Revista Literatura

La luz en la hipótesis de la luna

Por Eclides
La luz en la hipótesis de la luna

Cuando el cansancio te acose,... pará de caminar…detén el impulso de un alrededor sensorialy mírame en el suelo escabroso… eres tú, y yo...después de ti caminó tu sombra junto a los dos.En estas circunstancias aproximó el viento lunar, un acertijo que sueltasu ingravidez de madre en parto… ahora
con una sonrisa desea consolar con su brisa de pájaro a tu sien…expuso afirmativamente el sentimiento de la luz…desde allí, expande la oscuridad,cuándo empezó y cuándo terminó… nadie lo sabe…esclava de tus pies, eso eres... tú en tus partes…
sonreímos quedamos plateados y brillantesmira que la sombra, somos los dos…en elementos de una adaptación constante... dijo la luz.
Nada se detiene… fue el comentario mío,un ligero pensamiento… una estimulaciónporque nos aguarda mudo el destino…a mi juicio… siempre en el allí variable de las cosas.
Observa detalladamente la unidad cósmica que existe,al momento de no estar más… después quela velocidad que se perdió está en los dos… dijo la luz…es parte, de otra paralela de la verdad.
La oscuridad está en cumbres casi inaccesiblesde nuestro mancomunar olvido, al contemplar yo contigo,incontables escaleras del azar colocadas en forma perfecta debajo de la cabecera, donde siempre duerme tranquila una inconsciencia…capaz de separarnos con el abismo de la realidad.
Ella me contestó de esta manera perdiéndose fríamente en su propia luz..Y de pronto insistí, mira luz,¡cómo cambio tu tenacidad!, eresen el mismo instante mi esclava.¡Qué monstruosa belleza desaparece en el infinito!Me has demostrado que los instrumentos que medían las claustrofobias de la creación… rodaron vomitando tu eternidad…
unidos tú y yo… al eco al grito al ser de una palabra  que no podíamos pronunciar… anatomía de un silencio estupefactobuscando cumbres infalibles en los riscos de la lógica.
Y si te doy la espalda… ¿qué pasaría? luz que te impones y me dejas mirar, siempre el finalde lo que no deseo que seas… máspueda que seas con tu increíble rapidez la otra cosa.Tu destino, una natalidad relativa… aquellos paraísos torciendo a lo posición de lo antiguo.Solo parentescos en el instinto de la inestabilidadcuando mi sombra hincó por las promesas por el hostigar castigo de los rezospor la oscilación encegante de tu luz.Abrí yo la puerta trasera de su ventana…continué mi camino… cuando salté por ellasin mucha negligencia pensé...nosotros somos un callejón sin salida.Frente al hecho inconfundible, la luz desmayóen la inevitable frontera de mis sentidos.La miré, estaba en suelo…en las argollas de un tiempo que ya no existía.


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