Revista En Femenino

La primera doctora, Elena Cornaro (1646-1684)

Por Sandra @sandraferrerv

La primera doctora, Elena Cornaro (1646-1684)

Inteligente y erudita, Elena Cornaro fue la primera mujer de la historia que consiguió doctorarse en una universidad. Para ello se volcó de lleno en el estudio llegando a realizar en secreto votos de castidad y evitar así un futuro como madre y esposa, algo incompatible con sus inquietudes.

Virtuosa y casta

Elena Lucrezia Cornaro Piscopia nació el 5 de junio de 1646 en el precioso palacio Loredan de Venecia. Era la tercera hija de Giovanni Battista Cornaro-Piscopia, procurador de San Marcos, y Zanetta Boni. Como muchas damas nobles, Elena recibió una educación excepcional para las mujeres. Pronto destacó en muchas facetas. A los 7 años ya hablaba con fluidez latín, griego, hebreo, español, francés y árabe y con 17 era una virtuosa de instrumentos como el arpa o el violín.

Consciente de que su talento sería enterrado tras los muros de un hogar en cuanto tuviera edad de casarse, Elena decidió realizar en secreto votos de castidad. Se predisponía así a llevar una vida alejada de los roles tradicionales de las mujeres y aspiraba con su renuncia a ser respetada por los hombres eruditos y estudiosos.

El primero en reconocer la sabiduría de Elena fue su propio padre quien no dudó en mandar a su hija a la universidad de Padua. Allí se volcó en el estudio de matemáticas , gramática, filosofía y teología.

Un examen multitudinario

El 25 de junio de 1678 Elena Cornaro conseguía el primer doctorado alcanzado por una mujer en toda la historia. El merecido honor lo conseguía tras una hora de discurso en latín clásico hablando de Aristóteles ante una multitudinaria concurrencia. Autoridades universitarias, profesores, estudiantes, senadores y múltiples asistentes de Padua y otras universidades de Italia se rindieron ante la sabiduría de Elena.

Enseñanza y caridad

Tras doctorarse, dedicó su vida a la enseñanza de las matemáticas por varias universidades europeas. Además del estudio, ingresó en la orden benedictina destinando parte de su tiempo a la caridad.

El 26 de julio de 1684, con tan sólo 38 años, Elena Cornaro murió de tuberculosis. Cuatro años después su obra se publicaba en Parma.

Está enterrada en el monasterio de San Giustina de Padua, tal y como fue su deseo.


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