Ni más ni menos que cuarenta y siete (y aun así, en algunas escenas de combate parecen reproducirse por esporas), son los heroicos protagonistas de esta historia basada en una leyenda real (no en hechos reales, sepamos distinguir con un poco de sentido común, que he llegado a oír lo primero de alguno que se ha quedado tan pancho tras el rebuzno). Ambientada en el Japón feudal gobernado por el shogun se nos plantea una aventura que lleva a estos samuráis caídos en desgracia tras la muerte de su señor por una vil conspiración a vengar la afrenta y recuperar el honor perdido. Para ello no habrá más remedio que pedir ayuda a un misterioso mestizo con cartel de "la cuota de Hollywood" que sabe más que nadie, pelea mejor que nadie e interpreta con su "habitual expresividad" un Keanu Reeves, dichosos los ojos, que parecía haber entrado en el ostracismo y que sigue sabiendo tener gancho en el cine de acción. 
Con semejante apoyo y las estrictas exigencias del guión nada podrá evitar la heroica y grandilocuente empresa. En el rincón opuesto del ring, no piensan ponerlo sencillo un buen puñado de delirantes criaturas mágicas/infográficas y un malísimo caudillo conspirador ayudado por una zorra de cuidado (no me he puesto soez, sino que se trata de una bruja que puede adoptar forma de dicho animal, que son unos malpensados).
La cinta, entretenida a pequeños fogonazos, sobre todo en su comienzo, cuenta con buena ambientación, un más que interesante vestuario (aunque demasiado pulcro), espectaculares paisajes dentro de una mejorable labor de fotografía y un guión lineal, poco inteligente y acelerado que transmite la sensación constante de que los detalles son lo de menos e insufla frialdad al conjunto y poca empatía con los protagonistas y lo que "el destino" les depare. No, no es suficiente que unos minutos antes haya deleitado con una broma insulsa con calzador para que la muerte de un personaje sea traumática; en el abecedario de una buena historia siempre está el no dar por sentado que el espectador es tonto de capirote. Ya que hablamos de tontuna, resaltemos algo más lo burdo del libreto aprovechando que esta producción cae en el recurrente ejemplo del protagonista que recuerda en flashback algo en primer primerísimo plano que hemos visto y es más que evidente.
Así las cosas, es obvio que no se puede decir que Keanu Reeves haya vuelto al ruedo por la puerta grande, pero ahí sigue para el regocijo de sus seguidores fieles y urticaria de detractores, y con muy buena voluntad y amor al género puede llegar a pillársele cierta gracia a este producto de usar y tirar sin acabar haciéndose el hara-kiri. Para gustos, los colores. Eso sí, tengo que reconocer que me despierta cierta curiosidad el saber qué les habrá parecido en Japón esta visión "all American way of filming" de sus ancestrales tradiciones…
Dirección: Carl Rinsch. Género: Acción, drama, fantástico. Intérpretes: Keanu Reeves (Kai), Hiroyuki Sanada (Oishi), Min Tanaka (Sr. Asano), Kou Shibasaki (Mika), Tadanobu Asano (Sr. Kira), Rinko Kikuchi (la bruja), Jin Akanishi (Chikara). Guión: Hossein Amini y Chris Morgan; basado en un argumento de Chris Morgan y Walter Hamada. Producción: Pamela Abdy y Eric McLeod. Música: Ilan Eshkeri. Fotografía: John Mathieson. Montaje: Stuart Baird. Diseño de producción: Jan Roelfs. Vestuario: Penny Rose.
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