Revista Cine

la montiel ( o de cómo "nos encantan las mentiras si están dichas de verdad")

Publicado el 02 octubre 2013 por Enriquestenreiro @soyconfeso

Nacida mortal como María Antonia Alejandra Elpidia Vicenta Isidora Abad Fernández, muerta inmortal como Sara Montiel, entre una verdad y la otra, la actriz sembró su biografía de mentiras y mentirijillas que, tras ser repetidas como un mantra, devinieron en verdades absolutas. A su muerte, periodistas, críticos y esa nueva - y odiosa - estirpe formada por " los expertos", lejos de contar la película basándose en un guión de verdad, inmortalizaron - si cabe más- las fantasías de una mujer que aseguraba haber nacido en un año indeterminado de la década de los treinta con siete kilos de peso. Sólo una supuesta amiga, Marujita Díaz, tuvo el valor de tirar una piedra sin esconder la mano: " Yo tenía mejor voz que Sara Montiel". 

"En 54 años no ha salido nadie como yo"


En una de sus canciones, los chicos de Love of Lesbian corean: "Nos encantan las mentiras si están dichas de verdad". No se me ocurre mejor forma de describir a Sara Montiel. Autora, pero también víctima, de sus propias mentiras cinematográficas, era tal el convencimiento con el que aseguraba haber sido la primera española en triunfar en Hollywood, que los éxitos en la meca del cine de la donostiarra Conchita Montenegro (1911-2007) fueron olvidados sin piedad. Que la "manchega universal" inventara sus proezas ultramarinas, no deja de ser un rasgo más de su excéntrica personalidad; ahora bien, que nadie - o casi nadie - le impidiera pasar por encima de Imperio Argentina y su estela es, cuando menos, injusto (además de muy español). Tampoco fue, evidentemente, la primera actriz de la historia en cobrar un millón de dólares (posiblemente - y sólo posiblemente- este cuantioso honor le corresponda a Liz Taylor), porque, no nos engañemos, la Montiel fue muchas cosas, pero nunca una gran actriz (al menos en la pantalla; en los platós fue una de las más grandes) ni una gran cantante (por norma había que bajarle las canciones tres tonos).

¿Cómo explicar, entonces, el fenómeno Montiel? Muy fácil, queridos confesos: sólo tenéis que dedicar un par de minutos a contemplar cómo son, cómo están y cómo posan las actrices patrias que hoy día pululan sobre zancos por las alfombras de los photocalls. Mejor todavía, si osáis leer alguna de las entrevistas que conceden las niñatas llamadas (¿¿¿¿por quién????) a ocupar el lugar que van dejando las más grandes, comprenderéis como, hasta para mentir, hay que tener esa cosa indescriptible, intangible y única que sólo unas pocas elegidas tienen, una suerte de don con el que se compensa cualquier carencia y que, en ningún caso, puede adquirirse en escuelas de arte dramático o con portadas en la revista Vogue. He dicho. 
  

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