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La orden de toledo

Por Pinceladasdeunamicroviajera @microviajera
de pinceladasdeunamicroviajera 23 diciembre, 2014 buñuel ciudad historia lorca orden de toledo tajo toledo viaje

Toledo, ” cada uno de sus sillares, está tránsido de quimeras, y, a la larga, son las quimeras las que hacen que los hombres y los pueblos sean perdurables” Gregorio Marañón. Así es esta ciudad, atravesada de historia y de historias, leyendas y anécdotas, un laberinto de calles estrechas y empedradas que guardan en la memoria miles de quimeras. Toledo, la ciudad de las tres culturas, pero yo hoy me quedó un poco antes en mi retroceso al pasado, paro el reloj del tiempo en los años 20, para contaros la historia de la “Orden de Toledo”.

Vista de Toledo desde el Parador en el Cerro del Emperador. Foto: Sara Gordón

El Tajo abraza la ciudad de Toledo con un amplio meandro que prácticamente bordea su base. Foto: Sara Gordón

En 1923 un todavía desconocido Luis Buñuel pasea “por el claustro gótico de la catedral, completamente borracho, cuando, de pronto, oigo cantar miles de pájaros y algo me dice que debo entrar inmediatamente en Los Carmelitas, no para hacerme fraile, sino para robar la caja del convento. Me voy al convento, el portero me abre la puerta y viene un fraile. Le hablo de mi súbito y ferviente deseo de hacerme carmelita. Él, que sin duda ha notado el olor a vino, me acompaña a la puerta. Al día siguiente tome la decisión de fundar la “Orden de Toledo”. Así comienza el recorrido de un grupo de amigos, amantes de las calles retorcidas de Toledo y de vivir esperando sorprenderse en cada esquina.

Cobertizo de San Pedro Martir en Toledo. Foto: Sara Gordón

Cobertizo de San Pedro Martir en Toledo. Foto: Sara Gordón

Como toda buena orden está jerarquizada, tiene su condestable, que es su fundador, Luis Buñuel, y un secretario, Pepín Bello. Entre sus caballeros fundadores destaca Federico García Lorca y entre sus caballeros está Rafael Alberti y Salvador Dalí.

Vista de Toledo desde el Parador en el Cerro del Emperador. Foto: Sara Gordón

Vista de Toledo desde el Parador en el Cerro del Emperador. Foto: Sara Gordón

Reglas de la orden:

  • Cada uno debía aporta diez pesetas a la caja común, es decir, pagarme diez pesetas por alojamiento y comida.
  • Había que ir a Toledo con la mayor frecuencia posible y ponerse en disposición de vivir las más inolvidables experiencias. (Me encanta)
  • La fonda en la que nos hospedábamos, lejos de los hoteles convencionales, era casi siempre la “Posada de la Sangre”, donde Cervantes situó “la Ilustre fregona”. La posada apenas había cambiado desde aquellos tiempos: burros en el corral, carreteros, sábanas sucias y estudiantes. Por supuesto, nada de agua corriente.
  • Los miembros de la Orden tenían prohibido lavarse durante su permanencia en la ciudad santa.
  • Comíamos casi siempre en tascas, como la “Venta de Aires”, en las afueras donde siempre pedíamos tortilla a caballo (con carnes de cerdo) y una perdiz al vino blanco de Yepes.
  • Al regreso, a pie, hacíamos un alto obligado en la tumba del cardenal Tavera, esculpida por Berruguete.
  • Después, subíamos a la ciudad para perdernos en el laberinto de sus calles, acechando la aventura.
    Vista de la Puerta del Sol desde la muralla. Foto: Sara Gordón

    Vista de la Puerta del Sol desde la muralla. Foto: Sara Gordón

Estas eran las normas básicas para pertenecer a la orden pero para ser caballero había que cumplir otras tres más:

  • Amar a Toledo sin reserva.
  • Emborracharse por lo menos durante toda una noche.
  • Vagar por las calles.

Los que se echaban pronto a dormir se quedaban con el título de escuderos. Para conocer Toledo hace falta perderse por sus calles como aconseja Buñuel, escuchar y mirar para rincón, tener el ánimo accesible para que lo fantástico ocurra.

Una callejuela del laberinto de Toledo. Foto: Sara Gordón

Una callejuela del laberinto de Toledo. Foto: Sara Gordón

La historia de la ciudad se remonta hasta la edad del bronce. Foto: Sara Gordón

La historia de la ciudad se remonta hasta la edad del bronce. Foto: Sara Gordón

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