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La patria de la excelencia

Publicado el 20 diciembre 2011 por Futbolgol

La patria de la excelencia

Cierto es que lo suyo hubiera sido marcarse un articulito elogiando el enésimo triunfo del Barça. Lo resumiremos a lo bruto concretando que es lo mejor que hemos visto jamás o algo así. Pero desde el Centro de Documentación Histórica y Fomento del Espíritu Crítico Bloggero (C.D.H.F.E.C.B) -que formamos dignamente servidora, su conciencia, su complaciente perro y sus manías- hemos prestado atención a un nuevo exabrupto “cavernario”. El foro, Punto Pelota, bien se presta a ello. Como veréis en el enlace que adjunto, el tema volvía a ser el Barça y su relación con la patria. O dicho de otra manera, el foco volvía a caer como una losa sobre el barcelonista y catalán militante, cuestionado por decreto y del que se esperaba, una vez más, que hiciese también partícipe de la victoria a España, que hasta la fecha es un país soberano y no una provincia alemana. Pero eso último esta por ver.

Todos aquellos que sigan pensando que el deporte debe vivir ajeno a cualquier matiz político, nacional, identitario, religioso o telúrico, dejen de leer. Los que no se crean que los reyes son los padres, también (Urdangarín aparte).  Si así fuera, no habría tortas por celebrar unos Juegos Olímpicos, el Barça no sería “més que un club”, los duelos entre Celtic y Rangers serían desaliñados y el palco del Bernabéu no sería a los poderes fácticos lo que una sauna gay a la sodomía. Dicho lo cual, nos volvemos a centrar en el debate en cuestión que por ejemplar puede sernos ejemplarizante. El susodicho españolista A -Ramos Marcos, ex-árbitro-, increpa a la susodicha B -Carme Barceló, periodista deportivo-. A quiere que B españolice el triunfo barcelonista, que lo nacionalice. Llegado el caso, que suelte algunos “vivas” por España. La susodicha B, catalana ella sin más, se niega a pasar por el aro. Y más allá de lo ridículo de la situación, por vacía de contenido e infantil, los sentimientos afloran. Los españolistas, cual comisarios políticos, recelosos de la disidente catalana. La catalana en minoría, maniatada y arrinconada ante la imperialista fogosidad hispana. El resultado: quedarnos donde estábamos.

http://comunicacion.e-noticies.es/di-viva-espanadilo-60018.html

¿Y dónde estábamos? En el mismo sitio de siempre. Buena parte de España sigue sin entender que el Barça, en esencia, no es un club españolista por más que sea español. Desde su catalanidad y su catalanismo fomenta su espíritu universal. Y es respetable. No es por ello un club provinciano como desafortunadamente dejó entrever otro catalán y culé, Josep Pedrerol. El Barça, en esencia, decidió ser así. Con altibajos, claro, porque no todas las épocas se viven igual, porque no todos sus dirigentes han sido los mismos y porque, por encima de todo, la conveniencia deportiva y económica, prima. Pero más allá de eso, empecinarse en hacer del Barça “triomfant” un abanderado del fútbol español como tal es dar palos de ciego. Por más que los españoles puedan enorgullecerse de ello y sentir el triunfo como propio. Faltaría más.

Antaño sí lo hizo el Madrid, más por coyuntura histórica que por vocación, cuando ganaba una Copa de Europa tras otra. Por ejemplo. Pero no podemos pretender que el Barcelona ice la rojigualda para que en España no se molesten por ello. No es ese el cometido del Barça. Nunca lo fue. El Barça se proyecta el exterior desde Cataluña, guste más o menos.

El culé extremeño no puede sentirse discriminado por la ausencia de “vivas” a España tras la consecución de un título. Del mismo modo que no puede sentirse ofendido el barcelonista húngaro, el culé zurdo, o el aficionado al Barça de ideas izquierdistas. Bajo la azulgrana caben todos. A nivel nacional, germinalmente el Barça es lo que es. Y lo sabíamos todos. También los que un día decidieron ser del Barça solo para “lo bueno”, omitiendo que dicha institución tiene implícitas una serie de connotaciones de pertenencia muy arraigadas.

Con ello no se pretende hacer del Barça el único garante de la catalanidad porque ese tampoco es su cometido. La catalanidad es muchísimo más compleja que todo eso. Pero lo que tampoco podemos pretender es hacer de la prensa deportiva española un reducto de esquizofrénicos nacionales. Maniqueos y demagogos. Que también los hay en Cataluña y en la prensa barcelonista, donde, por ejemplo, el Espanyol es visto a veces como un extraño en su tierra y el aficionado perico parece un osado tendero judío en el Berlín del 38.

Relajémonos todos. Para hacernos pajas chauvinistas ya vendrán Del Bosque y sus muchachos un verano de cada dos. Eso sí, lo que se demuestra una vez más es que el fracaso es huérfano de padre y madre y el éxito es un hijo deseado, con padrinos, tíos ricos en América y oportunistas doncellas casaderas a la caza de la ocasión.


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