Revista Política

La letra pequeña

Publicado el 18 febrero 2013 por Pepecahiers
LA LETRA PEQUEÑAUn amigo tenía unos ahorrillos en la cuenta corriente de una conocida entidad bancaria. Un día le llaman por teléfono para que se pase por la sucursal, ya que tienen una importante oferta que ofrecerle. Al día siguiente acude a la misma y le atiende un tipo con aspecto de chupatintas, gafitas, corbata y camisa inmaculada. En la película "Patrimonio nacional", Berlanga llamaba Palomero a todos los personajes con ese mismo rasgo en común. De tal forma, que Palomero le ofrece a nuestro amigo invertir sus ahorrillos de toda la vida en un fondo de inversión, una bicoca con la que obtener pingües beneficios. Antes de firmar nada, mi amigo pone como única condición que el capital inicial invertido esté siempre garantizado. Palomero se lo garantiza, palabra del niño Jesús y otros juramentos nobles e imperecederos. Al cabo del tiempo, mi amigo se percata de que las ganancias son realmente pírricas, pero se conforma, hasta que un día observa aterrorizado como le han pegado un bocado considerable a sus ahorros. Acude alarmado a la sucursal bancaria y tras esperar un buen rato al director, éste le informa de que al ser un fondo de inversión, se puede ganar y también perder. ¡Pero el señor Palomero me garantizó el capital inicial!, replicó el incauto ahorrador. El director, con un gesto paternalista, contesta: El señor Palomero está de vacaciones y como podrá observar usted en la letra pequeña de la cláusula 223, del párrafo 4, subsección 26 de la ley de usura y hurtos variados no se garantiza en ningún momento el dinero invertido inicialmente. Seguro que el compañero le informó adecuadamente, ¿no leyó usted la letra pequeña?. Pobre muchacho, es que ustedes nunca se leen la letra pequeña, pero su condición diminuta no le hace ser menos válida que sus compañeras de mayor tamaño. Señor, señor ¿cuándo le harán ustedes caso a la letra pequeña?. (Bueno, para ser honestos no son palabras textuales, pero básicamente mantienen intactas las intenciones que quería expresar susodicho director)

LA LETRA PEQUEÑALo que ocurrió después no tiene demasiada trascendencia, y es que, aunque mi amigo hubiera sido el increíble Hulk y hubiera devastado la oficina bancaria, no podría haber vencido a la letra pequeña. Si está firmado es como si hubiéramos hecho un pacto de sangre con el mismo Satanás. Esto me ha hecho pensar una cosa, nada especial, pero que me corroe las entrañas. Si uno deposita un dinero en un banco, ya sea en una cuenta corriente, un fondo de inversión, un plazo fijo u otra cosa, le está prestando el dinero. Yo presto, pero el banco me pone unas condiciones y me hace firmarlas con la maldita letra pequeña en forma de virus galopante. Si en cambio pido un préstamo, léase hipoteca, ellos también me hacen firmar sus propias condiciones y la dichosa letra pequeña. Sería lógica y en justa lid, que si yo presto dinero, firme sus condiciones y si lo hacen ellos, firmen las mías, aunque lo más sensato es que la cosa funcionara al revés. Pero aceptando lo primero, tendrían, por justicia, aceptar lo segundo. 
LA LETRA PEQUEÑAEjemplo: Fulanito no puede pagar su hipoteca al quedarse sin empleo. Palomero le informa del correspondiente embargo:
Palomero: En vista de que nos debe usted varias mensualidades del préstamo hipotecario nos vemos obligados a embargarle la vivienda, amén de pagarnos la deuda pendiente.Fulanito: Eso no es posible, ¿no ha leído usted la letra pequeña de mi hipoteca?. Según la cláusula 254, párrafo 32 de la subsección 21 de la ley de antiusura y limitación de hurtos variados, tengo 100 años de excedencia en el pago de mis obligaciones financieras. Hay un apartado que me posibilita quedarme con su sucursal e instalar una churrería o, en su defecto, una tienda de chirimías, así como cualquier otro negocio que contenga la "ch", chufas, chancletas, charcutería, chalaneos, chandals para chonis y otros derivados y chanchullos. ¿No leyó usted la letra pequeña?. Pobre muchacho, es que ustedes nunca se leen la letra pequeña, pero su condición diminuta no le hace ser menos válida que sus compañeras de mayor tamaño. Señor, señor ¿cuándo le harán ustedes caso a la letra pequeña?.

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