Revista Psicología

La “nea”: una prosopografía

Por Paulo Mesa @paucemeher
La “nea”: una prosopografía

Imaginaré que quien lee es extranjero y me pregunta: Oye ¿Qué eso a lo que ustedes llaman "nea"? Creo que sería una pregunta relativamente fácil de resolver, pero si lo pienso con calma, tal vez no lo sea tanto. Se trata de un perfil de ser humano que puede ser detestablemente sui generis si no se comprende. Veamos.

En primer lugar, la expresión "nea" proviene de nombrarse entre sí como la enfermedad de transmisión sexual conocida como "Gonorrea". Los avatares propios de las dinámicas idiomáticas callejeras, mezcladas con una notable ignorancia general, terminó degenerándose en algo que sonaba como "gononea". Nótese que la doble erre ('rr') termina siendo reemplazada por una 'n' y así, con el tiempo, se llegó a la cariñosa expresión de "nea". En serio, no es sarcasmo, llega a ser "cariñosa" en muchos casos como modalidad de saludo: ¡Hey, "nea"!, con la respuesta: "¿Entonces qué ñiño?"

La “nea”: una prosopografía
La cuestión se aclara cuando llegamos al perfil. El punto aquí, como ya lo he dicho, es la semblanza: ¿Qué caracteriza a una "nea"? Toca hacerlo por partes y por géneros:

"Nea" (versión masculina)

También nombrado como "ñero", "pillo", y un largo etcétera. Todo depende de la región.

Normalmente es un sobreviviente, es decir, vive al día. Su vida es un pequeño plan que se ejecuta con forme el Sol cruza la bóveda celeste.

Posiblemente su plan sea coronar algo, todo depende del lado de la fuerza que haya escogido: el lado oscuro o el lado menos oscuro (pero no por eso más luminoso)

Normalmente "trabaja" (hace algo) para conseguirse una moto pequeña de por lo menos 100 centímetros cúbicos (a veces menos) que suena como una podadora y que cuando llega a 60 Km/h (en una vía para andar a 80 Km/h) parece que fuera a desbaratarse.

En dicha moto emula las hazañas del Capitán Centella. Hace algunas modestas piruetas, se inclina hacia los lados desafiando el complejo juego de fuerzas centrífugas y centrípetas que se entretejen por el peso de su podadora rodante (moto) y el peso de su delgado cuerpo.

Existe la "nea" que consume y que no... como en todo, hay "buenos" (menos destructivos) y "malos" (más destructivos). Todo es cuestión de enfoque. Posiblemente en su vecindario, hablando estadísticamente, las probabilidades de sobrevivir sean distintas; lo mismo ocurrirá con las probabilidades de sobresalir.

Quizás su mayor lucha sea ésta: hacerse visible en un mundo empecinado en in-visibilizarlo. De ahí su atuendo estrafalario, su moto ruidosa, su promiscuidad sonora y marcadamente posesiva; también sobresalen sus tatuajes caseros con letras, códigos y nombres de familiares.

La posibilidad de un mejor ingreso abre la puerta a mejor calidad en el tatuaje, que... sí, también se hace visible. Adicionalmente, la "nea" con dinero tiene la posibilidad de aumentar las manifestaciones de su idiosincrasia.

Si está en un contexto marcadamente católico, las imágenes, escapularios y demás indumentaria religiosa no habrán de faltarle. Rezar para hacer el mal es una ecuación posible en la mente de la "nea". Repito, no todos son así, y es más, no todos son siquiera conscientes de serlo.

La "nea" se mueve de un trabajo a otro, en medio de la encrucijada de un mundo marcado por la informalidad, la explotación laboral y los empleos de baja calidad.

La “nea”: una prosopografía
La "nea" se emparenta con la "grilla", de quien hablaremos un poco.

La "nea", normalmente, es devoto de su mamá (o de quien haya hecho sus veces). De la que quizás sea la única figura de autoridad que tenga (si es que goza con la suerte de tenerla), porque lo más seguro es que venga de uno de los abundantes hogares sin padre que atiborran estas tierras.

Otra alternativa, también común, es que el padre de la "nea" practique con ahínco alguna de estas tres desviaciones: al abuso, el maltrato o el abandono. La "nea", quizás con razón, tiene una cierta "rabia con el mundo" ¿Adivinas por qué? Porque quien tenía la "función" de relacionarlo con la sociedad y con la norma, no hizo "bien" la tarea.

Consecuentemente, la "nea" tiene una ambigua relación con la autoridad y con las normas. Viene de un mundo donde la ley se impone por la fuerza: o la cumples o te mueres. No obstante, cuando sale de ese territorio y se adentra en otros donde sabe que casi no hay consecuencias letales, su marca personal es romper todos los mínimos de convivencia tan elementales en nuestra civilización: respetar al otro, hacer fila, pagar por lo que se toma o se usa, esperar el turno, respetar la ley, etc.

La "nea" no tuvo padre en la mayoría de los casos; la "nea" fue educado por mucha gente en una especie de "ley del monte" absolutamente tácita... Y en el peor de los casos se educó solo resolviendo los retos que plantea la hostilidad de la calle.

La trampa es su modus vivendi, la ve normal, estas reglas en las que el resto vivimos no las entiende, no las necesita porque no le sirven para encajar en un mundo en el que sabe que no encaja.

Para la "nea", la ley que conoce es simple: Se cumple o no, y desobedecerla tiene consecuencias desagradables. Posiblemente es un ambiente con poco margen al libre-pensamiento, la ambigüedad, la diferencia, el debate y el cuestionamiento; es un mundo donde se gana o se pierde, de blanco o negro, de amigo o enemigo, donde la vida es corta y no hay mucho tiempo para aguardar. Se hacen las cosas y punto.

Cuando la "nea" sale de ahí, no quiere obedecer porque quizás está cansado de hacerlo, es su liberación, aquí sabe que sus verdugos no están.

Por eso es que la "nea" en un trabajo formal, cumpliendo un horario, siguiendo las órdenes de un jefe o una organización, se confunde.

Otra marca de la "nea" es su forma de hablar. En un ambiente culturalmente pobre, su léxico tiene una amplitud directamente proporcional. A esto hay que sumar las altas tasas de desnutrición en las que se ven abocados a crecer; un cerebro mal alimentado en la primera infancia produce gente que cognitivamente está en desventaja y con alta propensión a ser más agresiva. Es algo que te pone a pensar.

También, si la "nea" consume marihuana en altas dosis por un tiempo prolongado (especialmente en su adolescencia), es posible que el daño cerebral le haga producir un estilo de comunicación emblemático. Este estilo, socialmente hablando, le abre puertas en su contexto y le cierra "todas las puertas" en el otro contexto. Hablará lento, con pocas palabras, con un estilo inseguro y huidizo.

Tal vez haya más, pero creo que por lo menos te doy una idea de este espécimen.

La “nea”: una prosopografía
La "nea" viene acompañado de la "grilla":

También nombrada como "gata", "aguardientera", entre otras expresiones. También depende de la región.

El ambiente de la "nea" crea a su "Eva", no de su costilla, sino de la misma desesperanza y la misma exclusión.

La "grilla" tiene lo que Dios le dio: su cuerpo. Esa es su arma, su mayor activo y como si se tratara de un bonito pájaro que canta hermosamente, aun estando enjaulado, ese es también el principio de su perdición.

En medio de la degradación social en la que vivimos, la "grilla" es producto de la educación de supervivencia que recibe. Le enseñan a estar en venta y a que ella misma se vea como un activo.

Al igual que su parejo "nea", la "grilla" tiene alternativas: la del camino oscuro y el camino no tan oscuro.

La "grilla" tiene una ventaja frente a la "nea": como mujer, tiene ese espíritu combativo e inconforme que caracteriza a la mayoría del género femenino. Me atrevo a decir que es más posible que la "grilla" salga adelante y supere su condición, sin dejar su atuendo, claro está.

No me atrevo afirmar más nada sobre la "grilla". Tan solo infiero que, en el fondo, muy en el fondo, ella misma es una consecuencia del despiadado mundo masculino dominado por la mentalidad "nea".

Sí, lo sé, tomo partido por la "grilla", pero sigo firme en la idea de rechazar su atuendo y su apariencia que, al final, tampoco importa porque es solo un estuche.

Hasta aquí llego: estoy en un trabajo serio con la compasión. Todo esto lo escribo como una metáfora realista y directa. Esto lo hago para comprender a la "nea" cuando voy en mi auto y se me atraviesa con su moto chiquita, ruidosa y estorbosa; lo escribo para ser compasivo cuando hace piruetas infantiles con su moto frente a mi casa, cuando se me atraviesa en frente a toda velocidad mientras voy a pie cruzando la cebra incluso arrastrando el coche de mi bebé y cuando se cola en cualquier fila. Esto lo hago para comprender a la "nea" cuando pone el pie en la pared blanca o en la puerta del Metro y la ensucia con la huella de su inmunda zapatilla deportiva... a él nadie lo cuida, él no se cuida, él quiere morir, tal vez por eso nada le importa y quiera destruirlo todo.

La "nea" es un síntoma, es una consecuencia de algo más denso, más oscuro, más profundo. La "nea" es producto de un sistema socioeconómico excluyente, de un perverso sistema educativo, de una sociedad mediocre y de una cultura apalancada en unos valores primitivos de estatus, posesión, exclusión e indiferencia.

La “nea”: una prosopografía
Estoy casi seguro de que la "nea" tampoco comprende mi mundo. Para la "nea" "soy un bobo", para la "nea" soy un ser "ingenuo" que "cree en bobadas". Ese es su mundo, eso es lo que entiende, tal vez me juzgue por sembrar árboles, por estudiar, por aprender, por querer ser diferente; esas son cosas que en mi mundo tienen sentido, pero que quizás no reporten nada útil en el de él. Ese es el juego, estamos en contextos y niveles de consciencia distintos, por eso cuando vea a la "nea" en su "maldita" podadora con ruedas ya no maldeciré ese aparatito, me contendré, me calmaré y comprenderé que por alguna razón necesita hacer eso (no ser así).

Por eso cuando pases pegado a mi auto y golpees el espejo te dejaré pasar, por eso cuando vea a la "grilla" que te acompaña en la parte trasera de tu moto, solo admiraré sus curvas marcadas en su legging con estampado de animal print y su espléndido abdomen descubierto; no pasaré de repararla más de ahí, sin burlarme y sin juzgarla. Ese es su mundo, eso es en lo que ella cree, lo que le sirve. Los dejaré pasar sin más, sin que eso me perturbe, ustedes en lo suyo y yo en lo mío, en paz.

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