Revista Opinión

La manzana de la discordia

Publicado el 11 diciembre 2016 por María Pilar @pilarmore
La manzana de la discordiaMi pecado  lo conoce el mundo entero. ¡Qué le voy a hacer! A mí me gustaba más ella que él, tan peludo y descuidado y siempre pensando en las musarañas. Yo necesitaba algo que me permitiera sentir la fantasía, que me elevara de aquella vida tan rutinaria. Con ella encontré ese punto de evasión que me llevó a una sensualidad sin artificios porque simplemente me alentaba al disfrute en libertad. Todo empezó al encontrarnos  por primera vez. Su piel satinada y sus mejillas arreboladas lucían con tanta plenitud que no pude menos que dibujar mi mejor sonrisa. Cuando me la presentaron fue para decirme que ni se me ocurriera  pensar en ella. Para entonces yo ya había hecho un largo recorrido de miradas e intenciones. Cuando mis labios se acercaron a su piel, me inundó su fragancia afrutada y me produjo tal sensación ante la inmediatez de probarla, que mi boca se humedeció. El crujido  al morder por primera vez su tersa redondez fue tan placentero, que me hizo cerrar los ojos para disfrutarlo como música celestial. Mi lengua se deleitaba con la voluptuosidad de su carnosidad y mis manos se mezclaban con su  jugo apretando con fuerza su cuerpo no fuera a escapar. 
Estoy segura que mi Señor disfrutó como un voyeur tras su nube. Al placer de ver le añadiría el de mirar, al de oír el de escuchar y al de oler el de olfatear. Pero me lanzó su látigo de luz y me condenó a vivir errante sufriendo sangre, dolor y lágrimas por la manzana de la discordia. Con la modernidad me es más fácil camuflarme y pasar desapercibida. Sigo saltando de manzana en manzana cual pérfida,sin corregir mi rumbo. Seguidora de los Beatles por su logo, actualmente he encontrado feliz acomodo en la Apple de Steve Jobs.© María Pilar

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