Revista Cultura y Ocio

La pulga de acero. Nikolái Leskov

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La pulga de acero. Nikolái Leskov
     "Cuando el emperador Alejandro I hubo terminado el Consejo de Viena, quiso viajar por Europa y observar prodigios en diferentes naciones. Recorrió numerosos países y en todas partes, merced a su afabilidad, mantenía siempre conversaciones de lo más apasionadas con todo tipo de gente. Y todos, de una manera y otra, le asombraban y querían llevárselo a su terreno."
     Supongo que a veces sobran motivos para acercarse a un libro, y otras es simplemente la editorial la que hace que nos acerquemos a él. Este fue el caso del libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de La pulga de acero.
     El emperador Alejandro I visita inglaterra acompañado del cosaco Platov. Allí, los ingleses intentan impresionar a los rusos mostrándoles todos sus prodigios, hasta que, finalmente, le obsequian con una minúscula pulga de acero que funciona al darle cuerda con una llave aún más minúscula. Platov jamás quedó convencido de que los artesanos rusos no fueran capaces de mejorar dicho prodigio, por eso será el encargado años más tarde, precisamente de esa misión. Esto le llevará a conocer a un genial artesano de Tula.
     A veces, lo más curioso de un libro, es la historia que le acompaña. Incluso puede que esa historia esté por encima de la que contiene, y eso le pasa a La pulga de acero. Leskov, que recoge en su historia muchos puntos que acercan su estilo a la tradición oral, jugó en el momento de su publicación con la supuesta inspiración real en su nouvelle, lo que provocó que una parte importante del público creyera que algo similar podía haber sucedido. Tal juego quizás se le fuera de las manos, o simplemente se cansó, y el juego quedó en suspenso retirándose la palabra leyenda del subtítulo y aclarando conceptos. Pero el lector puede ser un peligroso contendiente cuando se ha jugado con su credulidad, y hubo una parte importante de la sociedad que jamás le llegó a perdonar este juego. Tal vez, porque su historia había generado discusiones, o tal vez simplemente por sentirse ridículos al descubrir que habían caído presas de un engaño fácil. El caso es, que Leskov siempre ha sido un nombre controvertido en la literatura y su público se reparte entre defensores y detractores sin posiblidad de abstención a la hora de opinar.
     Reconozco que en esta ocasión he leído y releído el cuentito de Leskov antes de formarme una opinión completa sobre él. He buscado y encontrado las dos opiniones que desata: de un lado, la crítica, que afirma que ridiculiza la incultura y la parte rusa que queda lejos del resto de una Europa más moderna. Y también he visto la otra interpretación, aquella que afirma que es justo lo contrario y que, leído el final, queda claro que defiende los valores clásicos, la artesanía y las tradiciones de Rusia. Lo he visto todo, y eso en la primera lectura. En la segunda he intentado buscar el elemento d3e genialidad atribuída al autor, y me he encontrado con un cuento que se asemeja en forma y conceptos al archiconocido Traje nuevo del emperador, aunque Leskov le añade un tirabuzón. Me he encontrado con palabras inventadas y una admiración que no esperaba hacia la traductora Sara Gutiérrez, que a buen seguro ha sudado para encontrar los términos adecuados en castellano. Y he encontrado en realidad poco más. Un relato, un cuento en el que el sentido del humor que se le atribuye no ha hecho más que contribuir a la sensación de estar ante un cuesto de embustes, independientemente de si el embuste es un truco dentro del relato o del propio autor, del que se disfruta un rato... pero poco más. Quizás por recordarme al famoso cuento, me he sentido desligada, infantil incluso con el libro entre las manos, pero no he disfrutado ni encontrado la genialidad de la que algunos hablan. Lo mejor, el prólogo de Care Santos en el que he encontrado más allá de claves, el consuelo de saber que pienso como Nabokov sobre el autor.
     No siempre se acierta, no sería bueno tampoco acertar siempre. Así que decidme, ¿recordáis el último título que no os gustó?
     Gracias.

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