Revista Psicología

La Identidad Familiar

Por Gonzalo


Desde las instituciones más cercanas a la persona se acrisola la propia identidad. “Mi dios, mi cultura, mi etnia, mi ciudad, mi barrio, existen, mal que pese”, advierte Manuel Castells, refiriéndose a nuestra identidad social.

La Identidad Familiar

Nos gustaría aplicar su noción de identidad primaria -núcleo que enmarca al resto- a la generada en el seno de la familia y ver cumplida su idea de identidad-proyecto a través de un proceso educativo ilusionante (La era de la información. El poder de la identidad, 2003).

Pueden existir tensiones y contradicciones en todas las posibilidades de identificación anteriormente citadas. Estimamos que, en casos extremos, los jóvenes pueden buscar afiliaciones en grupos marginales y fundamentalistas.

La Identidad Familiar

Éstos podrían llegar a usurparles el sentido de sus vidas, aprisionándoles en sus escasas, elementales y pretendidamente claras reglas de juego.

No cabe duda de que, entre las fuentes identitarias, la familia es la institución básica que troquela la identidad personal, a través de la profunda vivencia de toda una constelación de creencias, valores, normas, actitudes, distribución de papeles sociales, sentimientos, percepciones -y hasta sensaciones táctiles y olfativas- que nos acompañarán como referentes -¡aunque sea para cambiarlos y ¿mejorarlos?!- durante toda la vida.

Por ello se ha considerado que la familia es un agente socializador primario: nos hace miembros de un grupo social determinado, el más importante, donde la relación es totalizante, para toda la persona, abarcando los aspectos cognitivos, afectivos y relacionales.

La Identidad Familiar

Familia

A través de la familia nos ponemos en contacto con otras instituciones, comenzando entonces el proceso de socialización secundaria y asumiendo los papeles sociales, impuestos por la división del trabajo.

Queda, pues,  claro que la familia es el principal “grupo primario” o psicogrupo. En la nomenclatura del gran sociólogo Ferdinand Tönnies (1979), es una comunidad y no una mera asociación o sociedad, precisamente porque se pone en común la intimidad de la persona y su vida afectiva.

La Identidad Familiar

Comunidad

Las comunidades, y en especial la familia, colman una motivación humana tan importante como el sentimiento de pertenencia y estima. En ella, debido a la prolongada inmadurez del niño, su vulnerabilidad física y emocional, fraguan las creencias, actitudes, valores, autoconcepto y personalidad. Los padres y hermanos son los primeros otros significativos con los que se identifica -y progresivamente se diferencia- como en un espejo.

La dinámica familiar, actualmente, es distinta sociológicamente  casi mes a mes, por así decir. Pensemos en la tecnología que se almacena en los hogares de nuestro entorno, desde las consolas de videojuegos, los móviles, la mensajería instantánea y la navegación, más o menos descontrolada, por la red de redes (tantas veces sólo para descargar música e imágenes).

La Identidad Familiar

Identidad Virtual

En muchos casos una nueva identidad virtual se está gestando en las propias casas, sin que los adultos nos demos cuenta apenas. Los jóvenes tienen a su alcance la posibilidad de inventarse o, por lo menos, distorsionar su personalidad. Y, también, por supuesto, enriquecerla y hacerse más libres y competentes.

Pero algo que en este momento resulta candente, desde el punto de vista de la redistribución de papeles sociales, es la nueva representación del sistema sexo-género y sus funciones, hacia cotas más igualitarias en conducta y poder decisorio, tanto en el seno de la familia como en la sociedad. También, creemos que el estatus cultural, no tanto el económico, influye en la autoestima de los hijos.

Fuente: Adolescentes de hoy buscando sus valores  (Manuel Pintor / Isidro Pecharromán).


Volver a la Portada de Logo Paperblog