su búsqueda, se le prendió el foquito.

Se dijo, “Me gusta ayudar, me gusta todo lo relacionado a la autoayuda, sé escribir decentemente y me expreso mejor así, paro todo el día en la computadora… ¿Por qué no creo una web de Desarrollo Personal?

YOLO

Tomó un par de cursos sobre creación de páginas web y marketing online, consiguió un contacto importante que tenía un gran sitio web acerca del tema que lo maravillaba y recibió sus consejos. Y así, en un par de meses, Paul creó su propio sitio web de Desarrollo Personal.

Ya estaba listo, ahora solo tenía que crear contenido y propagarlo por todas partes para que lo leyeran.

Pero…

Estaba aterrado de publicar algo.

Quería que fuera perfecto, probó mil formas distintas, nada era suficiente. Finalmente, después de tantas vueltas, hizo un video y un artículo, pero los dejó guardados porque sentía que no eran tan buenos como quería.

No fue hasta que se motivó lo necesario que los publicó.

Se empezó a zafar los miedos y comenzó a promocionar su contenido.

Seguía queriendo que todo sea perfecto y le tomaba mucho publicar algo.

Los vicios seguían y pocas veces escribía.

A pesar de que ya había gente que lo leía, seguía confundido, tenía terror a fracasar, a las críticas. Pasó un año así. No llegó ni a la docena de artículos en todo el tiempo transcurrido.

Pero llegó la magia de la navidad y el próspero año nuevo, en el cual se motivó de forma tal que empezó a escribir mucho más seguido.

Las visitas a su web y sus seguidores aumentaron mucho más rápido en comparación del año pasado. Promocionó un par de infoproductos de Desarrollo Personal en su página y empezó a ganar algo de dinero. Sus vicios disminuyeron enormemente, estaba enfocado, sentía que había encontrado el camino indicado.

Pero no todo puede ser color de rosas, ¿no?

Hubo problemas. Problemas familiares.

Su abuelo, el patriarca de la familia, enfermó.

Una misteriosa enfermedad degenerativa que no tenía cura.

Su hijo, el tío de Paul, empezó a administrar el dinero de su abuelo para la familia.

Y comenzó la caída.

Ese año tan bueno, finalizó como el peor de la vida de Paul.

El dinero era escaso, aunque no necesitaba mucho. En diciembre de ese año sus abuelos se fueron a vivir a su casa de playa debido a que su tío tenía la intención de vaciar el lugar donde vivían para poder alquilarlo y tener dinero extra porque el que había, no le alcanzaba.

Su madre sufrió una crisis, enfermó y estuvo en el hospital por unos meses. Ya comenzando el próximo año se fue a vivir con sus padres, los abuelos de Paul.

Paul se quedó solo, por decisión propia.

No quería que su sueño de crecer se esfume en la nada. No quería dejar de ayudar. Le estaba yendo tan bien, estaba tan cerca del cambio total.

No pudo ir con su familia porque en la playa no llegaba señal de internet y eso era algo básico para seguir con su sitio web.

Tomó la decisión y se fue a vivir sólo en un cuarto alquilado.

Tuvo que vender prácticamente todo lo que tenía. Su equipo de gimnasio, su simulador de autos, su escritorio, sus libros, su cámara, su cama, etc.

Se compró una laptop y siguió con lo suyo.

Pero no pensó lo suficiente. No pensó en que su dinero se iba a acabar en cualquier momento.

Tenía que pagar su comida, su techo, sus necesidades básicas en general, ya no recibía ayuda.

Estaba destruido, nunca había trabajado, no tenía ningún certificado de la universidad, no le quedaba más dinero, ya no recibía la ayuda de su familia, y lo que ganaba promocionando algo en su sitio web, no llegaba ni a los 50 dólares cada par de meses.

“Qué hice, no debí dejar la universidad, ahora es demasiado tarde, mi vida se está yendo al tacho”, pensaba.

Paul, tuvo que tomar otra dura pero necesaria decisión. Dejó su sueño a un lado para trabajar de lo que sea para sobrevivir.

Empezó como mozo en un comedor.

Le alcanzaba con las justas. Felizmente sabía hacer un presupuesto y administrar sus finanzas adecuadamente.

Ya los vicios eran escasos, una media hora de vez en cuando al finalizar el día para relajarse un poco.

Poco después consiguió un “algo mejor” trabajo como mozo en un restaurante.

Le empezó a ir mejor.

Ganaba más, pero tenía mucho menos tiempo para hacer algo después del trabajo. Quería retomar su web por las noches pero todavía le costaba. Se sentía tan cansado, decaído, sin fuerzas.

Su mamá nuevamente entró en crisis, no soportaba vivir en la playa, sin un centavo para hacer algo, lejos de todo, no aguantaba a su hermano, el tío de Paul (nunca se llevaron bien), tuvo que ser internada otra vez.

Al salir, ella ya no quería volver. Prefería quedarse ahí antes que regresar.

No hubo opción, Paul habló con su tío y decidieron alquilar un pequeño departamento para que pueda vivir con su madre.

Paul también logró encontrar un trabajo con un mejor futuro, mayor aprendizaje, pero menor sueldo y donde prácticamente estaba todo el día en él.

Ya estaba traumado.

Su tío no le iba a pagar el departamento de por vida. Su mamá, quien no podía trabajar, necesitaba medicinas costosas para estar bien. Ahora él tenía que mantenerse no solo a sí mismo sino a su madre. El futuro lleno de éxito que Paul tenía proyectado tiempo atrás estaba totalmente nublado. No quería ser un empleado el resto de su vida. Quería ser independiente, quería seguir con sus sueños, quería vivir.

Estaba tan arrepentido por todo, por no haber aprovechado mejor lo que tenía desde un principio, por no haberse dedicado más, si lo hubiera hecho, ahora ya estaría prácticamente independizado económicamente con su sitio web.

Pasaban los días y Paul lentamente comenzaba a aceptar su triste futuro.

Qué podía hacer…

Podía hacer lo que decidió hacer.

Un día Paul, después de mucho tiempo, se puso a pensar bastante respecto a su vida y todo lo que había pasado.

Comenzó a darse cuenta de muchas cosas.

Su familia sigue ahí, y lo sigue queriendo.

Puede no tener lo que tenía antes, pero tiene algo muy importante… sueños.

Se dio cuenta que él enseñaba mucho en su web, pero no lo aplicaba todo, no como debería ser. Leía libro tras libro, se llenaba de valiosa información, pero se quedaba en eso, en información.

Se dio cuenta de que le gustaba ayudar, pero hacía lo que hacía en su web principalmente con el fin de independizarse, y eso no debía ser así, su principal motivación tenía que ser el ayudar a los demás. El no contentarse con que lo lean, si no que sus seguidores hagan algo al respecto y mejoren.

Se dio cuenta que debía dar el ejemplo en todo lo que decía, probar a los demás que sí se puede, que sin importar el costo, si uno realmente quiere conseguir algo, puede hacerlo.

Se dio cuenta que a pesar de que trabajaba todo el día, tenía tiempo, siempre lo había solo que lo desperdiciaba.

Se dio cuenta que si uno quiere crecer, y todavía está abajo, tiene que sacrificarse mucho más que estando arriba.

Sacrificar diversión, sacrificar horas de sueño, sacrificar muchas cosas. Dar todo de sí para lograr sus objetivos. Ser disciplinado y perseverante. No ceder a los miedos, a la flojera, a las dudas pasajeras, al placer inmediato.

Y así fue como Paul se puso bien los pantalones y siguió el recorrido de sus sueños.

Recién está empezando, lleva un mes viviendo con su madre, hace poco conoció a una mujer increíble que ahora es su pareja. Está decidido a salir adelante, a cambiar, a dejar sus vicios que tanto lo retuvieron. Está decidido a ayudar a toda la gente que le sea posible sin esperar algo a cambio, salvo la mejora de ellos. Sabe que así, lo demás vendrá solo.

Paul hoy tuvo un día bien pesado, como casi todos… no tenía “ganas” de hacer nada al volver del trabajo en la noche, solo descansar porque no durmió bien la noche anterior. Pero su decisión hizo que ahora él esté terminando de escribir estas líneas, para así convertir estos problemas tan grandes que tiene en una gran oportunidad. En la oportunidad de salir adelante estando abajo, y demostrarle a todos que sí se puede. Que los sueños no se quedan en sueños si uno se propone alcanzarlos. Y yo sé que lo probará. Su hambre es inmensa, tan grande como su sueño de mejorar el mundo.

Supongo que ya te diste cuenta que esta no es una historia ficticia. Que el personaje de este relato no se llama Paul.

Esta es mi historia, y quería compartirla. Espero pronto poder compartirte la otra parte de muchas que iré desarrollando día tras día.

Por lo pronto iré publicando semana tras semana algo nuevo para ayudarte en tu propia historia.

Solo te pido algo.

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Jajaja no mentira.

Quería pedirte que no te rindas, sueña y en grande, date cuenta que cada problema, por grande que sea, es una oportunidad, es un nuevo reto. El fracaso no es más que una experiencia que puedes aprovechar para mejorar en el siguiente intento. Pero no te quedes en eso. No intentes nada más. Convéncete de que tus sueños tienen que ser cumplidos. De que tienes que hacer algo al respecto. Y es necesario que des todo de ti para ello. Puede doler, puede costar mucho, puede que casi nunca tengas ganas, yo no las tenía hace un rato, pero sé que mientras me atreva a hacerlo, mientras supere ese pequeño pero jodido obstáculo que es dar el primer paso y comience a hacer lo que tengo que hacer, día a día, puedo lograr lo que sea que me proponga.

Así que deja de leer esto que ya terminó, y ponte manos a la obra que tienes varios sueños que construir.

Nos vemos en una próxima publicación, un abrazo.

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Jorge Villanueva escribe sobre temas relacionados al Desarrollo Personal de cada persona en cada aspecto de su vida y la Búsqueda de un Equilibrio entre estos. Para recibir su mejor contenido únete gratuitamente a su comunidad.


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