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LA INSPIRACIÓN: Consecusión de actos fallidos

Publicado el 24 enero 2010 por Danielodelrey
LA INSPIRACIÓN: Consecusión de actos fallidos
Aunque me reafirme diciendo y practicando el método “que un buen trabajo consiste en un 99,9 % de esfuerzo, dedicación y mucha constancia y el resto se le asigne a ese estado que llamamos asuntos del alma o inspiración”, cuando estamos inmersos en plena creación y no encontramos el nombre para definir ese estado.
Siento a la vez, que existe alguna contradicción o pataleos mentales porque sino yo estaría más volcado en este blog y no me costaría tanto desarrollar temas para los que compartimos mi espacio en internet. Pesándolo bien, el hecho de no estar desarrollando las colecciones, como amerita ese tiempo, me veo en una situación un tanto confusa.
Porque toda esta incomprensión de la humanidad en la que no concibo que aún los hombres no nos demos cuenta de que no somos una especie perfecta. Me afecta esta invasión de información, desvirtuada o no, y es difícil para mí concentrarme en un tema específico.
Deberíamos fijarnos en los aspectos que en realidad nos ayuden a mejorarnos como entes. Porque en lo personal, no sé si será debilidad, pero estos tiempos muertos, como ahora me ocurre, donde ya he parido mi propuesta y hay un vacío hasta la próxima colección. Se extiende este hecho en mi mente hasta el punto de que estas desgracias humanas, en este caso mi vecino país Haití acaba de sufrir una de las peores tragedias vistas por la humanidad.
La manera de cómo se muestra al mundo, no hay alivio que pueda compensar lo vivido por esas personas, que parece ser, que les han otorgado la peor de las suertes en todos sus aspectos. Para quienes no conocen la historia de Haití, tengo que deciros que existe un animismo que proviene de la influencia cosechada tras la trata de personas en los tiempos cuando habían abolido a casi todos los indígenas de la isla, que se negaron a hacer esos esfuerzos sobrehumanos disfrazados también de esclavitud.
A raíz de la llegada de los hombres, capturados, vendidos y tratados como esclavos, como bien sabemos, traen consigo una cultura animista que se disgrega por todo el continente, llamado vudú. Lo cual en lo que a mi me concierne, ha mantenido inmersa esa sociedad en la ignorancia y en la más profunda pobreza en cuanto al “Yo” se refiere. (De lo que se han aprovechado y se aprovechan los dirigentes de esos gobiernos).
Olvidados por Francia, país que les dejó la mitad de la isla, ganada a sangre y fuego otorgándoles un destino en el que jamás se han implicado en lo más mínimo, por lo visto, después de haber explotado la mayoría de sus riquezas naturales y sus recursos humanos. Creando una sociedad prácticamente feudal y desde entonces, ha sido una sucesión de dictadores, hijos de dictadores donde el propio gobierno, apoyado por sus militares alimentaron la incombustible penuria y la corrupción mental que arrastran hoy los pueblos latinoamericanos, heredando la parte más oscura del pensamiento de los hombres. Cuando aparece alguien como el señor Aristide, lo secuestran, lo destituyen, y lo vuelven a poner y lo vueven a echar. Obligándole a renunciar a todos sus derechos presidenciales. Y ya no digo como ciudadano ¿Qué intereses son los que predominan por encima del derecho a una vida digna?...
Hoy en día paradójicamente sólo el 4% posee el 80% de las riquezas de ese país. Antes del terremoto Haití ya existía, con todas esas desgracias y miserias que hoy nos enseñan. La diferencia es, que la tragedia se ha encargado por así decirlo, de poner la última gota que le faltaba a ese vaso de agua para derramarse… Dicho de otra manera, ha adelantado un proceso que de todas formas se veía venir…porque allí muere un niño cada tres minutos...
La construcción de las infraestructuras de la ciudad en general carecen desde sus inicios de una calidad medianamente aceptable, la organización de un estado que no es más que el capricho de un señor que parece un terrateniente, donde todo le pertenece y del cual se enriquece pero sin ninguna responsabilidad para quien habita en él. Tratando igual que siempre, a su propia gente...
Y si no cuestionen la paradoja de que mi país, la República Dominicana, que es muy pobre y explotada por intereses ajenos, aún así, y sin alcanzar la categoría de “país en vías de desarrollo”, utiliza la mano de obra haitiana para cortar la caña, que es un trabajo que muy pocos dominicanos aceptan.
No hay causa sin efecto, lo que le pasa a Haití es el producto cultural que han dejado aquellos hombres que no implantaron ningún tipo de solución con vistas a un futuro democrático y justo para todos.
La reestructuración de esa sociedad inexistente llevará más esfuerzo de lo previsto , de forma que cuando terminen las estadísticas, la cuantía de fallecidos, enfermos, amputados y traumas irreversibles, no sólo tendremos que luchar por ayudarles en sus necesidades básicas , sino también, en cuanto a lo que concierne en los aspectos civiles relacionados con sus deberes y derechos, otorgándoles las condiciones justas para desenvolverse un país independiente y soberano, como es Haití.
Que una tragedia como esta haya puesto en el mapa universal el dolor y la impotencia de un pueblo más, que sufre en estos momentos sus infortunios, no puede hacernos olvidar que “existen otros” que han sufrido y sufrirán mayores y menores desgracias.
Los hombres debemos estar unidos y eliminar de una vez por todas los prejuicios, las xenofobias y todos esos aspectos que hacen que las personas no practiquemos la fraternidad, el trato y filantropía sin complejos porque es hora de hacerlo.
Existen medios sobrados, si queréis llamarlo así, para construir en Haití una sociedad estable y productiva. Educada, para fomentar un futuro digno en un país tan “digno” como cualquier otro de este planeta.
En lugar de estar siempre convirtiendo en política cada acontecimiento, por quejas que se originan en sus propios errores, cometidos antes o después de los trágicos hechos.
Nos enseña la verdadera naturaleza del hombre de hoy, cuando ni una tragedia como ésta les hace reflexionar profundamente sobre sus actos . ¿Si hubiese diamantes en Haití hubiese sido igual que en Sierra Leona?
Tendrían que condenar sus deudas externas…, reconstruir la economía…, fomentar la formación y capacidad laboral para la instalación de industrias y fábricas que impulsen su desarrollo y para cualquier otro país que sufra o esté sufriendo penalidades por causa del egoísmo, la ambición desmedida y el pensamiento déspota de la verdadera religión que hoy se practica: “capitalismo global”.

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