A veces algunas medidas políticas son totalmente correctas, y dignas de aplauso, y esas medidas deberían extrapolarse a otros ámbitos y problemas sociales, por lo cual el ciudadano agradecería y criticaría menos al político de turno.
La medida adoptada por el Alcalde de Conil de la Frontera, Antonio Roldán, con la suspensión del “botellón”, ha supuesto para dicha población, menos ruido, menos basura, menos conflictos y menos quejas de vecinos y hosteleros.
Se cumple un año de la entrada en vigor de la ordenanza municipal que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en las calles de Conil, y el tiempo ha demostrado que ha sido una medida que ha calado de forma clara y positiva en toda la población de ese bonito pueblo costero gaditano.
Las multas de la Policía Local por consumir bebidas alcohólicas en la calle es de trescientos euros, y se multa también por miccionar en la vía publica, medidas que a mi entender, son correctísimas y de las que deberían de tomar ejemplo otros municipios, por el bien de la inmensa mayoría de la población, haciendo honor a la Democracia y a la Convivencia.
Esta medida, en el fondo, impide que una gran parte de nuestra juventud, con el paso del tiempo, se vuelva alcohólica, por una moda y costumbre tan nefasta, de miles de jóvenes bebiendo sin control, haciendo mal uso, de una libertad relativa y claramente perjudicial para ellos y para su entorno.
Y sin más, me despido con un cordial saludo, dándole las gracias de antemano por la publicación de mi carta.
Francisco JIMÉNEZ URRETA
Via: La Huelva Cateta
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