Revista Educación

La ignorancia graciosilla que me toca las gónadas

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Dirán que es exagerado. Que a mí qué me importa que un medio angloparlante le de pábulo a un “periodista” graciosete que publica un artículo burlándose de los nombres que se le han puesto a unos asteroides. De hecho, tras mostrar mi indignación en twitter, hay quien me ha dicho que me relaje, que solo es la opinión de un tío al que no le gustan cómo suenan en inglés los nombres “Miguel Hernández” o “Javier Gorosabel”, entre muchos otros. Claro. Si tienen razón, por qué iba yo a mosquearme. Si el impronunciable nombre del periodista fuese criticado en alguna tribuna se nos trataría de xenófonos, o vaya usted a saber. Pero claro, los impronunciables son los nombres de dos personas que este señor ni se ha molestado en buscar.

Y como me ha tocado mucho las gónadas no pondré ni el enlace, les adjunto una captura de pantalla de la porquería de artículo graciosete que ha publicado el bicho este (en inglés, claro). Hasta grima me da…

Y ahora les explico por qué me ha molestado.

La ignorancia graciosilla que me toca las gónadas
Hace unos años, en un congreso de astronomía, conocí en persona a un astrofísico (ya lo conocía antes de vista y de los impresionantes trabajos que había hecho) que no paraba de sonreír y que, aunque estaba afónico, estuvo cantando y contando chistes durante toda la cena del congreso con otro muy buen amigo. Ellos se conocían desde la facultad. Se notaba que era una persona encantadora. ¿Saben esas veces en las que una piensa “Merece la pena conocer a este tío, es muy grande”? Lo suyo era contagio de alegría.

Pocos meses después me entero de que ha fallecido. Con 46 años y una trayectoria brillante (solo tienen que ver las citas a sus trabajos científicos), Javier Gorosabel se fue. Dicen quienes le conocían que se fue valiente. A él se lo llevó un tumor cerebral y a mí se me partió el corazón. Por sus amigos, su familia y toda la gente que le quiso y le quiere.

La semana pasada el mundillo de la astronomía española se felicitaba porque habíamos conseguido nombrar dos asteroides con los nombres de Miguel Hernández (que murió encarcelado por el régimen de Franco a los 31 años de edad) y Javier Gorosabel. Era un homenaje póstumo, un mensaje hacia las estrellas. Una forma modesta, pero sincera, de hacer que sus memorias no se olviden.

Y llega el papanatas este con su graciosismo barato y dice que le suenan mal los nombres… ¿Y no puedo cabrearme?

¿Qué le costaba buscar en google? Para que vean que no somos los únicos con “periodistas” del estilo del #SoyCopérnico. Elementos de estos hay en todas partes. La estulticia es universal.

Y yo estoy hasta las gónadas de gentuza, oigan.

Para quienes quieran saber qué hacía Javier y cómo contaba las cosas, no se pierdan esta charla maravillosa. Yo no me quito la sonrisa de la cara. (La lagrimilla viene después).

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