Revista Arte

La pintura barroca en Toledo

Por Lparmino @lparmino

La pintura barroca en Toledo

Frutas, repollo y aves, h.1600, Sánchez Cotán
Chicago Art Institute - Fuente


La importancia cultural de la capital castellana fue languideciendo a lo largo del siglo XVII. El importante foco cultural y humanístico toledano sufrió las graves consecuencias del traslado de la corte a Madrid en el año 1561 a instancias de Felipe II. Este hecho, ni mucho menos fortuito, marcaría el devenir cultural de Toledo, capaz de sobrevivir artísticamente en los difíciles comienzos del siglo XVII gracias al rico contexto intelectual de la ciudad en el que la figura de El Greco dominaba el panorama pictórico y la clientela. En ese ambiente, las nuevas influencias aplaudidas y refrendadas por las instancias eclesiásticas de la Contrarreforma son acogidas con entusiasmo por clientes y artistas toledanos, haciendo suyas muy pronto las influencias italianas, ya sea directamente a través de obras importadas o mediante el ascendiente de lo que en ese momento se estaba haciendo en el monasterio de El Escorial.


La pintura barroca en Toledo

San Lucas, 1610 - 1614, El Greco
Indianapolis Museum of Art - Fuente

En cuanto a unas características que definan la pintura barroca en Toledo, primero señalar su corta vida. Si bien a principios de siglo la ciudad mantuvo su actividad pictórica, como señala Trinidad de Antonio gracias a la Catedraly a la industria pañera, esta escuela decae a partir de la década de los cuarenta bajo la poderosa influencia madrileña. Por otra parte, y tomando en consideración a esta misma autora, entre los pintores toledanos habría que distinguir los que siguen la estela de El Greco y aquellos otros que se encuentran relacionados con los nuevos gustos llegados desde El Escorial. Por lo tanto, se puede intuir en la pintura de Toledo en ese primer tercio del XVIII tres influencias destacables y bien diferenciadas: la del tenebrismo caravaggista; la proveniente de El Escorial, un realismo atenuado, decoroso y digno; y la huella indeleble de El Greco y su peculiar manierismo.

Como bien hacen notar los expertos en la materia, El Greco mantendrá su actividad pictórica hasta bien entrado el siglo XVII, ya que morirá en 1614. Durante sus últimos años, y en atención a lo dicho por Alfonso Pérez Sánchez en su estudio sobre la pintura barroca española, El Greco exacerbará su estilo. Es precisamente la fuerza devocional de la producción final de El Greco la que posibilitará que sus sucesores, ya imbuidos de un tenebrismo y un realismo pleno, no dejen de lado las enseñanzas del cretense. Uno de los grandes nombres en este periodo, Luis Tristán (h. 1590 – 1624) precisamente se forma con el cretense. A este aprendizaje habría que añadir una estancia italiana documentada entre 1606 y 1613, lo que daría como resultado el peculiar estilo que combina elementos de El Greco con un naturalismo tenebrista riguroso.

La pintura barroca en Toledo

Sagrada Familia, 1613, Luis Tristán
Minneapolis Institute of Arts - Fuente

Otro de los grandes nombres que trabaja en Toledo a principios de siglo es Sánchez Cotán (1560 - 1627), quien destacó, por encima de su modesta pintura religiosa, por definir los principios del bodegón español después de un supuesto aprendizaje con Blas de Prado (h. 1545 – 1599), el primero en dedicarse a este género según Jonathan Brown (La edad de oro de la pintura en España, 1990). Se ha escrito mucho sobre los bodegones de Sánchez Cotán y sus más variados significados, buscando muchas veces explicaciones imbuidas de un extremo misticismo y una religiosidad oscura y profunda. En general, sobresalen estas naturalezas muertas en las que unos pocos elementos destacan sobre la oscuridad del fondo.
Por último, y dejando una larga nómina de maestros que trabajan en la ciudad imperial durante este periodo, habría que mencionar la obra de un murciano, Pedro Orrente que, sin embargo y siguiendo las directrices de Pérez Sánchez, es necesario considerar dentro del ámbito toledano ya que fue aquí donde desarrollo lo más significativo de su obra. En su producción habría que destacar la presencia de modelos venecianos. No en vano, Orrente llegó a trabajar en Venecia en el taller de los Bassano. Sin embargo, eso no supuso que no fuera capaz de asimilar otras fuentes hasta configurar un estilo muy personal y propio que propagó por diversas provincias españolas (murió en Valencia en 1645).

La pintura barroca en Toledo

Sacrificio de Isaac, h.1616, Pedro Orrente
Museo de Bellas Artes de Bilbao - Fuente

Con este último maestro, a pesar de sus discípulos y de otros muchos pintores de carácter menor que seguirán trabajando en Toledo, se puede decir que la escuela de la ciudad desaparece. La cercanía de la corte madrileña supondrá el progresivo decaimiento de la pintura en la ciudad hasta su desaparición y falta de consideración por parte de la historiografía artística española clásica, más centrada en las grandes realizaciones madrileñas y sevillanas.
Luis Pérez Armiño

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