La insensibilidad del despido

El comunicar un despido a una persona por razones organizativas o económicas, es una de las labores más duras que le corresponden realizar a los profesionales de Recursos Humanos. Hay profesionales de Recursos Humanos que no han podido reprimir las lágrimas en la comunicación del despido, al considerar la decisión que les toca ejecutar injusta. Por otro lado están los compañeros del despedido, que en el momento de ser informados de lo acaecido, surge el desanimo, la apatía y la frustración, poniéndose cada uno en lugar del despedido y pensando que el próximo puede ser el. Pero el protagonista es la persona despedida la cual es normal que tenga sentimientos encontrados, frustración, ansiedad aguda, baja importante del auto-estima y en casos severos, hasta se puede llegar a entrar en una depresión. Pero el fondo del asunto de este post no es como se sienten las diferentes partes de una organización después de afrontar un despido de uno de los empleados, sino la "insensibilidad que flota en el ambiente" a los pocos minutos de suceder el despido y desaparecer de nuestra vista, esa persona que llevaba veinte años trabajando junto a nosotros.
He visto muchos despidos, unos justos, otros menos justos y otros injustos, pero lo que siempre veo en el entorno, es esta realidad que os cuento, una vez que la persona despedida recoge sus cosas y se marcha, a los cinco minutos la gente sigue trabajando, se sigue haciendo chistes, y parece que todo continua igual, que no ha pasado nada, cuando no es así, ya que una “PERSONA” que ha estado junto a nosotros en los últimos 20 años, posiblemente más que las personas a las que más queremos, en principio no volverá a estar en ese nuestro entorno laboral.
Es definitiva el despido es como la vida misma.