Revista Diario

La (no) ética del fumador

Por Belen

Ahora que corren estos tiempos en que el fumador se siente poco menos que perseguido y señalado me atrevo a escribir sobre lo que yo considero la (no) ética de quien porta un pitillo en su mano.
Me resulta curioso como las personas que fuman se comportan como si quienes no lo hacemos pretendiéramos negarles un derecho vital. Y me sorprende mucho más comprobar, una vez más, como a pesar de que exigen respeto y tolerancia, ellos no practican lo que predican con tanta hostilidad.
Antes de continuar me gustaría recordar, por si a alguien se le pudiera olvidar, lo que la OMS (Organización Mundial de la Salud) opina sobre el tabaquismo: "El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo de varias enfermedades crónicas, como el cáncer y las enfermedades pulmonares y cardiovasculares". Está claro que nadie quiere atentar contra las libertades de nadie, solo advertir de los riesgos evidentes y reconocidos para la salud de quien decide comenzar o continuar con esta práctica.
Dicho esto me gustaría contar lo que vi ayer en un restaurante al que acudimos a comer mi marido, mi hijo y yo. Es un restaurante muy familiar, al que acuden mayoritariamente familias con niños, mayores, pequeños, bebés. Lógicamente acuden todo tipo de personas, parejas, familias sin niños, amigos. Pero el denominador común en este lugar son los niños. Con esta ley del tabaco a medias que tenemos hoy en día uno no sabe a veces cuando entra a un local si está permitido o no el tabaco. Pero como las veces anteriores que habíamos ido no había nadie (aún con todas las mesas llenas) fumando, asumí que no se fumaba en este lugar. Craso error. Ayer, con el restaurante lleno de nuevo me alarmó ver un hilillo de humo ascendente a lo lejos. Obviamente no era el plato caliente del comensal, era un cigarro encendido. Las mesas llenas, niños por doquier, y en esta mesa una pareja, ella con su cigarro en ristre. En la mesa de al lado, una familia, dos niños que no superarían los 5 años. Y yo pensé en ese momento, deacuerdo, ella tiene el mismo derecho que yo a no hacerlo. Ella va a un restaurante a comer donde no hay prohibición alguna. Decide fumarse un cigarro porque "legalmente" puede hacerlo. Pero, ¿esa mujer no tiene ética? No se trata de que pueda o no hacerlo, ya sabemos que puede, pero ¿debe?. ¿O es que quiere rebelarse?. Esta señora bien podría argumentarnos que quien decide llevar a sus hijos a un lugar donde está permitido el tabaco es el responsable de que sus hijos respiren humo. Cierto. Pero es los fumadores nunca quieren asumir responsabilidad. Yo he sido fumadora, hace años que lo dejé, y en su día no se me hubiera ocurrido encender un pitillo delante de un niño. Porque todos tenemos derecho a entrar a un restaurante, niños, fumadores y no fumadores. Y la tolerancia y el respeto es para todos, no solo para quien fuma.

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