La importancia de la comunicación: Si no quieres que muestren tus errores, no los cometas

En un mundo en que los mass media están politizados y en el que la verdad es siempre relativa, la web 2.0 supone un aliado de primera mano para los comunicadores e informadores, a quienes les proporciona un canal eficaz y sencillo para llegar a su público objetivo. Lo sabéis de sobra. Siempre me he declarado a favor de Internet y su importante rol en la sociedad de la información. Sin embargo, esto no es Jauja ni país mágico parecido: un medio mal usado, una información mal dada, puede volverse en tu contra. Como no queremos que nada de esto pase (cuan didáctica me he despertado hoy), veamos un ejemplo de mala praxis en el ámbito de la comunicación web escrita.

La red convierte a cualquier persona con un teclado y una conexión a Internet en un redactor. Esto es, le ofrece el privilegio de compartir información. Precisamente por esto, aquellos que se dediquen a comunicar (en cualquiera de sus vertientes) de manera online, deben cuidar con esmero los mismos detalles (y más) que se exigen en la prensa convencional. Obviamente, esta regla no escrita no escapa a un departamento de marketing, publicidad y/o ventas, cuyo papel fundamental es conseguir y convencer clientes. Un texto caótico, mal escrito o expresado sin rigor ni criterios, sólo sirve para empañar la imagen del medio en que se ha publicado. 

Buceando por la red, es fácil encontrar "gazapos" (fallos garrafales). En primer lugar, sabido es por todos, que cualquier medio tiene que cuidar la ortografía. Las palabras son el principal arma del comunicador y faltas de gran calibre son inexcusables. Hablaremos de un articulo alpha publicado en un medio de cuyo nombre NO PUEDO acordarme. Lo primerísimo que nos salta a la vista, que nos quema y duele en los ojos y que, en mi caso, me ha impedido seguir leyendo más allá del párrafo segundo, es una grave falta de ortografía, que difícilmente escaparía a una relectura del post: "gracias a mucha gente que me a apoyado". 
Hasta aquí, quise pensar que se trataba de un error aislado, sin más. Pero, conforme avanza el artículo, mi vista se posa en las imágenes. ¡Sorpresa! Se muestran unas imágenes de cierto proyecto solidario del que ya hemos hablado aquí en alguna ocasión.  En primer lugar, el pie de foto, lejos de aportar información útil, se dedica a citar la autoría de las imágenes. Aunque no hay consenso sobre esto para la redacción web, personalmente defiendo que es mucho más útil y eficaz dejar estos datos para un posible pseudo pie de página y declarar aquí información de peso si la hay. Si no la hay, optaremos por dejar el campo libre, pues facilita una lectura más limpia del texto. En el caso que nos atañe, se ha empleado la primera opción (al fin y al cabo, válida) cometiendo un error que se repetirá varias veces a lo largo de la publicación. "Claro", pensarían desde la multinacional, "es un blog, es Internet, ¡da igual!". Craso error. Un grado más de credibilidad perdido.

El tercer grado de descrédito se lo ganan a la hora de atribuir la autoría del resto de las imágenes al mismo fotógrafo, cuando realmente se trata de fotomontajes realizados por una persona, en su día, muy cercana al proyecto. Eso, por un lado. Por otro, y esto es muy importante, hay que saber que la autoría de un montaje audiovisual es un tema complejo. Por un lado, está el autor original de la foto, en este caso, empresa X. En segundo lugar, estaría la persona que ha convertido la foto original en una imagen diferente, llamémosle Mengana (homenaje espontáneo al gran genio Benedetti). Por último, está el software con el que se ha realizado la conversión de la imagen que, en este caso, son premontajes registrados por PhotoFunia. Así, en caso de duda, siempre es mejor omitir la información del autor de la imagen antes que faltar a la verdad y otorgarle la creación de la foto a alguien que, por lo de ahora, ni siquiera sabemos (ni nos preocupa) si existe.

Ejemplos de imágenes creadas por Photofunia

Puede que la buena redactora no se haya levantado esta mañana con buen pie, que no tuviese muchas ganas de trabajar o que, como a muchos otros, le haya atacado el virus de la gripe. Sea como fuere, esto es una muestra más de lo que NO DEBE HACER un profesional de la comunicación, pues no sólo ridiculiza su propio trabajo, sino el del medio, empresa o complejo para el que escribe. No es manía, es profesionalidad. Un concepto muy en desuso y que siempre siempre debe estar muy presente. Más aún cuando se habla desde el departamento de Marketing Online de una relativamente poderosa empresa en la que, omitir información o publicar información falsa, es engañar a un lector/cliente. 

En esta versión del artículo se omiten los datos de la publicación original, pues no se trata de dañar a terceros (aunque el labor periodístico debe tomarse muy en serio) sino de recordar que aquel que se hace llamar periodista, tiene un compromiso con su idioma, su cultura y, sobre todo, la verdad. Y que por muy permisivo que sea el estado español (donde el informador hace, sencillamente, lo que le viene en gana), ciertos errores son imperdonables. De sabios es rectificar y el medio en cuestión lo ha hecho. No soy yo la que tiene que tener la conciencia tranquila, sino aquella persona que no ha querido, sabido o podido hacer bien su trabajo. Errar es humano, sí. Pero saltarse los principios fundamentales del código deontológico a la torera, no es pecata minuta.
Foto vía Sonia Arnáiz del Bosque