Revista Expatriados

La política maldiveña es divertida

Por Tiburciosamsa

Maldivas mide 298 kilómetros cuadrados. En una lista de países y territorios diversos es el número 209, quedando por detrás de no-países como Chipre del Norte u Osetia del Sur. Hasta la isla de Santa Elena, donde los ingleses dejaron que se pudriera Napoleón, es 10 kilómetros más grande que Maldivas. En población tampoco anda muy allá: 317.000 habitantes, el 179 de los 242 países y territorios que había en la lista. Eso sí, son pocos pero muy apiñados: es el undécimo territorio del planeta en densidad de población. Parecería que un país así no daría mucho de sí, pero resulta que tiene una vida política de lo más divertida.
Durante 31 años Maldivas tuvo un dictador, Maumoon Abdul Gayoom que, cuando vio que el pueblo le pedía democracia, le dio más Islam a ver si así… Como el pueblo le seguía pidiendo democracia, en 2008 le dio una Constitución. Pero el pueblo que es insaciable y muy pesadito, continuó con la murga de lo de la democracia y tuvo que acabar haciendo eso que tan poco gusta a los dictadores: convocar elecciones. En las elecciones presidenciales de octubre de 2008 el pueblo tuvo la descortesía de votar al opositor Mohamed Nasheed. Menos mal que en las legislativas de mayo de 2009 corrigió un poco su equivocación, dándole la mayoría en el Parlamento al Dhivehi Rayyithunge Party (DRP) de Gayoom, con 28 de los 77 escaños. El Partido Democrático Maldiveño de Nasheed tuvo que conformarse con 26 escaños y la segunda posición, a pesar de que había recibido el 30,8% de los votos, frente al 24% del DRP. Los misterios de la legislación electoral.
Para conquistar la Presidencia, Nasheed tuvo que buscarse extraños compañeros de cama: Mohammad Waheed Hassan, al que se le había subido un poco lo de ser el primer maldiveño que consiguió un doctorado en el extranjero, Gassim Ibrahim, del que no se sabe qué es mayor, si su fortuna o su ego… Aunque para compañero de cama extraño y complicado, Hussain Rasheed Ahmed, del Partido Adhaalath, que parece pensar que para gestionar un Estado moderno lo esencial es creer mucho en Dios y fustigar a los herejes. 
Con esos mimbres tuvo que armar su presidencia y fue una presidencia jodida. Por un lado tenía al Adhaalath vigilando cada paso que daba, no fuera a ser antiislámico. Por otro tenía a los diputados del DRP en el Parlamento que no paraban de ponerle palos en las ruedas. Además estaba su propio Vicepresidente que cada vez se mostraba más discrepante con cómo estaba gobernando y la judicatura, a la que empezaban a rechinarle los dientes, y los poderosos empresarios turísticos, que no veían claras sus ideas de aumentar los impuestos a los turistas y crear albergues, y los que creían que era demasiado complaciente con la vecina India... Al final su cama se encontró vacía de compañeros extraños o no: todos sus aliados acabaron abandonándole.
El 7 de febrero de 2012, el conflicto que mantenía con la judicatura, acabó estallándole en la cara y se vio obligado a dimitir. Por cierto que las cosas estaban tan confusas para aquellos momentos que no quedó del todo claro si la transición de poder al Vicepresidente Waheed había sido legal o si había sido un golpe de estado encubierto. Nasheed desde el exilio no pararía de decir que su renuncia había tenido de voluntaria lo mismo que la boda de mi primo Jacinto con su novia embarazada de seis meses. La comunidad internacional acabó diciendo que se han visto transiciones de poder todavía más rocambolescas y que ésta se podía dar por válida, siempre que hubiera elecciones en las que pudiera participar Nasheed.
Ahora fue el turno de Waheed de comprobar que ser Presidente en las Maldivas puede ser muy jodido. Tuvo que pasar la mayor parte del tiempo quitándose el sanbenito de golpista y tratando de fomentar la reconciliación nacional, con un Nasheed en el exilio que no paraba de decir “devuélveme mi tesoro” y un Gayoom en la oposición que no paraba de decir… “devuélveme mi tesoro”. Y todo eso sabiendo que su mandato tenía fecha de caducidad, porque como no organizase las elecciones previstas en 2013, lo de “golpista” se lo iban a tatuar en la frente.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales tuvo lugar el pasado 7 de septiembre. Hay que reconocer que Waheed las organizó a la perfección: fueron limpias y libres. Pero eso es lo único que los maldiveños consideran que hizo bien, porque el 95% le hicieron una pedorreta y pasaron de votarle.
El ganador fue Nasheed que logró el 45% de los votos. Excelente, pero no lo suficiente como para evitar una segunda vuelta. El segundo fue Abdulla Yameen, el hermanastro del ex-Presidente Gayoom, al que su partido, el Partido Progresista de Maldivas (PPM) se le desmigajó en plena campaña. Le salvó que su hermanastro le quiere mucho y le echó una mano con sus redes clientelares, que haber sido dictador da para tener muchos clientes, aunque los ocho años que lleva fuera del poder se notan: Yameen sólo consiguió el 25% de los votos.
En un país menos divertido, ahora vendría una segunda vuelta entre Nasheed y Yameen y aquí paz y después gloria. Pues va a ser que no. En tercer lugar había quedado Gassim Ibrahim, del que ahora sí que se sabe que tiene más ego que fortuna, porque se gastó un pastón en la campaña electoral y descubrir que se ha quedado a 2.500 votos del segundo y no puede pasar a la segunda vuelta de las presidenciales, le ha jodido especialmente. Gassim ha dicho que no le convencen los resultados y que si no le hacen caso va a montar un buen tiberio.
El Tribunal Supremo optó el pasado martes por suspender la segunda vuelta de las elecciones, que estaba prevista para el pasado sábado 28. La política maldiveña sigue siendo divertida.

Volver a la Portada de Logo Paperblog