Revista Cine

La noche en que nos conocimos

Publicado el 23 enero 2012 por Jesuscortes
La diapositiva final donde se nos informa lo que fue de cada uno de los protagonistas, en la que suelen abundar los mensajes tranquilizadores o jocosos sobre la suerte que corrieron, borra súbitamente la sonrisa de la cara.
Un segundo o sucesivos visionados ya no serán nunca más iguales.
Porque vivir el final de la adolescencia y pensar en tomar las primeras decisiones importantes, pasar el tiempo comiendo grasientas hamburguesas o que tus aventuras consistan en caer en las garras de repetidores impenitentes que visten chaquetas de fraternidades como si no quisiesen desprenderse del único elemento que aún alimenta el sueño de su rebeldía, no parecen grandes vivencias y de hecho no lo son, pero ese destino que les espera y que ninguno siquiera intuye, otorga un sentido diferente a esa noche que amanece del final del verano.
Cuando volvamos a reencontrarnos con ellos, quizá veamos a Curt dando sus primeros pasos en la dirección de quien se ganará la vida como observador - una buena ironía si se trata del personaje más autobiográfico, teniendo en cuenta el futuro que esperaba a su autor -, estemos tentados de empujar a Steve para que no dude más y se marche de una maldita vez de aquel pueblo, compartamos y no nos tomemos a broma la pequeña odisea sentimental de Terry y aceleremos con John en pos de que, para siempre, se mantenga invicto.  
No tienen ni son mucho más. Buenos chicos, como tantos amigos que tuvimos y que el paso del tiempo se llevó adonde no imaginábamos. LA NOCHE EN QUE NOS CONOCIMOSLa única película ambientada en este planeta filmada por George Lucas y en realidad, la penúltima de cuantas se interesó en dirigir antes de convertirse en uno de los más exitosos hombres de negocios del cine, es mayoritariamente recordada como una frugal y musical oda a su juventud en los añorados comienzos de la década de los 60. Para algunos de nosotros, no.
Para nosotros, "American graffiti" es eterna. Y mucho más interesante y necesaria si se prescinde de la nostalgia, de las canciones que fagocitan el recuerdo que ha quedado de ella (no cuesta tanto: ninguna le pertenece) y si se ve en presente, sin que sea "valorable", cinematográficamente hablando, idealización alguna de ese aspecto adolescente retrospectivo que tiñe de dorado en el cerebro la particular vivencia de cada uno y por extensión, en la memoria, los fotogramas del film. "American graffiti" es así, por encima de todo, una película de puesta en escena colectiva y episódica sorprendente, donde actores noveles dan lo mejor de su carrera en varios casos y la única prueba de que Lucas, que seguro pensará lo contrario, es un triste ejemplo de gran talento desperdiciado.
Hay que volver a ver a John caminando en penumbra por el desgüace junto a esa niña que se cuela en su coche o cómo asaltan al unísono el cadillac de aquellas chicas para graffitearlo en plena calle.
O ese encadenado en que el enclenque Terry se queda en la acera apalizado y con las gafas rotas y la chica, que parece que sólo se fue con él porque tenía un coche, vuelve y se sienta, compasiva o generosa, qué más da, a su lado tras parecer que se desentendía.
Y qué decir del momento que comparten ambos tras la carrera final, cuando Terry le devuelve la confianza a John, resignado a morder el asfalto algún día. Un loser al que no veremos nunca perder.
Son todas escenas que parecen captadas espontáneamente (rodadas con al menos dos cámaras simultáneas), de una intensa simpatía por sus criaturas y de una modesta y modélica plasmación de cómo surge la amistad, el amor, el compañerismo, la admiración por la pasión.  LA NOCHE EN QUE NOS CONOCIMOSCon esa sencilla aspiración, es curioso que la película tenga bastantes cosas en común con una de las mejores de una realizadora que cuenta con el respeto crítico que Lucas no se ha molestado ni en tratar de buscar: "US Go Home" de Claire Denis, filmada veinte años después.
Compartir la vivencia, sin asomo de condescendencia, de quienes aún pueden ver reinventarse el ancho mundo ante sus ojos, cuando todo es posible, en un lugar de donde no es "obligatorio" escapar - como si precisará, una generación más tarde, el working class hero encarnado por John Travolta en la estupenda "Saturday Night Live" - es nada menos que una de las más loables orillas donde el cine de cualquier vieja o nueva ola busca arribar.
Ahora parece que Lucas anuncia que se retira. O sea, que vuelve.
Abandona el gran mundo del cine y admite la posibilidad - parece demasiado tarde - de volver a filmar pequeñas películas, quizá intrigado por ver cómo le puede ir en ese camino escogido por este último y rejuvenecido Coppola.
Pensará que ya es suficientemente viejo para permitirse fracasar, sin un futuro amenazante en el horizonte. O quizá ha dado por bueno el último modelo del Halcón Milenario.

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