Por Fernando Criollo || Redactor || [email protected]
(Publicado originalmente en diario El Comercio, Quito, el 22 de junio de 2014)
La narrativa del espectáculo se transmite a través de la agilidad y coordinación de los performances. Foto: Cortesía Teatro Sucre.
Una de las artes escénicas más completas en la que se pueden integrar todas las expresiones artísticas, desde el teatro hasta la música pasando por la pintura y la literatura y que ahora también se apoya en el uso de las nuevas herramientas tecnológicas. Esa es la definición que Matías Belmar, el director artístico de la Fundación Círculo, le da al gran show del circo moderno.
Inscrito en la corriente del circo contemporáneo, la compañía Cirque Eloize arriba esta semana a Quito para presentar la obra titulada ‘Cirkopolis’, en el Teatro Nacional Sucre.
Jeannot Painchaud, director artístico de la obra, conversó con EL COMERCIO para compartir algunos detalles de este novedoso performance. Explica que la obra se basa en la historia de una empleada ejecutiva que sueña con escapar de su monótona vida. Encerrada en una oscura y gris oficina, su aburrimiento de pronto se transformará en un colorido sueño de mágicos personajes. “Pero Cirkopolis también es una ciudad. Un universo fantástico recreado a lo largo del show”, concluye Pinchaud.
La estética, que fácilmente evoca las representaciones urbanas de Fritz Lang en ‘Metrópolis’ o la de Charles Chaplin en ‘Tiempos modernos’, es uno de los elementos más importantes dentro de la producción. A la vez el show se presenta como una reflexión sobre la identidad. “Sobre cómo ciertos personajes desconocidos pueden encontrar su lugar en una ciudad deshumanizada en medio de un ambiente gris y pesado”.
La historia se desarrolla en un lugar y en un tiempo indefinidos pero hay una fuerte influencia de los rasgos urbanos de principios de este siglo que se combina con una estética industrial inspirada en el expresionismo alemán del siglo pasado. “Si tuviera que ponerle un nombre, podría decir que se trata de un mundo ‘retrofuturístico’”, comenta Painchaud.
Y en ese escenario, 12 artistas se revelarán contra la monotonía reinventándose a sí mismos y desafiando los límites de ciudad- fábrica. En un esfuerzo por dotarle de un sentido más humano a la interpretación, Painchaud explica que siempre se trabaja sobre la personalidad de cada artista en función del contenido y la intención de la obra. “Porque cada artista, con su personalidad, influye en el proceso creativo de la historia”.
Por eso, además de las diferentes habilidades y actos circenses, los artistas juegan un papel interpretativo, musical y de baile, en el que el vestuario creado por Liz Vandal e inspirado en los años 20 es otro de los elementos narrativos que guían la historia.
Para Fernando Acosta, director de Clownpilo Artes Escénicas, el trabajo escénico del circo contemporáneo es un ejercicio multidisciplinar que combina diversas técnicas interpretativas. “La experiencia del circo se renueva con sus propios lenguajes”.
Pero si hay un hilo conductor en la obra, para Pinchaud ese es la música. “La música es regularmente mi primera fuente de inspiración porque combina tres elementos esenciales: ritmo, melodía y emociones.
Emociones que el público podrá experimentar a través de todos sus sentidos, ya que uno de los objetivos de la compañía es crear un momento de encuentro íntimo con su público.
Para Belmar, este tipo de shows contribuye a la formación de un público que puede experimentar otro tipo de producciones, escenarios, personajes e historias.
No olvide
Creada en 1993 Cirque Eloize se ha caracterizado por ofrecer obras que combinan el mundo del circo con la danza, el teatro y otro tipo de expresiones artísticas.
Archivado en: Informes, Teatro Tagged: Charles Chaplin, Fritz Lang, Matías Belmar, Retrofuturismo
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