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La otra mecanógrafa, de Suzanne Rindell

Publicado el 01 abril 2014 por Eldevoradordelibros
La otra mecanógrafa, de Suzanne RindellNueva York, primer cuarto del siglo XX. La vida de Rose, la mecanógrafa de la comisaría del distrito de Lower East Side, transcurre sin sobresaltos. Sin embargo, la implantación de la Ley Seca y la llegada de una nueva compañera romperán su monótona vida. Y es que Odalie, la última en llegar al equipo, es como el alcohol prohibido: su pelo a lo garçon, sus conjuntos y complementos a la última moda y su elevado poder adquisitivo ejercen una poderosa atracción a la que sucumben todos los de la comisaría, pero de un modo especial la protagonista de esta novela.

La otra mecanógrafa, debut de Suzanne Rindell, es la historia de una obsesión. Ni más ni menos. Desde el principio, el lector sabe que Rose, quien cuenta los hechos, está recluida en algún lugar. Puede hacerse una idea de dónde, pero no tanto del porqué. Sí, Odalie juega un papel esencial, pero ¿de qué modo? El misterio no se resolverá hasta cerca del final, pues todo se desvela poco a poco.
La voz narrativa tiene fuerza. En ocasiones, el personaje principal apela directamente a quien lee las páginas del que parece su diario. La prosa está muy cuidada, es elaborada, pero sin ser cargante. Abundan las descripciones, pero estas son necesarias para comprender a Rose y Odalie, pues desvelan la personalidad de la primera, es una joven inteligente, muy observadora y meticulosa. La ambientación además, esa ciudad de los rascacielos en la que imperaba la Ley Seca, mientras que en las trastiendas lo prohibido corría con más intensidad que antes de ser ilegal.
Estamos ante unos personajes femeninos complejos que bien merecen la pena conocer. Sus caracteres son opuestos, y están muy bien construidos: ¡qué lejos están de esos personajes planos que tan poco me gustan!
Al conocerse los hechos solo a través de la voz de Rose, el lector no sabe si aquello que ella cuenta es cierto o no. Conforme uno va conociendo a la protagonista, se da cuenta de que hay cosas que no son normales en su comportamiento. De este modo, la cordura y la locura van de la mano. Por otro lado, resulta interesante cómo la autora maneja los sentimientos de Rose, que a páginas llega a mostrar sentimientos contradictorios, dando pie a que sea uno quien decida: hay ambigüedad sexual.
Todo un acierto, también, que la escritora recupere una profesión ya poco valorada, la de mecanógrafa. En este sentido, una película la mar de curiosa es Popular, del director Régis Roinsard. Largometraje del que disfruté en un viaje en tren, casualidades de la vida, apenas dos días después de terminar la novela.
El libro me ha recordado, aunque solo conozco la versión cinematográfica, a El Gran Gatsby, de hecho la autora reconoce en los agradecimientos que en determinados momentos ha pretendido hacer un homenaje a la obra de Fitzgerald. También me ha traído a la memoria la grande Los renglones torcidos de dios, de Torcuato Luca de Tena.
En definitiva, una interesante obra, quizá poco original, pero muy bien escrita, con unos personajes femeninos fuertes y distintos que se mueven en el Nueva York de las prohibiciones, una ambientación que logra con creces la autora; todos ellos unos elementos que hacen de esta novela algo entretenido.

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