Revista Cine

La nada

Publicado el 16 junio 2010 por Elchapa
Nunca los alejamos del cine aquí. Por lo tanto, como muchos de los que vemos pero todos los que escribimos –de cine, por supuesto- soñamos (algunos más que otros), aunque sea en un lugar bien escondido de nuestro ser, con filmar algo, creo que es probable que tenga una historia interesante. Da para un corto, claro, y no para el de un Trabajo Práctico que tengo que hacer para Taller Audiovisual porque no se podría aplicar a los requerimientos de la trama. Aún así, como lo requiere el trabajo en cuestión, se podría decir que es una historia que tiene que ver con las miradas.
Hoy caminábamos después de rendir el parcial de Metodología con Tote (atención que es un individuo que tiene un dilema con su cabella, y que todos los Sospechosos que visiten nos ayudarán pronto a responder), en plena Avenida Corrientes, y vimos a una chica, muy linda. Yo decía que tenía un aire a Kate Hudson, Tote decía que no; yo creía haber visto un piercing que le atravesaba ambos orificios de la nariz, y entre discutir eso y su parecido con la mujer más hermosa del mundo, se empezó a dar el tema de conversación: ¿qué música escuchan las mujeres lindas? Pasa que ella tenía unos auriculares negros y grandes, y estaba muy compenetrada con lo que escuchaba. Se notaba en sus ojos.
Por esas cosas de la vida, tuvimos la suerte (buena, al parecer, en este caso) de que la chica caminara por un par de cuadras casi a nuestra misma velocidad. Durante esas cuadras, no interminables pero que nosotros inconscientemente parecíamos caminar a paso más lento del habitual, en ocasiones ella se nos adelantaba y de a ratos se quedaba detrás. Los hechos visibles eran que estaba inquieta, que miraba para todos los costados, incluso echaba vistazos hacia atrás. No, a nosotros no nos miraba. Es más, en los momentos en los que estábamos bien cerca, hablábamos en un tono de voz normal sobre lo que podría estar escuchando y sobre la actitud general a tomar si a una chica linda le gusta una música que a uno no. Hay gente a la que le gusta la voz de Cerati y no sus guitarras; hay gente que no considera que sus guitarras sean malas y no disfruta mucho de su voz. Y todos, en algún punto, le enviamos fuerza. Estas conversaciones, que son parte de la trivialidad, de cierta “nada” del día a día, pueden elevarse a otros niveles, o no (en “El Pasante”, película que vi este año en el BAFICI –sí, ya lo sé, jamás hice ese especial-, los dos protagonistas recorrían todos los rincones de un hotel y terminaban, por ciertas situaciones, hablando de historias de amor, de conquistas y de histeriqueos...o sea, lo de siempre, que es nada, pero que en ciertas ocasiones cobra una dimensión muy fuerte).
En fin...resulta que la chica, que con la misma actitud y postura acelerada (que se contradecía con la calma aparente y la inexpresividad momentánea de su mirada) regulaba la velocidad de sus pasos, tuvo un leve cambio de ritmo llegando a la esquina de Corrientes y Jerónimo Salguero. Yo no lo vi, pero dice Tote que cruzó miradas con un chico que venía caminando en la otra dirección. No sólo fue una mirada, aclaró Tote al instante, sino que también habían esbozado e intercambiado sonrisas. Entonces al llegar a la esquina, la chica, rubia pero no tanto (por eso también me recordaba a Kate, que en sus mejores películas no está extremadamente rubia), se frenó por completo y volteó su cuerpo, todo, hacia la dirección contraria; hacia el lugar donde, supusimos, se había desvanecido el chico. Nosotros nos encontrábamos muy cerca de ella, a pocos metros. Yo sentí que ella ya había advertido nuestra presencia, pero nosotros seguíamos hablando de todos modos, mientras ella con los auriculares negros todavía puestos congeló su mirada en esa dirección. Y comenzó a caminar para ese lado.
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¿Qué piensan? Habría que hacer un complejo guión técnico y conseguir un buen equipo de filmación, pero bueno...la idea base está.
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Sucede que las ganas fuertes de filmar, bien o mal, lo que sea, vuelven irremediablemente al ver primeras películas. Todo se confunde, por supuesto, con ese sentimiento que desde algún lugar nos inventamos los estudiantes en dos momentos claves del año (mediados de junio –AHORA- y comienzos de diciembre) y que está conectado con la dificultad y exigencia que acarrean los parciales. "Nunca fue fácil", también cantó alguna vez el líder de Soda Stereo.
La nadaEl otro día vi por primera vez “Las vírgenes suicidas”, la ópera prima de Sofia Coppola. Es una película emocionante en todo aspecto, más allá de buena o mala. Transmite, para quien ve mucho cine, el sentimiento de plenitud de hacer una obra propia. Sofia tiene marca registrada, y ver su primer film es comprobarlo. Sus películas son, en alguna medida, desprolijas. La directora deja de lado la belleza visual a favor de la emoción en todo momento, aunque es cierto que no hay ni un plano que genere disgusto. La historia de “Las vírgenes suicidas” inunda, empaña una película maldita, de personajes incomprendidos y personajes que quieren comprender; de un grupo de gente que nunca encontrará las respuestas. No se puede negar la profundidad del guión de Coppola que, basándose en la novela homónima, intenta también comprender un pequeño rincón del mundo, en una época determinada. Dibujando pero nunca trazando grueso (la sensación de ‘desprolijidad’ –llamémoslo así- de la imagen, que va más allá de un mero rasgo de época, ayuda), la escritora/directora usa la voz en off de chicos adolescentes que se enamoraron de cinco hermanas y que hoy desde el presente las recuerdan. Pero a la vez admiten que nunca dejaron de tenerlas en su mente, y que siguen leyendo los diarios que ellas dejaron atrás para sentirlas cerca. El deseo adolescente en su máxima expresión, combinado con una inusitada cuota de bondad debido a una época en la que la religión todavía era a nivel general quizá algo más potente; un tiempo en el que escuchar canciones y repartirlas era una forma única de expresar sentimientos, y hacer el amor en el techo estaba prohibido y se volvía algo verdaderamente excitante; casi pecado. La intención de, podríamos bosquejar, “chicos buenos” (nunca es del todo así; “Las vírgenes suicidas” tiene muchos matices), de querer desentrañar las palabras escritas en las hojas de un diario privado, de poder decir que una o cinco niñas (o adolescentes, o casi mujeres; las edades de las hermanas van de los 13 a los 17) son más inteligentes que los hombres y que estos nunca las podrán alcanzar; de no dudar, plagados de ternura, que ellas lo saben todo y todo lo pueden explicar. Un grupo de chicos enamorados, por cierto, y fascinados sin duda, pero incapaces de ocultar el deseo latente de querer tener a esas cinco mujercitas entre sus piernas. Hay un personaje que Josh Hartnett interpreta espléndidamente y que se encarga de hacer explícito este deseo, lo que no quita que el deseo no esté en todos lados. Y no hablamos únicamente de los hombres. El micromundo que retrata Coppola, de familias tradicionales y cerradas, es un micromundo urgente, en el que incluso las niñas se ven indefensas ante la picardía que les posibilita el hecho de conocer el efecto que tienen sobre los hombrecitos. Por lo tanto, en cenas familiares formales y/o en reuniones de tarde de domingo, los pies se pasean descalzos por encima de las mesas, y Kirsten Dunst brilla (como nunca, como siempre que la vemos al borde de la desesperación) haciendo movimientos por debajo de la mesa para generar incomodidad. Coppola refleja, de forma clara y patente, una urgencia inevitable que, atravesada por sonrisas y amores fraternales en el medio de la adolescencia, esparce ambigüedad sobre un hecho acerca del cual ya conocemos el final. No es fácil de lograr, aunque estar producida por Francis Ford Coppola genere tranquilidad. Su hija le saca el mejor provecho, transmitiendo un espíritu de lo que en el cine se conoce como ‘independiente’, y que si bien nos resulta una definición molesta, sabemos que es un espíritu que provee mucho de estática...mucho de “nada” y poco de clímax y conclusiones que, más veces de las que queremos admitir, son innecesarias.
---7/10 (¿la tomamos como mini-crítica? ¿Qué dicen?)
La nadaFinalmente, por haber visto “Las vírgenes suicidas” hace poco, y por estar estudiando sin parar, ayer en un momento de mucha saturación, pude esbozar esta pequeña reflexión acerca de la segunda película de Sofia Coppola, que necesito revisar urgentemente y que siempre recomendaré... Un tipo en el medio de Tokyo que no hace nada. Y una chica en el medio de Tokyo que tampoco está haciendo nada. Y los dos se encuentran para hacer algo que es un poquito y es significativo, pero que en el fondo sigue siendo nada. Eso es "Lost in translation": lo inesperadamente importante que puede ser la nada.
¿Y ustedes qué piensan? Si quieren tómense su tiempo, pero opinen y aporten.
Saludos Sospechosos!
PD: Próximamente, reflexiones sobre la VERDADERA película de la década y cuestiones sobre dilemas capilares.

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