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La infanta Cristina se divierte en su declaración

Publicado el 11 febrero 2014 por Albilores @Otracorriente

declaración Infanta

La infanta Cristina declaró como imputada ante el juez Castro el sábado 8 de febrero y debió de resultarle un hecho muy divertido a su alteza real a juzgar por su salida de los juzgados, sonriente y relajada, como si hubiera acabado de conceder una entrevista a la revista Hola o algo así. Lo cierto es que, a pesar de las 7 horas que estuvo respondiendo las preguntas formuladas por el juez, parece ser que pasó una tarde agradable y amena. No se entiende el gesto de satisfacción de otra manera.

Y es que los periodistas deberían preguntar a la Infanta –o en su defecto a sus abogados, incluido el fiscal- qué era lo que le hacía tanta gracia a la hija del rey sobre su declaración porque a los ciudadanos no nos hace gracia ya casi nada. ¿Acaso se ríe de todos nosotros porque ella puede robar sin consecuencias? Sin duda, con risitas o sin ellas, esto es una burla. La justicia en España es un cachondeo y ello pese a contar con jueces honrados y trabajadores que no están dispuestos a claudicar ante las presiones a las que les someten, que no son pocas.

Uno de estos jueces es sin lugar a dudas el juez Castro, quien aceptó la patata caliente de la imputación de la Infanta Cristina -recordemos que había sido desestimada vergonzosamente la primera imputación-  y ha logrado sentarla en el banquillo para someterla a declaración como imputada en los delitos de fraude fiscal y blanqueo de capital. Es una lástima que tantos esfuerzos no tengan más recompensa pero ya saben los que mandan que la justicia no llega más lejos, precisamente porque se encargan de que jueces y funcionarios judiciales trabajen en condiciones precarias para que no se esclarezca nada que no les convenga ni se castiguen sus ignominiosas fechorías.

Aun así el juez Castro trabaja con la firme intención de hacer justicia y por ello sus preguntas fueron claras, concretas y directas. Exhibió a la infanta Cristina decenas de facturas, firmas, contratos y notas de gastos de la trama comercial y privada de la familia, del Instituto Nóos (una entidad supuestamente sin ánimo de lucro) y de la sociedad patrimonial Aizoon, donde las acciones se las repartían los cónyuges a partes iguales. Además, se mantuvo firme en su posición de que la hija del Rey puede estar relacionada con delitos de blanqueo de dinero y de fraude fiscal a partir de fondos generados por las actividades de su marido.

Desgraciadamente la minuciosidad y profesionalidad del juez instructor contrastó con las respuestas de la imputada, siempre evasivas e imprecisas. En su declaración, la Infanta Cristina rechazó de plano toda relación y conocimiento de los hechos y esgrimió la confianza depositada entonces en su marido. Esa fue la tesis central de la defensa, Urdangarin hacía y deshacía y ella, su esposa, firmaba. Su abogado defensor relató que era ama de casa, con cuatro hijos, trabajadora de La Caixa y con obligaciones oficiales que le forzaban a realizar 100 viajes al año, dos por semana, sin tiempo para estar atenta a las finanzas de su marido. Es decir una bobalicona confiada que por amor a su cónyuge firmaba lo que él le pedía como garantía de su amor. ¡¡¡Vamos, por favor!!!

La Infanta manifestó un total desconocimiento en asuntos contables, financieros y fiscales -lo cual no la imposibilita, como sí ocurre a los demás mortales, para trabajar en La Caixa-, incluso expresó que ignoraba que sus gastos con las tarjetas de crédito se facturaban a través de Aizoon para desgravar, claro esas eran cosas su amado esposo.

Buen estreno de la gala de los Goya. Papelón de la infanta Cristina, que bordó el papel de tonta, y trabajo espléndido de sus abogados. Sin embargo, y a sabiendas de que, judicialmente, su declaración le va a servir casi seguro para irse de rositas, nosotros no nos lo creemos.


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