Revista Pareja

La pareja independiente

Por Cristina Lago @CrisMalago

Young woman doing three different things in one frame

Una persona con intereses y pasiones propias siempre resulta atractiva. Pero ¿qué sucede si te enamoras de alguien que parece tantas tener actividades, planes, amigos y aficiones que casi no tiene tiempo para estar contigo?

Hay personas que se enamoran poco a poco. Y no está ni mal, ni bien. Hay personas que se enamoran hasta las trancas, sin remedio ni antídoto. Y tampoco está ni mal, ni bien. Cada cual tiene su propia manera de enfrentarse al banquete: unos prefieren darse un atracón y otros prefieren degustar con calma hasta el último plato.

Pero en ambos casos existe una actitud común: el interés. Si ese interés desde el inicio se encuentra duramente disputado entre el fútbol, las noches de discoteca con los amigos/as, las clases de canto coral, cuidar del perrito de su vecino Paco, apuntarse a todos los planes habidos y por haber y todo ello, casualmente incompatible con quedar contigo, quien supuestamente le gustas o te quiere, no te confundas: no es independencia, es falta de ganas.

¿Qué es la independencia? La solemos relacionar -erróneamente – con la hiperactividad. Cuando vemos a una persona que no puede detenerse ni un segundo porque tiene demasiadas cosas que hacer o demasiadas personas que ver, pensamos en una vida envidiable, excitante y llena de estímulos constantes, para envidia de quienes consideran que estar más de un día sin tener fotos que subir al Facebook es un fracaso social.

El extremo opuesto sería, por ejemplo, el ermitaño de la montaña:  ni sale por bares, ni realizar un sinfín de actividades, ni tiene amigos…ni siquiera conexión a Internet. Que vive en la más absoluta soledad y cuya existencia esté probablemente consagrada a lo contemplativo y reflexivo. En definitiva, la clase de persona a la que, con bastante certeza, no encontraremos nunca en una tesitura amorosa con nosotros.

Ahora, ¿quién crees que de los dos, es el tipo más independiente?

Una vez establecido que la independencia nada tiene que ver con no parar de hacer cosas -lo cual nos habla más bien de una pobre capacidad para estar solos- cambiemos el término a multidependencia. La pareja multidependiente es aquella que se escuda de su miedo a entregarse en una relación dispersándose en multitud de fuentes de las que pueden hacer uso y disfrute sin que requieran mayor compromiso o dedicación y que a su vez les permiten no tener la suficiente energía como para concentrarse especialmente en nada o en nadie.

Es muy habitual empezar a desarrollar la multidependencia tras una ruptura dolorosa o un fracaso sentimental. Dividir nuestra atención en otras actividades nos ayuda a salir adelante y a sentirnos a gusto en otros ámbitos que no pertenezcan a una relación de pareja. Pero el miedo a la soledad, al vacío afectivo, no se cura haciendo muchas cosas, se cura precisamente estando solos/as. De nada sirve que tengas la agenda más repleta que la de Barney Stinson, si no eres capaz de estar un fin de semana sin hablar con nadie y que no se te caiga el mundo encima. Porque muchas veces buscamos la compañía de otros no porque la disfrutemos, sino porque se nos hace insoportable nuestra propia compañía.

La multidependencia, pues, es sana hasta que se convierte en una constante huida. Si te sientes atraído/a por una persona que no sólo es que tenga actividades y planes, es que literamente se pierde en ellos olvidándose de ti excepto cuando le conviene, puede que te estés intentando acoplar a su ritmo. Reprimiendo tus verdaderos deseos y sentimientos, pensando que si reclamas más tiempo o más atención aparecerás ante sus ojos como alguien necesitado y dependiente que agobia a la otra persona y en definitiva, siendo algo que tú no eres ni quieres ser.

Que te enamores intensamente y te apetezca dedicarle tiempo y entusiasmo a la persona que te gusta no te convierte en un dependiente. Tragar con alguien cuya forma de hacer las cosas no es afín a la tuya, calculando tus actitudes con cero naturalidad para no espantarle y esperando que cambie y te quiera como a ti te gustaría, sí lo hace.

 ¿Realmente te compensa andar con pies de plomo y tanteando el terreno constantemente para no asfixiar a la otra persona? ¿Es esta la clase de relación que deseas en tu vida? Si tu concepto de estar con alguien es apasionado, cercano, accesible y dedicado…¿por qué estás con una persona que no es afín a tu manera de amar?

En efecto, el enamoramiento puede ser rápido o despacio…puede devorarse o degustarse…pero que nos enamoremos de alguien, no significa que sea compatible con nosotros. Si consideras que tu pareja es en exceso independiente y eso no conjuga con tu manera de ver el amor, considera que quizás no es la persona adecuada para ti.


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