Revista Cultura y Ocio

La peor crisis en la historia de Los Estados Unidos

Por Joaquintoledo

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.

Estados Unidos enfrentó su primera y gran crisis de su historia durante la llamada Guerra Civil Norteamericana o Guerra de Secesión. Se enfrentaban los unionistas contra los confederados, los industriales contra los esclavistas, los progresistas contra los retrógrados, los modernos contra los antiguos. Y así, podemos seguir añadiendo calificativos antagónicos que describan cada una de las partes. El hecho es que más allá de diferencias políticas, el conflicto estuvo a punto de llevar al país del norte a una desorganización política que podría haberlo hecho desaparecer o al menos modificarlo a como es conocido hoy en día. La pugna entre los estados que apoyaban el esclavismo y los que no, sería el principal argumento que desencadenaría uno de los conflictos más destructivos y desoladores de América y que confirmarían una vez más los propósitos de Estados Unidos como país y para el mundo. Durante dicha guerra, que tenía como lugar un escenario de operaciones tan vasto, se ha estimado que cuatro millones de hombres empuñaron las armas, desarrollando cerca de 2 mil combates en cuatro años de guerra. De aquella cantidad, unos 149 son considerados por los expertos como enfrentamientos que merecen ser considerados batallas. El primero más grande de ellos, fue la Primera Batalla de Bull Run o de Manassas.


El preludio a un enfrentamiento

Se había bombardeado Fort Sumter cuando Lincoln llamó al pueblo a las armas y este decide  nombrar  al general Irwin MacDowell como comandante en jefe del ejército de Virginia nororiental iniciando la invasión de la misma, siempre con la idea de ir hacia adelante, hacia Richmond. El ejército de la Unión cruzó el río Bull Run en el Puente de Piedra y llegó a la meseta de Centreville  desde donde MacDowell se percata  que las tropas confederadas del general Beauregard eran demasiado fuertes para el ataque directo. Su plan fue el siguiente: se cercaría a las sudistas por su respectiva ala izquierda con un movimiento de envolvente. De uno y otro bando las tropas  parecían entusiastas, pues muchos no eran soldados profesionales, estaban entusiasmados con marchar a la guerra. Querían probar de qué estaba hecho aquel arte. Ambos grupos también creían que los triunfos serían sencillos, las batallas cortas  y que la guerra acabaría pronto.


Un difícil comienzo para la Unión

MacDowell tenía bajo sus órdenes a unos 28 mil efectivos, mientras que los confederados bajo las órdenes de Bearuregard a unos 21 mil. A MacDowell lo ayudaría Patterson quien atacaría a los refuerzos de los confederados. Entonces, el 21 de julio de 1861, en la mañana, se inician los combates cuando dos divisiones (unos 6 mil hombres) unionistas golpean el lateral izquierdo de los confederados de 900 soldados. Aunque reciben refuerzos, no resisten mucho y sus líneas se ven rotas. Pronto, retroceden y deciden enfrentar a los unionistas con bayonetas, pero la estrategia de los unionistas fue descubierta a tiempo y sus hombres quedaron en una pésima situación. Alrededor de la brigada Virginia, ahora los confederados resistían. Se trabó así una lucha entre tropas confundidas y desorganizadas en un frente de casi tres millas que se prolongó por varias horas.

Con el pasar del tiempo ninguno de los dos bandos cedía y estaba claro que el que huya primero sería el vencido. Rechazado el plan de envolvimiento por un flanco, los confederados, inferiores en número resistieron, causaron gran mortandad, mientras veían a sus adversarios retroceder, ya casi saboreaban la victoria. Edmund Clarence, un corresponsal de guerra del New York World, vociferaba para que los unionistas no se retiren, mientras la retirada vergonzosa y cobarde era ya una realidad. Aunque hay que aseverar que faltó mucho más profesionalismo entre las tropas y eso generó la derrota de los ofensores, sin tener en cuenta la mediocridad de sus propios dirigentes. Si querían ser salvados sólo les restaba huir. Se llegaron a hacer muchos prisioneros unionistas.

Pronto la las tropas estadounidenses se hubieron de batir en una gran retirada. Las familias pudientes de Washington se habían colocado a una distancia prudente para apreciar la batalla. Pronto se llevaron un chasco al observar que las tropas que se retiraban humilladas y a duras penas eran las suyas. El picnic no acabó pronto, pero sí mal. En seguida todos se dirigieron a sus carruajes para huir, esto hizo que los caminos se bloquearan y que incluso algunos civiles salgan heridos pues algún que otro proyectil les alcanzó. El resultado fueron unos 460 muertos, 1124 heridos y 1312 capturados y desaparecidos, para la Unión, quienes tuvieron que retirarse hacia Washington. Los confederados tuvieron pocas y menores bajas que sus adversarios, alrededor de 387 muertos, 1582 heridos y 13 desaparecidos.

Como era de esperarse, MacDowell se llevó todas las críticas y pronto fue reemplazado por George B. Macclellan. La Primera Batalla del Bull Run sirvió para demostrar tanto a unionistas como confederados que la guerra necesitaba ejércitos profesionales y no toda una turba de paisanos campesinos armados. La batalla dio como resultado la paz durante ocho meses en el frente este y a partir de allí los dos bandos se preocuparon por recolectar y preparar mejor a sus respectivos soldados. Era sólo el inicio de un desangramiento entre los estadounidenses.

Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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