Revista Política

La politica y el miedo

Publicado el 06 mayo 2013 por Pepecahiers

LA POLITICA Y EL MIEDOHa sido una noticia impactante, un parado en Italia, debido a  su frustración económica, pretendía asesinar a algún político, supongo que al primero que se pusiera a tiro. Lo malo del asunto es que, quién se interpuso entre sus balas y su hipotético objetivo, fue la policía y una mujer embarazada, lo que convierte todo el asunto en un negro esperpento de una situación social más que delicada. No ha terminado de gustarme la tira cómica que a continuación publico, quizás porque, cuando estaba elaborándola, me he acordado de otros tiempos, en los que los políticos si eran el blanco de algunos necios que pretendían imponerse entre vísceras y sangre. La monstruosidad del tiro en la nuca o la cobardía de la bomba lapa, toda una galería de intolerancia nauseabunda. Sin embargo, la finalidad es ilustrar una situación algo diferente, aunque en su raíz puede ocultar otro tipo de estulticia.
LA POLITICA Y EL MIEDOPuede ser que tan desquiciado acto despierte las simpatías de algunos, de los que piensan que la clase política se merece un buen escarmiento, que la corrupción y la incompetencia pueden ser más que simples palabras, que bajo su significado se esconden los dramas de muchas familias, en la más absoluta desesperación. También es posible que bajo el ala de esa disconformidad, aniden también los que son de la opinión de que los políticos son prescindibles, como si esa entelequia pudiera hacerse realidad. Cuando se pretende acabar con con esa clase dirigente, se insinúa que los sustitutos del tal sistema serían una especie de ángeles custodios, cuando tan políticos son unos como otros. Las dictaduras no los eliminan, tan sólo erradican, entre otras cosas, la libertad en todos sus aspectos. Es una idea algo difundida en la calle de que,  un sistema férreo, termina acabando con la corrupción, cuando en realidad solo se trata de ocultarla y de cercenar la voluntad de quienes pretendan denunciarla. El dicho popular de "esto con Franco no pasaba" es bastante indicativo, aunque debería ser sustituido por "esto con Franco no se difundía", que es una cosa radicalmente distinta. Un buen tratamiento contra este ingenuo error sería una revisión del clásico de Berlanga "La escopeta nacional".
LA POLITICA Y EL MIEDOHay que respetar a la clase política, porque salvo que un día alcancemos cierto grado de utopía, no se puede construir una sociedad de otra manera. Lo que hay que considerar es la cimentación de un sistema lo menos corrupto posible, porque, siendo realistas, no hay forma humana de extirpar tal defecto del carácter de los hombres. Sinceramente quién no sería capaz de meter la mano en la cinta transportadora imaginaria en la que circula continuamente el vil metal. Recuerdo un chiste de un tipo que visita a un amigo político y se queda asombrado por el nivel de vida de éste. Una gran casa, un buen coche y mucho lujo le hace preguntarle, "¿De dónde has sacado todo esto?". El político le responde "¿Puedes ver aquella autovía de 6 carriles?, pues de ahí". El tipo vuelve a su casa y se hace con un cargo de responsabilidad en el gobierno. El amigo de la gran casa y el buen coche le devuelve la visita de cortesía y observa que también nada ahora en la abundancia. Le pregunta, "¿De dónde has sacado todo esto?". El nuevo político le dice, "¿Puedes ver aquella autovía de 6 carriles?", "No, no veo nada", le responde. "Pues de ahí".
LA POLITICA Y EL MIEDOEn situaciones desesperadas suelen emerger soluciones desesperadas, pero, cuando esto ocurre, el término solución se transforma en alienación. "Con la promesa de esas cosas, las bestias alcanzaron el poder, pero mintieron, nunca han cumplido sus promesas y nunca las cumplirán", decía  Chaplin en su célebre discurso de "El gran dictador", equiparable a aquel de Burt Lancaster en "Vencedores o vencidos" que trataba de justificar lo inexplicable y contestado por la contundente condena del juez, Spencer Tracy, con estas acertadas palabras: 
"Pero este juicio ha demostrado que durante una crisis nacional personas normales, incluso hombres capaces y excepcionales, pueden engañarse a si mismos hasta cometer crímenes tan espantosos e ingentes que rebasen cuanto pueda imaginarse. Nadie que haya asistido a este juicio podrá olvidarlos nunca. Hombres esterilizados a causa de sus ideas políticas, la amistad y la confianza cruelmente escarnecidos, el asesinato de niños… Con cuánta facilidad sucede. Reconozco que también en nuestro país hay quienes hablan de la protección de la patria, de supervivencia. Llega un momento en que todo país debe tomar una decisión en el preciso momento en el que el enemigo se aferra a su garganta. Entonces parece que el único medio de sobrevivir es emplear los medios del enemigo. Hay que sobrevivir como sea, por encima de todo, sin escrúpulos. En tal caso, yo me pregunto: ¿Sobrevivir como qué? Una nación no es una roca, tampoco es la prolongación de uno mismo. Es la causa que defiende, es aquello que defiende cuando defender algo es lo más difícil."
LA POLITICA Y EL MIEDONo pienso ni por asomo que la circunstancias actuales tengan cualquier parecido con aquella realidad terrible. No es el mismo momento histórico, ni tampoco nosotros somos los mismos hombres, somos el resultado de otra época, de otros condicionantes, y toda referencia a ese pasado es sin duda exagerada. Por eso, tildar a los que practican el escrache de nazis es una estupidez y, sobre todo, una ofensa a los que si fueron perseguidos hasta la muerte por tan despreciable ideología. Supongo que a algún que otro superviviente del gueto de Varsovia esta comparación le resultará no solo una soberana tontería, sino una ofensa incuestionable. Y es que, en no pocas ocasiones, las comparaciones que pretenden impactar para llamar la atención, comenten un acto impropio de cualquier mente que se considere racional. Pero, estando muy lejos de aquel nefasto pasaje de la historia, si debe preocuparnos el surgimiento de algunos partidos extremistas que están alcanzando cierta representatividad en algunos países, léase el caso de Grecia, que en sus primeros pasos de su recientemente estrenada actividad política ya han demostrado su calaña. No obstante, algo está pasando en nuestra sociedad, aunque tenga la apariencia de hechos aislados. El escrache, suicidios por desahucios y el incidente de Italia son indicativos del momento de incertidumbre que una clase política, perdida en la inmensidad de sus desaciertos, parece sumida y sin remisión.
LA POLITICA Y EL MIEDONo me gusta que los descontentos por una situación desgarradora acudan al domicilio particular de los políticos, no me gusta que se haya optado por un camino sin retorno por parte de los desesperados, un camino que empieza a oler a muerte, no me gusta que algunas ideologías repugnantes, que permanecían agazapadas, aprovechen la situación para hundir en la sociedad sus garras de odio e intolerancia y tampoco me gusta que los políticos se alejen cada vez más de la calle, que se sumerjan en su particular mundo de macro-economía, que se aislen en su búnker de las grandes medidas de pequeños resultados. No me gusta el futuro, porque cada vez parece menos futuro y, finalmente, no me gusta el pesimismo, porque oculta en sus entrañas una salida que a buen seguro existirá, no puede ser de otra forma. La vieja Europa camina dando tumbos y su viejo esqueleto parece desmoronarse, quizás por que su cabeza pretende ir a una velocidad que sus extremidades no pueden asumir. Puede ser el momento de pararse a pensar, de unificar criterios y coordinar un movimiento más acorde con el cuerpo, un movimiento sin precipitación que sepa esperar a que la sangre recorra los infinitos rincones de su anatomía. Y esos políticos ineficaces e incompetentes tendrán que cambiar o ceder el paso a otros con mejores ideas, porque al fin y al cabo no nos podemos permitir bajo ningún concepto un nuevo orden. No nos podemos permitir otro incendio del Reichstag y mucho menos una noche de los cristales rotos. Seguramente no será así, no es el momento ni el lugar, pero nunca puede ser malo recordar, es el patrimonio de la memoria y en su aplicación moral se encuentra su mejor arma.

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