Revista Psicología

La periferización social y la ciudad dual (integración y exclusión)

Por Gonzalo

Uno de los primeros efectos  de los cambios introducidos en los procesos económicos, sociales y urbanísticos de las ciudades (sobre todo cuando afectan al acceso a un puesto de trabajo, a la vivienda o a las oportunidades educativas) es la reacción de los grupos más directamente implicados y menospreciados (de hecho, los marginados habituales: inmigrantes, pobres, mujeres, minorías étnicas, gays, ecologistas).

LA PERIFERIZACIÓN SOCIAL Y LA CIUDAD DUAL (INTEGRACIÓN Y EXCLUSIÓN)

Manifestación de Inmigrantes en España

Cuando los habitantes y usuarios locales toman conciencia de lo que está sucediendo a su alrededor se ven obligados de pronto a negociar usos y significados del lugar con unos agentes que  a menudo sólo son intermediarios en aquella trama globalizada (González, 1998).

Para los que están bien conectados y tienen recursos (los que tienen fácil y rápido acceso a los flujos de información y de poder que circulan por las redes globales), estas negociaciones son también fáciles y rápidas y, además, muy productivas, ya que no sólo se establecen socialmente y se delimitan territorialmente los nuevos símbolos, funciones y significados urbanos, sino que se adoptan posicionamientos ventajosos en relación  a otros individuos  (legislaciones restringentes, barrios-fortaleza, selección socio-laboral).

LA PERIFERIZACIÓN SOCIAL Y LA CIUDAD DUAL (INTEGRACIÓN Y EXCLUSIÓN)

Somosaguas, Madrid, España

Contrariamente, los ciudadanos que resultan estar poco “globalizados” por razones de edad, por ignorancia en el acceso a los mecanismos de las redes o por falta de oportunidades y recursos, a menudo reaccionan de una forma también marginal y marginada, lo que no impide que en este marco se creen nuevos y distintos significados culturales urbanos.

Su actitud adopta una óptica inevitablemente defensiva, intensificando los localismos y manteniendo escasa incidencia en las esferas de decisión política y en los pasillos del poder, y sin mucha capacidad para incidir en otra cosa que no sean sus necesidades más inmediatas.

Así, a menudo se reafirman los nacionalismos de barrio, las insolidaridades excluyentes

LA PERIFERIZACIÓN SOCIAL Y LA CIUDAD DUAL (INTEGRACIÓN Y EXCLUSIÓN)

Nacionalismo de Barrio

(por lo que respecta a prejuicios raciales o restricciones medioambientales), intentando un retorno más o menos nostálgico a la situación anterior y, de hecho, reforzando la fractura entre las culturas del localismo y del globalismo:

se trata de las habituales demostraciones de rechazo a la instalación cercana de un vertedero de basuras, a la apertura de una carnicería musulmana en la propia calle o de un centro de atención a toxicómanos en el barrio  (Cohen, 1999).

El éxito en las reivindicaciones para cambiar el significado público de un lugar en el espacio urbano depende de la capacidad de las personas para establecer  alianzas tácticas con la administración pública, con la empresa capitalista, con el conjunto de la sociedad.

Un ejemplo bien conocido y estudiado puede ser el de los espacios de la comunidad gay: las zonas de contacto gay en espacios públicos se toleran mientras son “invisibles” y no inciden directamente en las pautas locales de uso tradicional.

Ahora bien, cuando se transforman en una práctica abierta y establecida y por lo tanto suficientemente visible como para ser identificada como un estorbo público, estos espacios y sus usuarios sufren la crítica vecinal y el acoso policial, condenando la identidad homosexual al aislamiento y a la clandestinidad.

No sucede así cuando la comunidad gay participa directamente en la promoción económica y cultural garantizando el funcionamiento de restaurantes, cines, hoteles. Si el efecto aglomeración es suficiente como para permitir la existncia de un barrio gay, incluso puede llegar a ser oficialmente aceptado como una contribución a los servicios y recursos públicos.

La cultura gay puede entonces declararse abiertamente homosexual y puede ser promovida como parte del espectáculo multicultural, precisamente porque representa un sector importante de la ciudad global y de sus circuitos invisibles de inversión: el turismo gay vincula San Francisco y Manila, Sitges y Mikonos, en una sucesión única de intercambios más o menos desiguales esparcida pro todo el mundo (Pile y Thrift, 1995).

Los efectos de la globalización en términos tanto locales como de identidad llegan también a la cara oculta de la ciudad dual, ya que las formas culturales de los grupos sociales que viven en las zonas de exclusión en el núcleo central o en el casco antiguo son animadas, manipuladas y posteriormente distribuidas, consumidas y apropiadas para el mercado global.

La cultura urbana que, en forma de códigos locales, actitudes, vocabulario, estilos de vestir, músicas, se genera en la interacción cotidiana de estos barrios, atrae por la novedad de su diversidad y por su mestizaje.

La expropiación y mercantilización corporativa de la diferencia  (la multiculturalidad, la etnicidad) estimula su participación  en la economía cultural global, pero a costa de alterar los espacios y las identidades locales que es precisamente donde esta cultura se genera (Samers, 1998; Sibley, 1981).

Ante la constante reinvención de las estrategias de transformación urbana y de especulación con los símbolos de la ciudad multicultural surgen también formas alternativas de resistencia ciudadana que hacen uso de las nuevas tecnologías para comunicarse, compartir información y estrategias y divulgar las campañas locales de las luchas urbanas a niveles más amplios e, incluso, para impulsar campañas globales y establecer redes de ayuda mutua.

A pesar de que el acceso a Internet o a un teléfono móvil no es garantía de integración en las redes y flujos globales, ciertamente evidencia una coyuntura favorable y la apertura de oportunidades: con el apoyo de las políticas de igualdad y un gran esfuerzo propio, muchos jòvenes de segunda y tercera generación (de inmigrantes, de relocalizados) empiezan a sentirse cómodos en la ciudad global, a pesar de que sus padres no lo estén, y algunos incluso acabarán constituyendo una clase media multicultural, en un constante y enriquecedor desplazamiento pendular entre lo local y lo global.

El problema está en aquellos que no encuentran su identidad en “el espacio de los lugares” ni trasladan un valor simbólico adicional al flujo de información del “espacio global”. Realmente, reciben lo peor de ambos mundos, de los dos espacios  (Roca, 1994).

FUENTE:  GEOGRAFÍA HUMANA  (J.Romero, J.Ortega, J.Arango, J.Nogué, A.Albet,R.Méndez,O.Nel-lo, F.Muñoz, J.Farinós, J.M.Naredo)

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