La plaza de toros de Barcelona. De templo de la barbarie, a templo del dinero

Hace dos años que la plaza de toros monumental de Barcelona se ha convertido en un estorbo en medio de la ciudad. Ya no sirve para nada, pero no porque no se haga nada en ella, si no porque no produce dinero.

Por ello en cuanto el jeque Tamim bin Hamad al Zani ha agitado la chequera delante de las narices de los ediles barceloneses les ha faltado tiempo para pensar seriamente la oferta de 2.200 millones de euros por la plaza de toros anacrónica para convertirla en el tercer mayor templo musulmán del planeta .

El planteamiento de la venta de la plaza de toros al jeque es una jugada redonda. Por un lado el consistorio barcelonés consigue una cantidad de dinero a la que no está acostumbrado desde que estalló la burbuja inmobiliaria, y por otro lado en cuanto el jeque convierta la plaza de toros en una hiper mezquita se impide que vuelva a haber toros en Barcelona, en el hipotético y disparatado caso de que el PP vuelva a conseguir mandar en la Generalitat de Catalunya.

Eso sí, hay que tener en cuenta la opinión pública porque dentro de una año hay elecciones municipales y nadie quiere perder un voto, sobre todo teniendo en cuenta que cada voto que se pierde se lo va a encontrar Podemos. Y por eso se ha filtrado convenientemente la noticia para tomarle el pulso a la opinión pública.

Parece que ha habido mala suerte y como España ha sido apeada del mundial antes de lo esperado ha habido gente que se ha enterado de la noticia y le ha sentado muy mal. No ha importado para nada la promesa de 4000 puestos de trabajo, la gente se ha puesto en contra.

Sin embargo el proyecto continuará adelante que para algo el emir de Catar metió la cabeza en Barcelona (patrocinio de Qatar Fundation al FC Barcelona) a través de la fundación que trata de lavar la imagen de un estado dictatorial, pero con una gran cantidad de dinero. Y es bien sabido, tal y como sucedió con el propietario del Málaga CF (el jeque Abdullah ben Nasser Al-Thani), que los jeques tienen mucho dinero y están acostumbrados a hacer lo que les da la gana, mientras los políticos que hay alrededor les lamen las posaderas con fruición. En caso contrario, agarran sus petrodólares y se van a otra república bananera en la que no tengan remilgos en cumplir su santa voluntad.

En cualquier caso la operación da la sensación de tener cierto aire de revancha. Durante siglos los cristianos se dedicaron a “reconstruir” templos musulmanes que curiosamente terminaba teniendo aspecto de iglesia. Ahora el catarí contraataca a golpe de talonario reconvirtiendo un símbolo de la España arcaica en un bastión del poder islámico.

Dado que la plaza de toros de Barcelona ha sido durante décadas un centro en le que se rendía culto a la barbarie, sería una bonita redención del espacio dedicarlo al arte, o la ciencia. En definitiva cualquier actividad en la que se utilice y se fomente el uso del cerebro. Y desde mi punto de vista las religiones no cumplen con ese requisito.

Lo que no me ha parecido adecuado es la oposición a la operación basándose en que los musulmanes no permitirían construir un templo cristiano sobre territorio musulmán, subrayando el razonamiento con insultos xenófobos y racistas. Es del todo incoherente y bobo oponerse a la intolerancia haciendo uso de más intolerancia, básicamente por que te rebajas al nivel de lo que quieres denunciar.

Yo creo que la religión es algo privado e íntimo, de modo que el que quiera hacer uso de la creencia que sea, que lo haga en la intimidad de su casa, o en algún local en le que pueda reunirse con gente que comparta sus gustos, como cualquier reunión de juego de rol. Pero cuando para practicar una religión hace falta hacer alardes de construcciones y de grandes eventos, eso me suena a que es marketing; y cuando hay técnicas de mercadotecnia por le medio, ya no estamos hablando de una religión, si no de un negocio. Alabado sea el dinero.