Revista Cultura y Ocio

'La ofensa', de Ricardo Menéndez Salmón

Publicado el 14 septiembre 2011 por Carm9n @Carmenyamigos

Mi primera experiencia leyendo a Ricardo Menéndez Salmón puede calificarse de sorprendente e impactante. Muchos de los libros que salen al mercado pivotan en torno a historias más o menos ingeniosas pero sin un estilo peculiar y original. En Ricardo Menéndez Salmón se aprecia una verdadera voluntad de elaborar un estilo propio, con imágenes creadas a partir de un lenguaje rico en matices, erudito y con frecuentes alusiones y adjetivaciones evocadoras y cargadas de significado.
Ricardo Menéndez Salmón, nacido en Gijón en 1971 y licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo, ha publicado obras de géneros diversos: teatro, relato, poesía, novela,... recibiendo por ellas diversos premios. Esta novela, La ofensa, publicada en 2007 es la primera de una trilogía sobre el Mal. Las otras dos son Derrumbe (2008) y El corrector (2009).
Dividida en tres partes: La bestia rubia, Una educación sentimental y Esta lágrima contiene un mundo, La ofensa se centra en Kurt Crüwell, un joven sastre alemán que es llamado a filas al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los horrores de los que es testigo hacen que su cuerpo se colapse y pierda toda sensibilidad.

Ricardo Menéndez Salmón

"El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de modo exhaustivo, un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo que permite comprender la esencia última del dolor, que no es otra cosa que el desgarro que produce la indiferencia del cuerpo hacia uno mismo."
Se aleja esta obra de la literatura de entretenimiento y esparcimiento que tanto abunda y casi podría calificarse de obra filosófica, por la cuestiones, las grandes preguntas, que plantea. Una obra de calidad, sin duda, y de lectura muy muy recomendable.
El final es realmente sorprendente y es que...
"La memoria no es un instrumento del hombre, un siervo amable, un eficiente valet; más bien parece que el hombre fuese un lacayo de su memoria.  Porque el hombre languidece, se distrae, se corrompe, pero su memoria permanece firme, a pie de obra, insobornable; de manera que mientras que el hombre tropieza, o se enfría, o pierde su dientes, o levanta murallas, o se disfraza, o devora a sus semejantes, ella permanece alerta, chupándolo todo, guardándolo todo, clasificándolo todo: cavando, cavando, cavando."

Marcapáginas 37


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