Revista Danza

La Ópera del Cairo defiende su ballet

Por Silviasanchez

La Ópera del Cairo defiende su ballet

junio 2, 2013 por Silvia.ssu

La Ópera del Cairo defiende su ballet

Según Gamal Hamed, parlamentario por el partido salafista egipcio Al Nour,  el ballet es ”el arte de los desnudos, que difunde el mal entre la gente”. Estas declaraciones, junto al cese de la directora Ines Abdel-Dayem de la Ópera del Cairo y de varios directivos de instituciones culturales han provocado que la compañía se declare en huelga. Durante una prevista representación de la ópera Aída de Verdi, todos los artistas y personal del teatro se reunieron en escena. El director de orquesta, y director artístico de la Ópera leyó un comunicado en el que anunciaba que la dirección y los artistas habían decidido cancelar la representación en protesta por el plan del gobierno para  destruir  la cultura y las artes en el país. Los artistas mostraron pancartas en contra del partido de los Hermanos Musulmanes (al que pertenece el presidente Mohammed Morsi) y del ministro de cultura,  Abdel Aziz.

La Ópera del Cairo defiende su ballet

Comparto dos artículos publicados en la prensa española, en la que se recogen citas de algunos de los bailarines españoles de la compañía (sí,  hasta en Egipto tenemos bailarines emigrantes):

El público asistente la noche del martes a la representación de la ópera Aída en El Cairo se encontró con un escenificación muy diferente: la del malestar del mundo de la cultura frente al intento de “islamizar” las artes por parte del Gobierno del presidente Morsi. Al subir el telón, más de 300 personas entre bailarines, músicos y trabajadores del teatro sostenían pancartas contra los Hermanos Musulmanes. En un manifiesto conjunto, todos ellos se declararon en huelga indefinida hasta que dimita el nuevo ministro de Cultura, Alaa Abdel Aziz.

 

“Hemos decidido abstenernos de representar Aída esta noche. Es el primer paso hacia el paro de todas las actividades de la Ópera hasta el despido del ministro de Cultura, que ha tomado varias decisiones arbitrarias contra prominentes figuras del ministerio en un intento de cambiar la identidad de este país”, leyó desde el escenario Nayer Nagui, el director de la orquesta de la Ópera, que acusó al actual Gobierno de pretender “destruir” la cultura del país. El público recibió con aplausos la lectura del manifiesto, y se sumó al eslogan que coreaban los artistas: “¡Que caiga, que caiga el Gobierno!”.

La ira se extendió el martes entre los artistas de la institución cultural de la Ópera de El Cairo, que incluye varias orquestas y compañías públicas, después de que su directora, Inés Abdel-Dayem recibiera por la mañana una carta de despido. El suyo es el tercer cese de un alto cargo del ministerio después de que también fuera despedido Ahmed Mujahid, director de la Autoridad General del Libro, y de Salah al-Meligy, director del Instituto de las Bellas Artes.

“El objetivo de la huelga es frenar la intromisión del Gobierno dentro de la cultura para censurarla y adaptarla a su estrecha visión del arte”, declara Erminia Gambarelli, directora de la compañía de ballet de la Ópera. “La decisión ha sido unánime entre todos los miembros de la Ópera. Es necesario plantarse ya, antes de que sea demasiado tarde. Su método es ir metiéndose poco a poco”, añadió la exbailarina, vinculada a la Ópera de El Cairo desde hace más de dos décadas.

La cesión de Abdel-Dayem coincidió con la discusión en la comisión de Cultura del Senado del presupuesto de la Ópera para el próximo curso. En el transcurso del debate, el diputado Jamal Jamad, del partido ultraconservador al-Nur, propuso eliminar la compañía de ballet, pues considera que este es un “arte del desnudo que promueve el vicio”. El hecho de que en el legislativo se discuta prohibir el ballet encendió aún más los ánimos entre los artistas.

“Estamos preocupadas por el futuro de la compañía de ballet. Esta no es la primera vez que los islamistas nos ponen en el punto de mira”, explica María Baeza, una joven española que baila para la Ópera desde hace un par de años. “Este año se quejaron de los tutús que utilizábamos en El lago de los cisnes. Querían que fueran más largos. Pero la directora se negó. Ahora bien, desde entonces, y para evitar problemas, se ha optado por escoger montajes con un vestuario menos atrevido”.

El nombramiento del ministro Abdel Aziz el 7 de mayo fue recibido con gran hostilidad por los intelectuales egipcios. En los 11 meses de Gobierno islamista, no se ha aplicado ninguna medida contundente contra la libertad de creación, pero existe la percepción de que los islamistas pretenden introducir su arcaica visión de la cultura y la sociedad de forma gradual. Una semana después de que Abdel Aziz asumiera el cargo, hubo una gran manifestación que reunió a la crème de la crème de la cultura egipcia: escritores, cineastas, directores de teatro, músicos…

Desde la investidura del raïs Morsi, algunos prominentes intelectuales, como el escritor Alaa Aswani, célebre por su novela El edificio Yacobian,han desempeñado el rol de azotes del Ejecutivo islamista. Sin embargo, no ha sido hasta el nombramiento de Abdel Aziz, considerado más cercano a las posiciones de los Hermanos Musulmanes que su predecesor, que el mundo de la cultura se ha alzado. A pesar de que los Hermanos Musulmanes aseguran respetar la libertad de creación artística, los recelos de los intelectuales están fundados en sus actitudes pasadas. No solo mostraron una actitud condescendiente frente al yihadista que asesinó el escritor laico Farag Foda en 1992, sino que incluso se han mostrado partidarios de prohibir algunas obras de Naguib Mahfuz, el único premio Nobel árabe de Literatura y símbolo nacional en Egipto. No obstante, en su primer año de Gobierno el único caso notable de censura fue con el documental Judíos de Egipto, que se acabó estrenando con algunas semanas de retraso.

 

Texto de Richard Gonzales para ‘El País’

 

El Cairo, 29 may (EFE).- Se abre el telón y la suntuosa puesta en escena de la ópera “Aida” de Verdi aparece ante los ojos de los espectadores. Sin embargo, esta noche no hay función. Actores, músicos y técnicos blanden pancartas y anuncian la suspensión de la función en desafío a las autoridades islamistas. Se cierra el telón.

El detonante de la huelga es la destitución de la presidenta de la Ópera de El Cairo, Inés Abdeldayem, por parte del nuevo ministro de Cultura egipcio, Alaa Abdelaziz, a quien sus detractores acusan de estar al servicio de la gobernante Hermandad Musulmana.

En una inusitada muestra de unidad, todos los componentes de la Ópera se han unido para detener su actividad hasta conseguir la dimisión del ministro.

Sin embargo, en la protesta subyace algo más: un grito en defensa de las artes, y especialmente del ballet, que los islamistas más recalcitrantes pretenden borrar del mapa en Egipto.

Las palabras de un diputado salafista (ultraconservador) en la Cámara alta encendieron las alarmas, aunque las sospechas vienen de antiguo.Según recogen hoy los medios egipcios, Gamal Hamed, parlamentario por el partido Al Nur, pidió ante la comisión de Cultura de la Cámara la eliminación del ballet, que calificó como “el arte de los desnudos, que difunde el mal entre la gente”.

Hamed sostiene que no está en contra del arte en general, pero sí de “la desnudez en nombre del arte y bajo eslóganes culturales”.

En los últimos meses, los centímetros del tutú o la sensualidad de los maillots parecen haber puesto nervioso a más de uno, lo que ha repercutido en las actuaciones de la Compañía de Ballet de El Cairo.

“En abril de 2012, representamos Bolero de Béjart hasta que Inés, la presidenta, me dijo que alguien del público se había quejado de que era ‘demasiado’… ¡Y yo misma lo había bailado aquí hace 25 años!”, explica a los periodistas la directora artística de la compañía, la italiana Erminia Gambarelli.

Para evitar caldear los ánimos, Gambarelli decidió suprimir del repertorio durante esta temporada todos los espectáculos de danza contemporánea, y apostar solo por el ballet clásico, pero ni siquiera eso le ha servido para esquivar la polémica.

Los bailarines reconocen que se han tenido que enfrentar a una “limpieza del repertorio” y a pretensiones como la de alargar la longitud de los tutús en el Lago de los Cisnes, explica a Efe uno de estos artistas, el español Vicente Ochoa.

La Ópera de El Cairo es algo más que un amplio complejo situado en el céntrico barrio de Zamalek. Es una institución de la capital egipcia, que a buen seguro ha vivido tiempos mejores, pero que hasta en los peores momentos tras la revolución de 2011 continuó su trabajo, mientras a unos cientos de metros ardía la plaza Tahrir.

El ministro de Cultura ha defendido, en un comunicado, su decisión de destituir a la presidenta de la Ópera, que apenas llevaba un año en el cargo, bajo el argumento de “difundir sangre nueva y nuevas visiones para una actividad cultural que exprese la Revolución del 25 de enero”, en la que fue depuesto Hosni Mubarak.

En menos de un mes en el cargo, el titular de Cultura ha tenido diferencias con las más influyentes asociaciones y academias de artistas del país, que temen la islamización de sus disciplinas.

No en vano, su cartera es una de las más candentes del gabinete, pues desde la caída de Mubarak, hace menos de dos años y medio, Abdelaziz es ya el sexto ministro de Cultura.

La ya expresidenta de la Ópera ha recurrido a la ironía para afrontar su despido, que planeaba sobre el ambiente desde hace dos semanas.

“Poner fin a mi trabajo durante la época de un ministro de los Hermanos Musulmanes es un gran honor para mí. La decisión de cesarme forma parte del plan de destrucción general que sigue el ministro”, ha asegurado Abdeldayem al diario Tahrir.

Dentro de poco más de un mes, el ballet “Zorba el Griego” debería marcar el final de la temporada cairota.

Sin embargo, a día de hoy, reina el escepticismo, incluso en el hipotético caso de que las autoridades se comprometan a hallar una solución.

“No podemos creernos sus promesas. Pueden servir para ahora, para unos meses, pero a la larga no podemos creérnoslas”, comenta, apesadumbrada, Gambarelli. EFE Enrique Rubio (publicado en ‘el confidencial‘).

 

 

AFP/Getty Images files


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