Revista Medio Ambiente

La naturaleza fractal de Juan Español

Por Carolus @n_maquiavelo
La naturaleza fractal de Juan EspañolFractal. Lo pequeño como lo grande, da igual  la escala. Así es la Naturaleza. El ser humano no podía ser menos.
El ciudadano Juan Español trabajaba hace dos lustros haciendo chapucillas de albañil. Acababa de cumplir la veintena,  se iba de casar y estaba hipotecado como casi cualquier españolito. Había trabajo, la construcción iba a toda máquina.  Tanto trabajo  tenía que contrató a otros tres curritos más en la cuadrilla. Quería ampliar más el personal, pero no encontraba a nadie que quisiera trabajar de “paleta”. Entonces empezaron a llegar inmigrantes a espuertas y Juan amplió el negocio. Y comenzó a ganar dinero como nunca hubiera imaginado.  Se compró un potente coche alemán, vendió el pisito y se compró un chalet en una zona residencial, la decoración era pelín hortera.  Ganaba mucho y gastaba más. Mucho más.
Daba igual, porque el banco no sólo no le atosigaba con sus deudas, sino que le animaba a pedir más créditos. Todos los años se iba de vacaciones al Caribe con su mujer y su hija pequeña, ya no se hablaba con sus amigos del barrio, ahora era rico, y además, se lo creía. Daba gusto verle en la barra del bar, con el BMW en la puerta, moreno, en camiseta marcando bíceps de gimnasio y esteroides, con sus cadenas y pulseras de oro y partiendo la pana: el más listo y el que más follaba de toda la parroquia tabernaria. Tuvo un rollete con la hermana de un peón de su cuadrilla: Tania, rumana ella, un pedazo de hembra, que acabo de querida y mantenida. La moza mandaba a su familia en Bucarest todo lo que Juan le daba. Hoy tiene un buen restaurante en su país.
La legítima de Juan se convirtió en su ex mujer, y gracias a una abogada feminista le sacó una más que buena pensión. Juan no lo acabó de asumir, polvillos blancos entraban por su nariz. Uno de sus capataces era quien llevaba el negocio. Y era quien se sisaba cada vez más, cómo no. Manolo, su hermano, también albañil, siempre trabajó como antes, hizo sus dineros en tiempos de vacas gordas, se compró un buen piso, un coche nuevo de gama media, ahorró y hasta invirtió algo en Bolsa. No se le subió el éxito a la cabeza, pero no lograba enderezar a su hermano.
Las vacas gordas fueron perdiendo peso y ahora son flacas. Juan está en el paro, ha malvendido su chalet, su coche y sus oros. El banco y los acreedores le persiguen aun sabiendo que nunca cobrarán, Tania se fue a Rumanía, y además, para acabarla de joder, Juan no logra desenganchase de la cocaína. Un nuevo rico venido a menos. En la barra del bar, ya no corta la pana, ahora no va porque no le fían. Su hermano Manolo pasa de pasarle más dinero, y ya no se hablan. Se acabó la fiesta. Ahora viene el resacón, y es de los que hacen época.
¿Le suena? Seguro que lo ha visto más de una vez. Tal vez sea el caso de algún vecino. O el de su Ayuntamiento, el de su Autonomía (de las 17 sub-Españas), o el del Gobierno de España.O el de casi todos los Juan Español que son muchos y por ahí andan como pollo sin cabeza.
Casi se me olvida, como echan de menos la fiesta, si usted tiene ahorrillos, cuídese porque van a por ellos. Como el yonki a la heroína y el toro al trapo.
Fractal. Lo pequeño como lo grande, da igual  la escala.

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