Revista Opinión

La Independencia como reacción populista que aprovecha la crisis

Publicado el 05 diciembre 2013 por Manuhermon @manuhermon
La Independencia como reacción populista que aprovecha la crisis  La Independencia como reacción populista que aprovecha la crisis

Una gran ola de populismo inunda Cataluña. Nos encontramos ante la primera reacción populista de grandes dimensiones que se produce en España en esta crisis. El secesionismo ha llenado un vacío político. Una parte importante del ascenso nacionalista es una reacción a la marginalización de grupos sociales, procedentes de la emigración y descendientes, de extracción obrera, y de servicios. Los problemas catalanes antes se deben al capitalismo, a la globalización, a los mercados y los emergentes, problemas similares a los del resto de España y Europa, pero ahora todos los problemas sociales en Catalunya se deben a los españoles explotadores, los problemas los generan los de fuera, los de dentro son santos, la independencia lo resolverá. Se ha demonizado a los españoles durante muchos años.


La gente ha concluido que las izquierdas, los verdes, anarquistas, socialistas, comunistas, ya no son su partido porque no resuelven sus problemas y se lanzan en brazos de los populistas, del nacionalismo, al encanto de la solución a sus problemas, la crisis de la izquierda puede potenciar estas cosas, la gente se apunta a quienes le prometen resolver sus problemas. -En otro plano ya vemos grupos fascistas que reparten comidas en Grecia y España, acercando a los desvalidos a sus encuadramientos-.  Aquí el secesionismo no ha llegado a fascismo, aunque la magia populista de solucionar las tremendas dificultades de la gente opera en la afiliación por la independencia, todos deberían saberlo los que afilian y los afiliados, la responsabilidad individual también existe y cada cual que se arrima al nacionalismo, debería tener claro quiénes son los suyos, los que pueden comprenderle más adelante porque compartan similares condiciones de vida y trabajo, porque después nos encontraremos con un ejército de alumnos de colegios privados en los escaños del Parlamento, que en este caso serán las élites catalanistas. Las cuestiones que rodean una vida, salarios, vivienda, trabajo o paro, las pensiones, sanidad, las condiciones de los barrios, los colegios con instalaciones desconchadas sin materiales, con pocos profesores y muchos alumnos mezclados por aulas, sin libros, desahucios, salario social, o ganarse la vida como mejor se pueda, todo eso y mucho más, no cabe en la óptica del catalanismo, salvo en la solución por secesión. Se han abandonado otras miradas necesarias, otras identidades, la clase, el sexo, la común creación de un cuerpo cívico político con una identidad nueva. La derecha españolista y catalanista haría bien en percatarse de la necesidad del movimiento sindical y los partidos de izquierda, imprescindibles para mantener un espacio común de vida colectiva, distinto a la selva. Cuando no quede nada que perder, porque todo esté perdido, la selva aparecerá repentinamente. ¿Cuántos nacionalistas estuvieron con Franco, o fueron cargos entonces y lo son ahora? ¿Cuantos individuos de las élites catalanistas han estudiado en colegios públicos, junto con los trabajadores y clases populares? ¿Cuantos de entre ellos no tienen estudios, cuantos trabajaron en fábricas, en el tajo o en el campo con sus manos? Los grupos de poder catalán estudiaron en colegios privados, viven en las mejores casas de allí, tienen los mejores coches, los mejores empleos, las mejores vacaciones, las mejores rentas, prestigio poder… ¿qué los une con muchos individuos que hoy apoyan la independencia y que están en el paro, que no tienen sanidad, ni posibilidad de comprar libros para sus hijos, que trabajan en empleos de camareros o vendedores, en fábricas o en oficinas, que los une? ¿Acaso querrán lo mismo quienes ordenaban y pegaban con las porras a los indignados que los que sufrían los golpes? No viven en los mismos barrios, no fueron a los mismos colegios públicos, no trabajan en los mismos entornos laborales no saben lo que la precariedad, tienen status, poder y dinero. Y seny, es un mundo diferente. ¿Y luchan por lo mismo? Las élites catalanas y sus seguidores han decidió asumir el papel del populismo, aparentan respeto y defensa del trabajador y emigrante, han pasado a ocupar el liderazgo de opinión entre una población que desprecian por cultura, por dinero, por etnia, pero que pretenden utilizar como su particular ejército de liberación nacional. Las políticas que promueven los ricos, sintetizadas en los impuestos para los que los pagan, o lo que es lo mismo, no pagar impuestos, reducirá el estado de bienestar de los trabajadores, se presentan como necesarias para el bienestar social de los catalanes todos, -de repente ya no hay negros ni blancos, todos grises, solo que unos son claros y otros oscuros-, y los medios de comunicación nacionalistas hacen el resto, financiados y partícipes de los mismos intereses.


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