Revista Coaching

La potestad de elección

Por Stern @nesuispasjuliet
Como mujer -y como persona- se me ha vendido la moto durante toda mi vida de que al vivir en uno de estos países y sociedades catalogadas como "privilegiadas", soy libre. Soy libre de acto y de pensamiento.
Soy libre hasta que quiero traspasar esa delgada línea roja de la que no te hablan y tienes ante ti la posibilidad de cruzar a un mundo distinto del que te han contado, empezar cuestionando la verdad y la norma, seguir por el anhelo de aprender más, de saber, de conocer, finalizando por el deseo de ser libre de manera real, con todo lo que eso comporta.
Quiero tener la potestad para escoger quién quiero ser, para decidir sobre mi cuerpo y mi vida, a quién deseo amar y a quién me quiero follar. Quiero ser la única dueña de mi cuerpo y de mi mente, la única que posea la llave que me abra al mundo, decidir cuando tendré hijos, el idioma que les contará cuentos por las noches y los labios que me los contarán a mí.
Quiero tener ese derecho a que no me cataloguen en las 4 categorías femeninas.
No soy tu madre, no soy una puta, no soy la dulce chica virginal, ni soy una "perra" sin corazón. No soy perfecta, ni he venido a satisfacer los deseos de nadie. Soy una mujer real y libre de hacer lo que desee en esta vida, como el resto de mujeres, como el resto de hombres.
Desear tener potestad a la elección es lo más animal y lo más humano que vamos a sentir en toda nuestra vida.
La potestad de elección


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