Revista Opinión

La nueva campaña electoral

Publicado el 28 abril 2016 por Franky
La nueva campaña electoral que se avecina amenaza con degradar todavía más la política española y humillar a una ciudadanía española que no sale de su asombro ante la osadía, desvergüenza, torpeza, egoismo y arrogancia de su clase política. El mismo rey Felipe VI, que conoce al ganado político español, ya les ha advertido que no hagan una campaña costosa ni que la centren en destruirse mutuamente, sino que deben hacer propuestas y esgrimir ideras para no indignar más a los ciudadanos. --- La nueva campaña electoral Pero las advertencias del monarca y los temores del pueblo no servirán de nada porque los políticos no tienen miedo a los ciudadanos y son como locos desatados en busca del poder y de los privilegios. Aunque creamos que ya no se puede caer más bajo, nos sorprenderán de nuevo con sus miserias y peleas barriobajeras. En lugar de debatir los numerosos problemas de España y presentar soluciones al ciudadano orientadas a acabar con la corrupción, adelgazar el insostenible Estado y regenerar la vida pública, seguirán arrojaádose unos a otros paladas de excrementos, ensuciándonos y avergonzándonos.

A juzgar por las filtraciones y por el ambiente que reina en los partidos, todo indica que será una campaña a cara de perro, sin grandeza ni altura, sin ideas, sin dar a los españoles lo que más necesitan, que es un gran debate sobre la regeneración. Los partidos, a pesar del hediondo ambiente que se respira en el país, parecen más interesados en machacar al adversario que en promover ideas e iniciativas que regeneren y creen prosperidad y justicia.

Será un trabajo sin ética, sin piedad y a cuchillo corto, con unos ciudadanos como testigos directos, a los que se les faltará al respeto y se les humillará sin consideración, sometiéndolos por la fuerza a un espectáculo degradante que, en lugar de ser un gran debate en busca de soluciones y recetas para mejorar la sociedad, será una especie de aquelarre de vampiros sedientos, en busca de más poder y privilegios.

Se hablará de la corrupción de los nuevos partidos, aparecerán disidentes que eran infiltrados por los grandes partidos en las filas de los nuevos, surgirán denuncias increíbles, se descubrirán fuentes vergonzantes de financiación, ocuparán portadas las maldades de Venezuela e Irán y se esgrimirán como amenazas las raíces comunistas, la inexperiencia y las alianzas inestables.

Pero los recién llegados también tienen sus argumentos y recursos para la lucha. No disponen de picadoras de carne tan nutridas ni eficaces, pero la realidad les nutre cada día de argumentos y escándalos suficientes para despedazar a los dos grandes partidos, miles de cuyos cuadros están bajo sospecha de la Justicia y cientos de ellos hacen cola ante el banquillo de los acusados, mientras cada día florecen las traiciones internas que destapan suciedades ni siquiera imaginadas por los crédulos e inocentes ciudadanos.

Los que creen que no podemos caer más bajo, se equivocan. Los actuales partidos siguen en caida libre hacia la ignominia. Si España ya es un lodazal, la nueva campaña electoral amenaza con convertirla en un pantano pestilente y engullidor de todo lo sano y decente.

España necesita más que nunca en las últimas cuatro décadas reflexionar sobre su futuro, regenerarse y lograr que la clase dirigente sume en lugar de restar, una en lugar de dividir y cree ilusión en lugar de generar angustia y desasosiego.

Que se preparen los recién llegados de Podemos y Ciudadanos por haberse atrevido a amenazar la hegemonía de los dos grandes partidos españoles. Los van a hacer picadillo.

El objetivo principal del PP en la campaña será desprestigiar y arrebatar votos a Ciudadanos, mientras que el del PSOE será machacar a Podemos y evitar por todos los medios que el partido de Pablo Iglesias le arrebate la hegemonía en la izquierda. Para Podemos y Ciudadanos, la campaña consistirá en seguir desgastando al PSOE y al PP, demostrando a los españoles que el viejo bipartidismo es el culpable de la corrupción, del mal gobierno y de la creciente ruina.




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