Revista Cultura y Ocio

La psicoterapeuta (segunda parte)

Por Cayetano
La psicoterapeuta  (segunda parte) Fuente de la imagen

El minotauro acude a consulta de la doctora Ariadna. Es su tercera visita.  Tumbado en el diván desgrana una a una sus quejas.  Mientras, la doctora anota en su libreta lo que considera significativo e importante. 

Hoy escucha atentamente. Pasó el día de Navidad y no tiene necesidad de hacer la lista de la compra… Todavía quedan restos en el frigorífico de alimentos supervivientes tras varios días de excesos. Repartidas en fiambreras entre el congelador y las bandejas interiores, hay sobras para dar y tomar. El frigorífico es una intrincada jungla donde se mezcla el pollo relleno con los sobres de ahumados y fiambres diversos, patés, quesos de tres tipos, varios yogures caducados y un cuenco con trozos de piña y melocotón en almíbar. Para entrar en él hay que abrirse paso a machetazos.  - El laberinto ya no es lo que era. Desde que lo convirtieron en una atracción turística, no para de venir gente. Acuden en grupo, armados con sus “gepeeses” para no perderse: “en la siguiente intersección, gire a la izquierda y coja la segunda galería que se encuentre a su derecha y camine recto unos doscientos metros."   Lo anterior lo dice con una voz impostada, de falsete, imitando el estilo y el tono de las mujeres que hablan en esos artilugios. La doctora le escucha y duda entre aumentarle la dosis de diazepam o recomendarle que se tome unas vacaciones o que se busque una novia.  - Vienen con sus cámaras fotográficas, sus smartphones y sus palos de selfies y no paran de retratarse, dando gritos como posesos. Los niños lo tocan todo. Están muy maleducados. El otro día rompieron una estalactita. Y el seguro dice que no lo cubre.  "Creo que lo mejor es aumentarle la dosis -piensa la doctora-. Está muy nervioso. Presenta un cuadro claro de ansiedad."  - Además, el público se comporta como si estuviera en el cine. Lo deja todo perdido de palomitas y envases de cocacola vacíos.  "La verdad es que no me había fijado, pero el minotauro está de buen ver, con ese torso musculado y esos brazos fuertes. Tiene un revolcón ¡Ummm! Lástima de cabeza con ese hocico y esos cuernazos. Y el aliento le debe oler a rayos. En fin… " - Ya no hay paz en el laberinto. Con tanto jaleo se ha roto el misterio. Han convertido un mito con una antigüedad de más de 3000 años en una especie de parque temático. Ya no hay respeto por las tradiciones. Es el fin de la mitología, el ocaso de la cultura.  "Debe ser muy difícil que encuentre una pareja estable. No creo que le gusten las vacas. Y las mujeres tendrían que estar muy necesitadas para irse con él. Lo debe llevar mal." - Y yo estoy de más. Sobro. Ni inspiro temor ni provoco respeto. Se ríen de mí. Nada más que me ven empiezan todos a hacer la vaca, a mugir. Y dicen que van a mandarme a un tal José Tomás a al Juli, que no sé quiénes son. También hay otros que dicen que son antitaurinos y me sueltan la charla y me ponen la cabeza como un bombo: que si mi mitad humana tiene la culpa de contribuir a que mi mitad animal mantenga viva una tradición horrible, etc.  "Lo dicho: le doblo la dosis."  - Así que estoy acabado. A estas alturas ya no sé si soy un animal maltratado o un hombre frustrado. Creo que voy a suicidar una de mis dos mitades. No sé cuál. Lo echaré a suertes. ¿Lo echamos a los chinos? Venga: ¡tres con las que saques! ¿A qué me suena eso?   "Eso lo dejaremos para la siguiente visita. Ahora tenga la receta: diazepam 10 mg, dos comprimidos al día, en desayuno y cena."  _______________  Segunda y creo que última travesura navideña a costa de mis sufridos personajes de  “Desde el laberinto”  Más información de este producto en el enlace. De venta en farmacias. Consulte con su especialista o farmacéutico.   Manténgase lejos del alcance de los niños.

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